Insectos I
Los pequeños insectos
danzan en círculo
se estrellan unos con
otros cegados por la luz
que artificialmente
dibuja sus prematuras
sombras.
Breves sus vidas se
encandilan
en un giro tras otro
inútilmente.
Así los hombres
por demasiada lucidez
o demasiada levedad
sucumben.
Insectos II
Entonces cae la noche
y no somos más que
sombras chinescas
sobre el mundo
cementerio de nada
flores quietas
bajo el golpe efímero
del agua
Cada mañana como las
mariposas
insectos de luz
volvemos a creer en
la mundana concupiscencia
de los días.
El poema debiera ser algo que se planta
El poema no es algo que se
construye
sino algo que se planta.
Miguel Torga
El poema debiera ser algo que se planta
como un arbusto
un seto un manzano
que se riegue sin
saber lo que se arriesga
lo que deja en el
fondo
o lo que sale a la
luz
sólo debiera dar
cuenta de nuestra pequeñez
en la tierra
de nuestra
imperceptible sombra
y nuestra nada en el
tiempo
o mejor aún de
nuestra máxima aspiración: que un pájaro o un niño
se pose alguna vez
sobre sus ramas.
Más allá del hospital
Estoy aquí. O allá o
en cualquier otra parte.
En mi principio.
T. S. Eliot
Le sugiere
que escriba algo bello.
No sabe
pero debiera
saber
que es
imposible escribir algo bello
sobre una
estadía en hospital. Pálida y aséptica
pesadilla
en blanco y negro donde todo cuerpo es un flujo
y las
carnes ya no son territorio de caricias
sino
oscuras cavernas.
Mejor
olvidar
lo erótico
y deseable de los cuerpos cuando lo que hay
sobre la cama
es
andrajo, tubos y flema entre denodados guiños de muerte
y
decrepitud.
Más vale
una mente creativa
que
distinga los árboles en el parque y algo más
que hilachas en las nubes
un cielo fragmentado
detrás del ventanal
unos ojos
que viren hacia la calle
en vez de
mirar hacia el pasillo interno
por donde
pasan médicos
esa casta
creída de todos los saberes
o
enfermeras y enfermeros
obscenos
en el intercambio de la nada corporal.
Más vale
el vuelo
de aquel espíritu capaz de irse tan lejos
como pueda
y
depositar su halo en una obra de arte
quien dice
un Courbet o Mahler
un libro
de D. H. Lawrence
o una
silenciosa frase de Duras.
Más vale el
espíritu libre
que se
reconoce en su fin. O en su principio.
El cable del teléfono
Sentada al sol
miro mi casa desde fuera de mi casa
la música del auto me envuelve lentamente
todo se detiene
y por un instante
reparo en el cable del teléfono.
Recortado en el fondo de este cielo
me impresiona pensar que todos estos años
ha sido el mismo cable.
Toda esta vida en esta casa
con ese mismo cable negro
péndulo apenas
mecido por los vientos
reseco al sol
lluvia tras lluvia
sobre el mismo objeto mudo
que estuvo allí permaneciendo cada día
cada noche
cada año de todos estos años y tantas voces
tantas conversaciones
tantas historias o fragmentos
de historias
que entraron y salieron
toda la vida y toda la muerte toda
pasando por allí.
Como un cordón umbilical que alimentara
de palabras al mundo.
Fuente: Lo manifiesto y lo latente, Norma
Etcheverry, Cuadrícula Ediciones, La Plata, 2011.
Norma Etcheverry nació en Ranchos, Provincia de Buenos Aires, en 1963.
Es periodista. Publicó tres libros de poesía: Máscaras del Tiempo (1998), Aspaldiko
(2002) y La ojera de las vanidades y
otros poemas (2010). Con el título Lo
manifiesto y lo latente, incluido dentro de la colección “Cuadernos
orquestados”, dirigida por Abel Robino, dio a conocer en 2011 sus nuevos
poemas. Reside desde muy joven en La Plata.
Foto: Norma Etcheverry. Fuente:
Gentileza de Norma Etcheverry.
Salud en este día! Brindo por la poesía que también nos brinda buenos amigos. Saludos para vos César y en tu nombre incluyo a Norma y al resto de la gente. Valeria
ResponderEliminarGracias, Valeria, en nombre de todos por tu saludo. ¡Muy feliz día también para vos y los buenos amigos quilmeños!
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