Dejar la casa
Aclara
en las copas de los árboles.
La
oscuridad
tarda
en dejar la casa.
A esa
hora
en que
suele fallar el corazón,
algunos
preparan el bolso
para ir
a trabajar
y otros
miran
por la ventana
cómo la
luz
separa
los bordes de las hojas.
La naturaleza
no
precisa decidir
si va a
recomenzar.
El miedo
Aspereza
del mundo:
no sé
tratarte.
La
indiferencia es material y compacta.
Las
paredes se mueven,
la
cabeza da vueltas,
los demás siguen.
Quiero
volver, estar en casa
donde
la tragedia
ocurre
entre objetos familiares,
donde
puedo quedarme quieta
y
escuchar la voz que dice:
todo
pasa, hasta el miedo.
El lugar
Como el
árbol, yo no viajo;
quieta,
veo
pasar a los otros.
Podría
decir “no me interesa
ir aquí
o allá”
pero
mentiría,
no es
eso.
Hay
otra cosa:
en un
cuadrado del piso
el
cuerpo se hunde,
espera
inmóvil
en la
piedra conocida.
Un pozo
Al
fondo de la casa
alguien
hizo un pozo
y al
costado quedaron
tierra
amontonada,
cascotes,
ramas, lombrices.
Despacio,
te acercas a mirar;
entre paredes
de barro
un
cuadrado se despeja y atrae.
Desde
el borde hacia abajo
se ve
un cielo oscuro
que
parece no terminar.
El mapa
Escucha al que duerme
hablar
en sueños;
los
sonidos
salen
de su boca cerrados,
sus
labios casi no se mueven.
No
parecen palabras
sino
partes de un mapa.
Parada
junto a la cama,
ansiosa,
quiere
saber qué dice,
pero su
atención
no
sirve para entender.
La
escena no se repite;
en
silencio entorna la puerta
y
camina el pasillo de su propia vigilia.
El gran río
Combatir
el stress,
simplemente
“correrse a un lado”,
dice la
especialista
y ella,
en su cabeza,
dibuja
el gran río con sus márgenes.
Lo
sabe:
no es
una decisión
situarse
fuera,
buscar
un doble
para
las escenas de riesgo,
perder
a ésa que ella es
cuando
el torrente viene
y se
deja llevar.
Luna de infancia
Volvíamos
de noche.
Con la
cabeza
apoyada
en el regazo de mi madre
podía
ver la luna en el cuadrado
de la
ventanilla.
Detrás
de los árboles se escondía
y de
nuevo aparecía. Misteriosa
como un
recuerdo
que se
aparta de otros y nos sigue.
El regreso
Vuelve
al agua, hermana,
despliega
otra vez
el
estilo mariposa.
Brazadas
solitarias
entre
andariveles,
como de
niña
cuando
entrenabas
en el
Club Gimnasia.
Vuelve
a nadar
hasta
cansarte
y no
escuchar
los
gritos de la orilla;
un
largo que supere tus marcas,
hasta
que la tarde cubra la pileta.
a
Mariela
7 p.m.
Todos los
días del verano,
hábiles y
feriados,
los pájaros
cantan antes de irse a dormir.
Copulan, se
despiden.
Bajo las
copas de los árboles
el ruido es
ensordecedor.
Asombra la
convicción,
el grito
que se desentiende del mundo;
“asusta”,
dice la vecina, antes de entrar a preparar la cena.
Fuente: La envoltura, libro
inédito. Gentileza de Raquel Sinelli.
Raquel Sinelli nació en
Pergamino, Provincia de Buenos Aires, en 1954. Desde 1974 reside en La Plata.
Es poeta y periodista. Publicó en poesía un libro y un cuadernillo: El día pleno (Editorial Nusud, Buenos
Aires, 2003) y Puertas adentro
(Cuadrícula Ediciones, La Plata, 2012), respectivamente. La envoltura, que pronto publicará Ediciones del Dock, es el título
de su nuevo poemario. Según Horacio Castillo, “La cotidianeidad –de la vida, de
la memoria, de los hábitos– sirve de pretexto a Raquel Sinelli para
desencadenar el trance poético y descifrar lo dicho, lo que se quiso decir; o,
visto de otro modo, para descifrarse a sí misma”.
Foto: Raquel Sinelli. Fuente:
Gentileza de Raquel Sinelli.