martes, 30 de agosto de 2016

Eduardo Rezzano


Etología

Hablemos y cantemos
por la boca de los animales
o callemos de una vez
dijo el etólogo
de mirada simiesca

Hablemos por mil bocas
en un griterío de focas

o escuchemos
el paso de los cangrejos
sobre el papel de diario
dejado en la arena

cubierto de noticias
de un mundo perdido

que habla por la boca
de los muertos
que está siempre
en retirada


Extrarradio

A orillas del río Matanza
recordé mi primer crimen
con la luna a media altura
y el agua a las rodillas

Lo demás es historia conocida
el hambre la soledad

la vergüenza que guardo
de haber matado
a mi séptimo hijo varón

el único con la fuerza
de tres mil osos
y diez mil moscas


Fotografía

En un café de la calle Balcarce
me preguntaste por una foto
tomada de mañana
sobre la ventana abierta

me preguntaste más exactamente
qué había pasado después

si te había abrazado por detrás
te había tratado con delicadeza
familiaridad excesiva o
descuido

Pero yo estaba solo
en un café de la calle Balcarce
y la foto sobre la mesa me hablaba
quería saber sobre el después
de su instante de luz


Nocturna

Ella peina canas
más por costumbre
que por otra cosa

Peina canas
sobre su pelo negro
sentada en el sofá cama
la camisa abierta
una mano sosteniendo
el vaso de vino sobre
el muslo desnudo

El televisor encendido
para nadie o
para todos los que
no estamos allí
–los que nos fuimos
a tiempo– le ofrece
una compañía muda
y deshabitada

Nos odia y lo repite
en un hilo de voz
que se quiebra como
el cristal de sus ojos

alineados con Marte
en la noche sin viento
noche sin luna


Niña del puerto

Ella se pasea
con una estaca clavada
en el hombro izquierdo

sin darse cuenta al parecer
de que la observan
con horror

Tratan de discernir
si es una herida vieja
o todavía sangra

pero ella canta sin dolor
u ocultándolo
o con otro dolor no físico
y secreto

La importunarán con preguntas
hasta que hable y se explique
¿qué quieren saber? dirá

sin dejar de pasearse
con una alondra muerta
en una cesta de paja


Vasos comunicantes

En un bolsillo una llave
en el otro una puerta
mal cerrada que deja
entrever el puente
de un buque ballenero

El buque vuelve a casa
los marineros duermen
y la puerta rechina

Tengo que decirlo
—interrumpe María
de este lado del mundo—
algo huele a cachalote
en tu entrepierna

Se lo dice y se le aprieta
contra el pecho
frágil y agitada coraza
para escuchar el ruido
de las refinerías


Niña del viento

Cuando murió Amparo
mi primera mujer

mi hija me dijo
yo soy la hija
del desamparo

la que perdió el nombre
en boca del viento

la falda en manos
de la noche blanca

noche de luna
y sin estrellas

Fuente: Nocturna, Eduardo Rezzano, Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2016.

Eduardo Rezzano nació en La Plata el 18 de mayo de 1968. Vivió en Buenos Aires, Barcelona y Madrid. Actualmente, reside en su ciudad natal. Publicó los siguientes libros de poesía: Ningún Lugar (Ediciones del Canto Rodado, Mendoza, 1999), Gato Barcino (Lumen, Barcelona, 2006), no fábulas (Vox, Bahía Blanca, 2010), Alcohol para después de quemar (Fuga, Santiago de Chile, 2012) Caligrafía (Amargord, Madrid, 2013) y Nocturna (Zindo y Gafuri, Buenos Aires, 2016). Alcohol para después de quemar fue reeditado en 2014 por Zindo & Gafuri. Poemas suyos han sido recogidos en antologías como Nacer (Lumen, Barcelona, 2005), Madrid: una ciudad, muchas voces (ONG Promoviendo, Madrid, 2009) y Si Hamlet duda le daremos muerte (Libros de la talita dorada, La Plata, 2010), y en diversos medios, tanto impresos como electrónicos, de Argentina, España, Italia y Estados Unidos.La poesía de Eduardo Rezzano –apunta Concha García– desordena el presente porque se extiende más allá del tiempo cronológico, se suprime toda sincronía. En su mirada, entre irónica y desencantada, habita un hombre que deviene niño en la manera de impresionar la realidad que le circunda. La realidad vista desde el propio extrañamiento de alguien que siente que la verdadera raíz de cualquier habitante  (...) no está sostenida por sentido de pertenencia alguno, excepto el de pertenecer a la realidad más inmediata. Alterar la visión de la realidad, fantasear con lo que no existe y traerlo al lenguaje: eso es la poesía.” Además de poeta, Rezzano es músico (baterista, percusionista y compositor). Como tal, fundó los grupos 2vecesbreve y la Orquesta Camaleón para tocar y grabar su propia música. También trabajó como sesionista, compuso música para teatro y para danza y participó en diversos proyectos junto a músicos destacados.

Foto: Eduardo Rezzano. Fuente: gentileza de Eduardo Rezzano.

sábado, 20 de agosto de 2016

Osvaldo Ballina


La última mirada

salí a buscar mi última mirada
aún no es medianoche y no encontré la primera mirada
juego con la arena de una playa eterna
niño o adulto no sé quién soy
lo cierto es que estoy vivo
los manantiales natales parecen profecías
juego con la arena en una playa eterna
veo tierras tumbas
la voz de los ausentes de la tierra
no me alcanza
¿juego es un don efímero?
¿la arena no se ha mudado hacia el mar?
¿la playa desapareció devorada por el agua?
no sé si niño o adulto
pero voy hacia la última mirada
sin pasajeros enfermos


Él o lo que creía era él

él o lo que creía era él, se fue del mundo
no era feliz, no era amante, no era soñador, nada
un aire, silencio vulgar sin tacto, sólo la herencia del vacío
antes y después de su nacimiento, un día sin tiempo
sin pasión, se preguntó por la escritura y le pareció inhumana
fuera del mundo, sin saber si él era él
mirando hacia atrás le nacía, ya perdido,
el sentido de impudor


él que esta vez era él

para Gurí con afecto

él que era él esta vez
selló su paz sin incitación ni jactancia
tributaria de pasadas creencias, pasiones y abismos
tengo derecho a mi soledad, se dijo,
ante los hombres y las cosas
sentencia que alcanza a mis objetos de culto
lo que creyó pérdida fue redención
a expensas de una versión del mal
y la inconciencia, espontánea espuma de vicios
él que esta vez era él
sin saber si estaba fuera o dentro del mundo
sospecha de la reversibilidad del alma


Identidades

él que era él tuvo desde siempre la voluntad
del anonimato en vida y muerte
sereno caminaba por lo interno
que reducía la realidad
hasta casi hacer explotar el destino
permanencia cambiante de sus identidades
él que era él y él que no era él
instinto de un yo dual
ciénaga de lobos y hombres
bajo sortilegios de un cielo irónico
y la sospecha a fin de cuentas de que todo sea
fruición de la nada


El estanque

se propuso vivir
como las flores en el estanque de la casa paterna
la quietud no perdía intensidad con la memoria
un signo de lo imperecedero, se dijo
era una bienvenida a lo inmutable
aunque hubiera que ignorar ciertos hábitos del humano
morir sin que nazca más agua o aire
miraba las flores y era el viaje más largo
perspectivas y visiones conducían a la embriaguez
de estar vivo aunque al final esperara la disolución
pero quería vivir sujeto a un reino personal
más fresco de oscuridad, más fresco de estrépitos
de fuego merecido no robado
eran los nuevos días del inocente sin sed de mármol

Fuente: La mirada / Identidades, Osvaldo Ballina, Ediciones Al Margen, La Plata, 2016.

Osvaldo Ballina nació en La Plata en 1942. Es poeta y traductor. Su obra poética publicada incluye más de veinte libros, entre ellos: El día mayor (1971), Esta única esperanza contra todo (1973), Aún tengo la vida (1975), Caminante en Italia (1979), Ceremonia diurna (1984), La poesía no es necesaria (1986), Sol que ocupa el corazón (1991), Verano del incurable (1996), Confines (1998), El viaje (2000), Apuntes del natural (2001), El caos luminoso (2004), Oráculo para dones fatuos ((2006), El pajar en la aguja (2007), Prodigios residuales (2009), Lejos de la costa (2010), Profanaciones ínfimas (2011), Memoria de la India (2012), Refugio de altura (2014), Oficio de extraño (2015) y La mirada / Identidades (2016). En la contratapa de este último, destaca Horacio Salas:

Alguna vez, charlando con Osvaldo Ballina, le manifestaba mi asombro por una característica de su poética: da la impresión de que cada libro nuevo señala, en todos los casos, una superación; ya sea estilística, ya sea creativa, respecto de su obra anterior. Y le aseguraba que en tanto lector habitual de poesía no he encontrado, al menos entre sus colegas argentinos, una apertura semejante, que le permite navegar por una geografía novedosa, una música homogénea, no repetitiva, que toma el aspecto de un acorde/una invención, que se oye como el acompañamiento necesario para las palabras del poema.
En los textos de Ballina, aparecen metáforas que en realidad son descubrimientos personales, surgen, brotan en conjunto, dando la impresión de composiciones armoniosas y no intercambiables. Lo cierto es que Ballina ha logrado que el lector avisado reconozca a través de sus poemas una voz personalísima, que no imita a nadie. Y lo hace con humildad, como si trabajara sólo con palabras sencillas, pero que en el medio de sus trabajos suenan pronunciadas por primera vez.

Foto: Osvaldo Ballina. Fuente: La mirada / Identidades, Osvaldo Ballina, Ediciones Al Margen, La Plata, 2016.

lunes, 8 de agosto de 2016

Guillermo Ariel Seminara


Presentación

Ningún signo remite
a lo que somos,
lo que más nos nombra
en realidad es esa dispersión
que inauguran las palabras.


Autorretrato

Nuevamente yo
sin más
y sin menos.
Nuevamente mi mirada triste
que resiste a esta tarde persistente
de enero.
Vacío y necio recorro
los umbrales
más remotos de mi risa
y me hago inútilmente fuerte
en un paulatino adiós,
sin Dios
y me sobran los dedos
de una mano
para contarme.


Arrendatario

(Barcelona, junio de 2002)

Tengo ahora donde
caerme muerto.
El contrato no lo dice
pero he podido con su firma
dotar a la muerte de cierta
seguridad proxémica.
Lo del tiempo,
en cambio,
es algo que aún
resta por discutir
y hasta donde sé
los propietarios
suelen tener
sobre el asunto
criterios más bien
dispares.


Guía

Lo curioso
ante las ruinas
es que el pasado
lo aporta
siempre
el visitante.


Matemáticas

Si tres por tres es nueve
y nadie a estas alturas dice nada
es sólo porque nos sigue
proporcionando un gran placer
poder controlar
cierto futuro del tres
aunque sea en esta escala
tan modesta.


Noche

I

Abro la ventana
para que entre un poco la noche,
esa exterioridad
que por comodidad ubicamos,
sobre todo,
en el cielo.
Lozanea la ingravidez del silencio
y todo parece ahora sostenerse a sí mismo.
Debería encender un cigarro
de una buena vez
y celebrar lo tácito de casi todas las cosas,
y también de paso ignorar la muerte
y su sorpresa.
Pero no lo hago,
no fumo más.

II

(A Charles S. Peirce)

Constato:
No es infrecuente
en el mundo sublunar,
que ciertos resultados
se nos presenten como casos
de un conjunto de reglas que ignoramos.
De ahí que pueda decirse:
“Todas las piedras de la playa pertenecen al olvido.
Esta piedra que adorna mi escritorio proviene del olvido.
Esta piedra es de la playa”.

III

Lo blanco ya viene con la hoja,
es el color que adquiere a veces
el vacío interiorizado.
Sólo resta quitar ahora el silencio
adherido en el papel,
lograr que falte lo que digo
e indicar posibles recorridos
que guíen hasta dar,
por fin,
con esa ausencia
que me nombre.

IV

Cerraré los ojos
hasta mañana,
y una vez alejado lo suficiente
del existir sin tregua
esperaré a que sea la noche
la que me sorprenda,
detrás, quizá, de mis propias huellas,
y recogiendo
algunos restos de olvidos
de la playa.


Productividad

Pierdo el tiempo.
Siempre me pasa.
Y es que suelo dedicarme a cosas
que a cambio no dan tiempo,
sino más cosas.
Si se lo piensa,
nos pertenece más la eternidad
que el tiempo,
que en verdad es pura pérdida.
Y si se lo sigue pensando,
allí está la nada imponiendo su no cesación
sobre la nuestra.
Como una melodía
que dura más que
los músicos,
como un principio
que siempre antecede a lo principiado.
Y así,
en lo sucesivo,
uno se muere.
Guardando distancia,
respetuosos de un orden
callado y célibe,
que nos regresa al silencio;
el que resulta del tiempo
coincidiendo,
por fin,
consigo mismo;
justo en ese segundo
que dura toda
la eternidad.


Muerte

La muerte está en todos lados
menos en ella misma.
En ella no hay oscuridad,
ni soledad.
Tampoco allí descansa nadie.
No existen días grises
ni caracoles
lentos.
Ni hablar de la desgracia
que es la ausencia de gracia.
En la muerte nunca llueve
ni deja de llover.
No está Hugo.
Etcétera.
No, la muerte no es la morada final
de todas esas vidas
y nada nos aleja más
de ella
que su propio
nombre.


Destinos

Llego a la esquina
y me detengo ante
un grupo humano benigno.
Conversan.
Arriba las nubes
dibujan formas olvidables.
Creo entender que intercambian
algunas ideas de cómo llegar
a un sitio de la manera más efectiva
y al cabo de unos minutos
logran ubicar la representación
de su júbilo
en un mapa.
Prosigo.
No tengo ese problema,
soy, a diferencia de las nubes,
pupilo en mis propias
redundancias.


Hallazgo

Hallan indicios de la existencia
de la tarde de ayer.
Según han afirmado
la tarde de ayer pudo
haber existido “tranquilamente”
y luego haberse extinguido
paulatinamente hasta
desaparecer por completo.
El fenómeno
–dijeron–,
en apariencia imperceptible,
ha sido
especialmente verificable
desde la playa y
desde los balcones,
incluso con los ojos cerrados,
así como también
dentro del silencio
que en ocasiones impone
la habitual incomodidad
de uno mismo.


Ortodoxia

Dos calandrias merodeaban
desde hacía algún tiempo
en mi cabeza.
Una tarde más silvestre que común
decidí hacer algo con ellas
y las imaginé posadas
sobre una parra repleta de uvas
y de sol.
Luego,
por fin,
las dejé volar
y entonces apenas
si lograron estas aves
en mi vuelo
desenvolver algo del orden
de su concepto.


Confites

Me pregunto por qué
nunca di con su tan
particular versión
de la felicidad.


Principio

Definitivamente,
las cosas son y
no son.

Fuente: Apuntes sublunares, libro inédito. Gentileza de Guillermo Ariel Seminara.

Guillermo Ariel Seminara nació en La Plata en 1965. Estudió en la Universidad Nacional de dicha ciudad (UNLP). Es Licenciado y Profesor en Comunicación Social. Su área de especialización es la semiótica. Ejerce la docencia y la investigación. También escribe cuentos y poemas; mucho de éstos se hallan dispersos en páginas virtuales. “Apuntes sublunares” es el título de su primer poemario, que aún permanece inédito. Desde 2002 reside en Barcelona. Para leer más textos de su autoría pinchar el siguiente enlace: https://www.facebook.com/ApuntesSublunares/

Foto: Guillermo Ariel Seminara. Fuente: gentileza de Guillermo Ariel Seminara.