jueves, 27 de diciembre de 2012

José María Pallaoro
























La enredadera

Las rejas desaparecen

Es indudable que ese jazmín crece
para recordarnos
que la belleza es
aún posible

Dentro de pocos días
sus flores perfumarán

la intimidad de esta habitación
donde consumo mis días

en busca de un tesoro que no encuentro
y que no sé si existe

Fuente: Son dos los que danzan, José María Pallaoro, Libros de la talita dorada, La Plata, 2012.


Cantar a tientas

Hace una cantidad de años
se solía dejar ciegos a los canarios
para lograr en su canto
mayor belleza
–actitud típicamente humana
como cortar lenguas
cercenar gargantas–

Hoy las cosas no han mejorado
y los pájaros que aún sobreviven
cantan
a tientas
todo el tiempo

con señas desesperadas

Fuente: Son dos los que danzan, José María Pallaoro, Libros de la talita dorada, La Plata, 2012.


Sontag

En el breve atardecer, la noche desnace al hijo. La lluvia cae salpicando las naranjas que aún no pude juntar. Hace frío en el galpón de los sueños y a ella le agrada la fotografía perfecta del amor. Su nombre vibra lejos, como el negro cigarrillo que seguro se consume entre sus dedos. Hay un humo que se disipa junto al corte de luz involuntario. A oscuras, cierra los ojos y, en el hueco que dejó mi corazón extirpado hace más de seis años, ve nuestro atardecer mojado de jugos ilícitos.

24.05.11

Fuente: 33 papelitos y una mora horizontal, José María Pallaoro, Libros de la talita dorada, La Plata, 2012.


En la mecedora

Los fantasmas del día irrumpen en la casa de la que se está yendo. Revisan habitaciones, alacenas, escondrijos de la que nunca vendrá. Se miran, preocupados y temerosos de la respiración pasajera que cae sobre la alfombra como piedra de la mano. Luego, quedan solos, en la sala adormecida, observando el balanceo de la mecedora de caoba, con refuerzo lumbar y manchas de sangre, que poco a poco se van secando.

12.08.11

Fuente: 33 papelitos y una mora horizontal, José María Pallaoro, Libros de la talita dorada, La Plata, 2012.


Islas

Son las siete y media de la tarde y está por amanecer. Hay un vago zumbido de pájaros y los murciélagos salen de los rollos de las ventanas. Nada de lo que es, es lo que parece. Entramos en octubre como se entra a una cueva cavada a fuego en el hielo. Caminamos casi desnudos por la calle de los fresnos amarillos, el frío calcina y nos hace toser y apresurar el paso hacia el bar que ya está levantando las cortinas. Saludamos al dueño con un buenas noches, dispuestos a saborear el desayuno y la lectura de los diarios de mañana, sin más deseos que sembrar.

01.10.11

Fuente: 33 papelitos y una mora horizontal, José María Pallaoro, Libros de la talita dorada, La Plata, 2012.


471 y 29

No sólo es un par
de números puestos
al azar.

Es una esquina
con sauces y álamos.

Una simple esquina
de calles de tierra.
Únicas.
Imprescindibles.
Deseadas.

La entrada
a un mundo
que por un breve tiempo
tal vez nos pertenezca.

En el sentido sartreano.
En el mejor sentido.

Fuente: Una medida adecuada a todo, José María Pallaoro, Libros de la talita dorada, La Plata, 2012.


Una madrugada hasta el amanecer

Caí una madrugada
a un departamento
deshabitado cerca del Almafuerte.
Nadie me deseaba, nadie
me esperaba en la oscuridad.
El sol imposible, lejos,

como siempre, en algún rincón
del primer piso.
Me froté los pies
durante algunas horas

intentando no pensar.
Y así hasta el amanecer,
en que el gallo cantó
y me fui

de donde nunca estuve.

Fuente: Una medida adecuada a todo, José María Pallaoro, Libros de la talita dorada, La Plata, 2012.

José María Pallaoro nació en La Plata el 28 de febrero de 1959. Publicó los siguientes libros de poesía: El viaje circular (1999), Pájaros cubiertos de ceniza (1999), Son dos los que danzan (2005), Setenta y 4 (2011), 33 papelitos y una mora horizontal (2012) y Una medida adecuada a todo (2012). En 2012, asimismo, dio a conocer  una reedición ampliada de Son dos los que danzan. Tiene, además, numerosos poemarios inéditos, entre los cuales cabe mencionar: Breve cielo, Latidos, Cuando llueve el mundo es otro, En medio de la lluvia, Es hora de volver a Jimmy Hendrix, El bostezo del viento, Andante tren, El estado de las cosas, El vino del azar, Basuritas, Una piedra haciendo patito y Spinetta. Como difusor cultural, condujo programas  de radio en FM (La máquina del tiempo, En la vereda del sol, Mariposas de madera, La talita) y dirigió la revista de poesía El espiniyo. Actualmente, es editor de Libros de la talita dorada y administra los blogs literarios Aromito, Poesía La Plata y Los ojos. Vive en City Bell, partido de La Plata, donde coordina el Espacio Cultural La Poesía y un taller de escritura. A propósito de Son dos los que danzan, apuntó Juan Carlos Moisés: “En la concepción poética de José María Pallaoro, el poema no tiene otro ritmo que el de la vida, ni otra respiración. Acaso por ello su poesía, que es cristalina, permite un abordaje franco, aun cuando los temas sean graves, de peso. Es de esa experiencia que participa el lector, de lo cándido a una sutileza frontal… Sin lugar para la duda, sus poemas buscan restaurar, restañar heridas, reunir lo disperso, iluminar lo oscuro. El poema es parte de la esperanza… El poema se hace en el devenir, con las fluctuaciones de lo cotidiano y, lo que no es menor, con el temple del sentimiento…”

Foto: José María Pallaoro. Fuente: Gentileza de José María Pallaoro.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Julián Axat

























Dos poemas proféticos


(Mito sobre la refundación de la Ma-tria)

En la matriz de la ausencia
Pitonisa tu voz es mi ensueño real
la mirada de fuego oráculo de la alucinación un ojo rápido de vos
reina infatigable rueda que te rueda las mil ochocientas veces
mareando soles negros expectantes sanguinarios o frívolos
cuarteleros sin cuartel temen y no pueden quitarte tu voz
mi ensueño real o mítico sobre el que tr-ama-mos la refundación


(Maternostra)

                  ¡¡¡MADRE.......¿hay alguien ahí afuera?!......¿¿Por qué no lo ayudamos??.......!!!
Bertolt Brecht

Maternostra que estás en la tierra / y sigues los pasos de nuestros padres / el destino de mis hermanos cuya sangre fue apropiada y todavía late de nuestra búsqueda/ Madre / tú que sigues ayunando con los pobres y desheredados envuelta en tu sudario de día y noche / circular que abraza con el tiempo utopías ucronías o derrotas / Madre no te perdimos en el vientre de la ballena porque nosotros somos Jonás en tu vientre/ santificado sea tu nombre eterno y los tuyos enterrados o perdidos en osarios  /deja vú que comparte su luz con el viento del mañana crepuscular sin agonías/ Osa mayor de los poetas marinos / argonautas desolados sobrevivientes de todas las catástrofes concentracionarias / masacres nuevamente incubadas en los huevos de la serpiente del siglo XXI / la que ejecuta a los pibes de ahora en manos de escuadrones o justicieros de las barriadas / Madre/ tú que los proteges como a tus hijos de Guantánamo / de Abu Grahib / de los gulags del conurbano que aún persisten en su mierda tercerizada por funcionarios de bajo vuelo / venga a nosotros la esperanza que anidas / colocanos en tus entrañas Madre y carganos en tus huestes de 180 rondas y eterno retorno de semblanza de lo mismo / que el propio Nietszche arriba de la piedra hubiera apreciado / tus bisnietos y tataras que siguen en tus estelas / tus Hebes y Azucenas /las anónimas visionarias /armas en tus reinos del acero / y no la boca del tiempo que sin piedad todo lo traga / menos a vos Madre a la que le teme / retrocede como los caballos del Mal que corcovean en las barricadas ante el pañuelo empuñado en alto/ Madre haz que no caigamos en la tentación de arrojar a los miserables a la boca de San Arcángel en la puerta de todas las comisarías / la de los justicieros de ollas y escafandras del odio / Madre tú no inmutas en el asco / porque los conoces de hastíos / esos mismos de siempre que claman por la paz de los cementerios que ellos cargaron de huesos NN y ahora los quieren para rellenar los suelos de sus countries  / Madre / ayudanos a que la fuerza del albatros nos devuelva la palabra y no la ira de los gusanos de la Historia / la revolucionaria pasión de los poetas y milicianos tus hijos que no negociaron su sangre por ningún cadáver de ayer de hoy de mañana / que no trafican su alma licitando cámaras y panópticos para llenar de balas a sus nuevos enemigos / o entrar por una puerta y salir por la otra de la ESMA tal como salió la palabra envenenada del Celan que aún no parimos / hágase tu voluntad Madre / así en nuestra ganas de cambiar el mundo por otro todavía posible / danos el pan nuestro de cada día/ el que necesitan los sueños para soñar que alguna vez fuimos soñados por aquellos que no nos vieron crecer porque los amputaron / danos el antídoto de tu fuerza / el que necesita Chávez para apagar su cáncer / la potencia de tu luz para empujar a Correa / una bocanada de tu aire fresco para hermanar a Chile / a Bolivia / a Brasil y Argentina / Madre / nunca perdones a los que quieren reconciliarse sin entregar los cuerpos o el verdadero nombre de mis hermanos / y tampoco perdones nuestras deudas porque la única culpa / la única / es la de los canallas del imperio / la de los esturiones y sus huestes corporativas / cipayas / Madre / cabalga de nuevo sobre el laberinto de los arcanos mapuches / el de los guaraníes / diaguitas / incaicos y mayas / retrocede en tu memoria hasta encontrar la voz perdida de latinaomérica / nuestra voz actual escondida / la sangre que nos hermana con la tierra de los “otros” / con el edén sin cruces y esvásticas de mazorqueros a sueldo tan inveterados que seguirán buscando enemigos por todos lados para mantener sus puestos /  Madre /  te exijo / te imploro que no nos dejes caer en la tentación de traicionar la palabra después de sucedido Auschwitz /después del verso tiznado /  la rosa putrefacta de Keats impregnada en el aire de Hiroshima y Nagasaki / en nombre de tu herencia indefinida / la caída del Padre / la presencia de tu Hijo / la vida de todos los desheredados sin horror / serás inmortal / marcanos el rumbo de nuestro futuro / Madre


La escalera de Wittgenstein

Blancoooooo
Subí un peldaño
“Rrrojo” “ammmmmarrrilllo”
Subí otro peldaño
“azzzzul” “veeerrrrrde”
Subí el último
“grisssss” “negro”

Mi abuelo graba mi voz a los 2 años
La historia de los colores no llegará a destino

¿En la cima, arrojé la escalera?


La otra metamorfosis

Viajé al pasado
hice entrega al moribundo del frasquito
la penicilina fue inyectada a tiempo y
la tuberculosis drenó.
Entonces agarró los manuscritos
sus obras completas y las prendió fuego
ante la mirada atónita de su amigo Brod
Hace poco me enteré que se salvó de Terezin
murió en el exilio americano
en 1976


La defensoría oficial de los poetas no oficiales

      “la poesía siempre estará con los vencidos”
Nicolás Prividera

Pasó por la mesa de entradas
exigió ser defensor de los simbolistas
sólo porque sabe el nombre de dios campesino /exigió
su lugar en la historia de los poetas menores
no en la de los menores poetas /eso sí…
pidió no ser nunca un burócrata de los versos
rechazó de plano un puesto de poli
y antes de meterse una bala en la cabeza
interpuso un recurso para salvarse a sí
y desapareció porque quiso

Fuente: Gentileza de Julián Axat.

Julián Axat nació en La Plata en 1976. Vive en City Bell. Es abogado y se desempeña como Defensor Oficial del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de La Plata. Publicó los siguientes libros de poemas: Peso formidable (2004), servarios (2005), medium (2006), ylumynarya (2008) y Neo o el equipo forense de sí (2012). En 2010 editó, además, la Antología Si Hamlet duda, le daremos muerte, que reúne a 52 poetas argentinos nacidos a partir de 1970. Tiene dos libros inéditos: El dispositivo y El poeta burócrata. Actualmente, dirige la colección Los Detectives Salvajes, de la editorial Libros de la talita dorada. Según Carlos Juárez Aldazábal, "En el lugar más doloroso de la ausencia, la poesía de Julián Axat realiza una arqueología imprescindible: la palabra como bálsamo de la memoria, palabra que no olvida, sin dejar de apostar por el futuro. Versos construidos con el vacío electrónico de una era, capaces, sin embargo, de sobreponerse al vacío. Invocación utópica que, decantada en palabras, adquiere la densidad necesaria para reverdecer". Lo poemas publicados en esta entrada –algunos escritos recientemente– son inéditos.

Foto: Julián Axat. Fuente: Gentileza de Julián Axat.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Oscar Luciani

























Postales de un álbum de provincia

A Emma

1

He visto en el cristal de mi ventana
y a través de la trama de la reja,
un cielo plomo donde se bosqueja
un pájaro cruzando la mañana.

Tensa la luz su página serrana
ante la lluvia que el silencio añeja
y a medida que el pájaro se aleja
el árbol pierde lo que el cielo gana.

Nace afuera mi voz y hallo en el canto
un follaje imprevisto, mientras tanto
surca la luz que sube emancipada

y en el asombro que la vida crece,
al mismo tiempo que la fe florece
el pájaro se va con mi mirada.


2

Patio al atardecer. Cielo de menta.
Horno encendido para el pan casero.
El nogal, la calandria y el granero
bajo un pliegue lejano de tormenta.

La soledad jugando por su cuenta
con los pájaros prófugos de enero.
Mi madre toda entera y el brasero
donde la humilde sopa se calienta.

Patio al atardecer donde la abuela
hamaca su crochet de hilo lonero
y el verano madura la ciruela;

canta el yunque los hierros del herrero
y al rústico vislumbre de la vela
huele Jesús las hojas del romero.


3

Qué eternidad de lumbre provinciana
desgaja este domingo en su tibieza.
Un pájaro se va desde mi pieza
a través del cristal de la ventana.

En un cielo minero de obsidiana
ronda un abril su cobre de pureza,
la nube finge y el otoño freza
la mansedumbre de la paz serrana.

El fondo del silencio el viento gana
donde la luz su plenitud tropieza
y a la cita de Dios va la campana,

llora sangre el ocaso en la maleza
y en el patio que huele a mentolada
la sombra cae con su habitual tristeza.


5

La volanta, el galpón, el malacate,
el molino, las parvas, las tranqueras,
en el último patio las higueras
y el viejo Ford volviendo del remate.

Mi padre y su sombrero. El primer mate
de mi madre después de cada espera
y la tarde cayendo toda entera
con su llama final de chocolate.

El hermano vestido de soldado
con un niño subido hasta su beso.
Un domingo gastando su feriado.

Un adiós consolado en un regreso.
El bronce de mi cama y desvelados
en el techo mis ángeles de yeso.


9

Cruzó un cielo de agreste serranía
con su vuelo sereno la paloma
bajo el ala violeta que se asoma
incendiando la gris follajería.

Sintió la libertad que le ofrecía
un cielo abierto y absorbió el aroma
que desde el verde manto de la loma
vegetal de silencios le subía.

Curvó el ala ganado más altura,
llena de azul y plena de hermosura,
resuelta al fin la dirección del vuelo,

pero el ojo furtivo que acechaba
movió su dedo y al correr la traba
la detuvo clavándola en el cielo.

Fuente: Antología Poética Bonaerense, Fondo Editorial Bonaerense, La Plata 1977.

Oscar Luciani nació en Firmat, Provincia de Santa Fe, el 15 de septiembre de 1932. Fue constructor de hornos de panadería y, llevado por su oficio, recorrió numerosas localidades del país. Vivió y trabajó en La Plata durante muchos años y en esta ciudad publicó varios libros de poesía, como Postales de un álbum de provincia (1976), Perduración (1976), Fragua y yunque (1977) y Desolación y bajatarde (1978). Autor prolífico y excelente sonetista, cultivó alternativamente las formas clásicas y el verso libre y obtuvo numerosas distinciones a nivel provincial y nacional. Sus poemas se destacan por la notable plasticidad de las imágenes. Murió en Berisso, Provincia de Buenos Aires, el 17 de enero de 2010.

Foto: Tapa de Fragua y yunque, Oscar Luciani, edición del autor, La Plata, 1977. Fuente: C. C.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Pedro Mario Delheye

























Ignorabimus

Todas las cosas pasan y tú también con ellas,
dice Kempis –el hombre, las rosas, las estrellas,
el pensamiento mismo que en un libro encerrara
un filósofo, el verso que como fuente clara
tradujo el noble espíritu de un hombre simple y grave
que contempló las siete cúpulas de la vida–,
todas las cosas pasan. La lámpara encendida
de la verdad se apaga, y sólo queda el hondo
misterio, el vago enigma del por qué de las cosas,
de las causas finales, del principio ignorado,
de los ríos ocultos y fuentes misteriosas
que guarda el Dios antiguo en su huerto cerrado.


Las encajeras

¿Qué manos hacendosas tejieron este encaje?
Tal vez fueron las blancas manos de una beguina
que se pasó las horas tristes del beguinaje
viendo correr el agua trémula y cristalina.

El sol puso una limpia decoración de oro
sobre los apacibles canales ciudadanos
y las garzas flamencas en los techos urbanos
graznaron al impulso de un repique sonoro.

Junto a las nobles vírgenes de los largos vitrales,
las viejas encajeras movieron las agujas,
y en el canal dormido –claro espejo de Brujas–
las aguas duplicaron góticas catedrales.

Yo vi a las encajeras, pálidas y hacendosas,
las nobles encajeras del triste beguinaje
sobre los bastidores, bordando en este encaje
cisnes meditativos y románticas rosas.


Sonetos de ausencia

I

Oh, quietud de la casa a cuya sombra
brotó la pena y se formó la herida,
en ti de nuevo el corazón anida,
reza en voz baja y sin querer la nombra.

Ojos que nunca volverán a verla,
labios que no se cansan de nombrarla,
corazón infantil que por amarla
no has podido a tu lado retenerla.

Pero, a pesar de todo, estoy con ella,
en la rosa, en el lirio y en la estrella;
donde quedó la huella de su mano.

¡Oh, quietud familiar a cuya sombra
el pobre corazón se queja en vano,
reza en voz baja y sin querer la nombra!

Fuente: La vida interior y otros poemas, Pedro Mario Delheye, Imprenta y Casa Editora Coni, Buenos Aires, 1919.

Pedro Mario Delheye nació en Buenos Aires el 6 de febrero de 1894. Llegó a La Plata en 1897 y a los 20 años se recibió de abogado. Fue cuñado de Francisco López Merino. Publicó un libro de poesía: La vida interior (Editorial Nosotros, Buenos Aires, 1917). Dicho libro fue reeditado, con el agregado de sus creaciones póstumas, al cumplirse el primer aniversario de su muerte como La vida interior y otros poemas (Imprenta y Casa Editora Coni, Buenos Aires, 1919). Murió en La Plata el 9 de octubre de 1918. Delheye integra, junto a Mendióroz, Ripa Alberdi y López Merino, el cuadro de honor de la “Generación del 17” o “Primera Generación Platense”, conocida también como “Primavera fúnebre” y “Primavera trágica”. Su poesía, heredera del simbolismo de Rodenbach y Samain, pero también del parnasianismo y el modernismo, transmite una fuerte religiosidad que la diferencia de la escrita por sus pares platenses. En ella, según Gustavo García Saraví, “La Plata oficia de simple aunque eficaz agente catalizador. La ciudad perfílase en tácita sobreimpresión. Las arboledas, las muchachas (las mismas de Alberto Ponce de León), los templos, la vida social, las comodidades, la prosperidad, la despreocupación, cumplen acabadamente su tierna y pacífica tarea de ser un tiempo, una población, una inquietud, un señorío, únicos e intransferibles. Pero hay una característica principal: en la casi totalidad de sus estrofas surgen, desde los abuelos y los sueños prenatales, bellos y brumosos paisajes flamencos, allá en la lejana Brujas...”

Foto: Pedro Mario Delheye. Fuente: Gentileza de Liliana María Pérez, Directora del Complejo Bibliotecario Municipal Francisco López Merino de La Plata, en cuyo ámbito se conserva un ejemplar del libro del que fueron tomados los poemas de esta entrada.