miércoles, 26 de febrero de 2014

Daniel Omar Favero

























***

YO NO QUISE SALVARME SINO DEL EGOÍSMO;
quise hacer con mis venas una comunidad
de vida y esperanzas; quise amarte; luché
para enterrar el odio y odié como un soldado

de la paz que no nace con su libertad única.
Comprobé los engaños fatales donde están
sometidos millones de hermanos, milenarias
tristezas donde muerden los dientes dominantes.

Comprobé la dulzura cuando fuiste mujer
de mis combates, cuando vi más allá
mirándote, menuda, compañera infinita
y descubrí la madre del hombre nuevo, andando.

Yo no quise salvarme sino de la traición,
de la cobarde fuga, de la filosofía
de los desentendidos, cómplices del sepulcro;
entonces, sus gatillos, sin querer, me salvaron.


***

SON UNOS POCOS PASOS QUE ME LLEVAN AL BARRIO,
cruzo el último asfalto, piso el barro, miro
los pajonales donde jugábamos desnudos,
para saber si allí siguen las mismas caras,

limpias de tierra y sol y enfermas de ilusiones,
para saber si aún sonríen contra el mundo
y acaso puedo ser otra vez uno de ellos,
habitante del charco, puro niño, inocencia.

Hay que vivir aquí y escuchar el silencio;
hay que ver desde aquí la ausencia colosal
y cómo las casitas se acurrucan de frío
cuando, lejos, se encienden las primeras estrellas.

Sobre unos pocos pasos que atraviesan distancias
ridículas, regreso, sin querer, todos los días
buscando explicaciones y me quedo cargado
de abismos. Y mi nombre se me olvida en la calle.


***

OTRA VEZ CAMINAR PENSANDO EN VOS... QUÉ LENTAS
cuadras. Siempre muy lejos. Qué sordos paredones.
Qué puertas siempre de otros. Yo llevo la mitad
sufrida de mi cuerpo y el resto se me duerme.

Mi mirada dispersa, fotográfica, verde
(son dos planetas verdes y un cielo verde) cae
sobre los empedrados. Pasa un niño linyera
y la junta, centavo tras centavo, como siempre.

Y un hombre que la mata con triste indiferencia.
Y un micro que la aplasta y la sepulta en humo.
No vayas a creer que no agradezco el día.
Yo solamente siento que le sos necesaria.

Cada esquina padece su hastío de bocinas.
También soy una esquina donde se cruza el mundo
y de algún modo estás más allá de estas cosas
ahora que imagino la hora del regreso.


***

ESTA MAÑANA TIENE LOS BOLSILLOS VACÍOS,
manos blancas y heladas, suspiros y veredas,
bocacalles-soldados y una lluvia llorando
la ceguera del cielo. Tal es nuestro paisaje.

El café, menos dulce, detrás de la ventana.
Los grises cavadores de zanjas y los perros
se están mojando. Pasan soberbios automóviles
y paraguas con sombras... y las puertas, cerradas.

Se enfermarán de invierno hasta las sepulturas.
No quiero ni mirar las goteras del techo.
Mis ojos se quedaron pegados en el vidrio
y eso es malo. Mi silla, dura. Mi tos. Mi horario.

Esta mañana tiene tanto miedo que tiembla
hasta la última hoja. Hay sirenas. Hay hombres
que no entienden ni medio. Y otros, pobres, que sí,
que entienden lo que pasa. Tal es nuestro paisaje.

Fuente: Los últimos poemas, Daniel Omar Favero, Libros de tierra firme, Buenos Aires, 1992.

Daniel Omar Favero (Dane) nació en La Plata el 30 de julio de 1957. Durante la última dictadura militar y cuando sólo contaba 19 años de edad fue secuestrado por una comisión policial junto a su compañera María Paula Álvarez. Desde entonces, permanece desaparecido. Favero, poeta y músico, creció en un barrio humilde que evocó más de una vez en sus poemas. Estudió en la Escuela Nº 8, en el Colegio Nacional y en la Facultad de Humanidades, en cuyo ámbito comenzó la carrera de Letras. Su obra, guardada secretamente por su padre durante los años de plomo, se mantuvo inédita hasta que, en 1992, Libros de tierra firme sacó a la luz una parte de ella con el título Los últimos poemas. Más tarde, en 2007, la misma editorial publicó una nueva colección poética del autor, conocida como Nosotros, ellos y un grito. Para honrar su memoria, un grupo de familiares y amigos inauguró, el 29 de marzo de 2001, la Asociación Cultural Daniel Omar Favero, ubicada en la esquina de 117 y 40. En ella, definida como un auténtico “fortín de barrio”, se llevan a cabo numerosas actividades culturales y talleres y, desde hace un tiempo, se hospeda Radio Estación Sur. En el prólogo de Los últimos poemas, Amílcar Mercader recuerda a Favero de esta manera: “Transitamos juntos, casi sin hablarnos, complicadas geometrías de la vida. El Dane manejaba los silencios a favor nuestro. Casi todo lo que creemos que sabemos de sus sueños se encuentra en sus poemas. Acaso porque sus ojos verdes veían otras cosas, o porque los osados lances de su instinto no esperaban referencias, lo cierto es que sabía callar, aunque nos pese. El destino implacable e impreciso –que él trataba de evitar con el mismo mecanismo del potrero– lo disparó a ese rectángulo del pasado donde es difícil entrar sin que nos duela. Hoy vuelven a mí de aquellos días imágenes lejanas, las angustias, la bronca sostenida y un par de estrellas con su nombre: el delicado equilibrio de sus tumbos sobre el filo que separa el amor de la locura, lo heroico de lo absurdo; y el empleo inteligente del ridículo rellenando intersticios infranqueables. No han mediado despedidas. Es mi amigo. ¿Qué otra cosa?”

 Foto: Daniel Omar Favero. Fuente: http://culturalfavero.tumblr.com

jueves, 13 de febrero de 2014

Osvaldo Picardo




















El caracol

A Guillermo Thoubet

Pegado al vidrio repta sobre un fondo
reverdecido y novedoso.
Mi mundo a su alrededor se desplaza veloz
tanto que se le hace invisible,
sin existencia casi,
apenas una sombra breve.

El caracol que dejo pegado a la ventana
con la enorme casa a cuestas
no estará allí a mi regreso.

Es cosa de velocidades,
una ecuación de tiempos y escenarios.

Guillermo tenía leucemia.
Hablaba en los oídos de la mañana.
Y también reptaba en su vidrio
sobre un fondo de primavera.

Tuvo miedo, me dijo su esposa,
creyó ver algo más veloz,
apenas una sombra al final del  pasillo.

Tampoco él estará allí a mi regreso.
Ya no estaba cuando mi partida.
Sólo la lentitud del caracol,
pienso, mirando a través del vidrio,
tiene el peso necesario para lo eterno.
Cae con precisión en las grietas del tiempo.

Fuente: Apenas en el Mundo, Osvaldo Picardo, edición del autor, 1988.


Picaflores

Antes de correr la cortina frente a las calas
la velocidad se congeló en el aire.
Primero fue uno borroneando las alas
en el hilo desatado ante un gladiolo.
El otro cayó al lado en rebote pausado
y giraron trenzando el tallo de la tarde.

No los habías visto hasta entonces. Luego
leíste que tienen corazones enormes
para el tamaño diminuto de sus cuerpos.

Y también
que mueren de quietud durante el sueño.

Fuente: Quis quid ubi. Poemas de Quintiliano, Osvaldo Picardo, Editorial Martin, 1997.


Blues de septiembre

Fue en este mes, en el puerto, que la viste
entrar a un café que demolieron hace años.
“En realidad no sé” respondiste cuando preguntó
por una dirección que vos conocías demasiado bien.
Y salieron juntos, caminaron por la banquina,
y cayeron en el vórtice de una irrealidad.
Repitieron una ficción en que la única certeza
fue su cuerpo llenando tu boca al nombrarla.
Sin el café, pero como entonces, el mes se parece.
Sobre la cubierta de madera hecha piedra por la sal
el lobo de mar abre una noche filosa en su otra boca
y por su piel de aceite resbala la modorra del puerto.
Un barco también espera fuera del agua la reparación
hasta desaparecer entre latas y recuerdos.

Dos términos en una múltiple metáfora y un hecho sólo.
Un ahora y un ayer haciéndose el amor entre las ruinas.

Fuente: Quis quid ubi. Poemas de Quintiliano, Osvaldo Picardo, Editorial Martin, 1997.


La mano de dios

La pelota escapa con la poca elegancia
de una cabeza decapitada; rompe
con leyes de quietud y buenos modales. 
Pudiera ser un domingo, por la tarde
con calles vacías y silencio de pájaros.
Pudiera ser en cualquier parte,
en cualquier tiempo, efeméride patria
y/o circo romano.
Pero sólo fue
en un lugar y un momento. La cosa es
que el salto está todavía en el aire,
en el extremo exhausto de un músculo
contraído por una guerra y una derrota.
En el sexto minuto nació,
de un empatado segundo tiempo.

Y en la ovación callada, Maradona
por encima del Inglés se eleva. 

Después fue otro día, apenas salió el sol
y se habló de la trampa y hasta de dios. 

México,  junio de 1986

Fuente: Un balón envenenado. Poesía y fútbol (Antología de Luis García Montero y Chus Visor), Editorial Visor, Madrid, 2013.


A turtle’s dream

“And I can swim the ocean
and it´s deep and wide
and in the house above me abide”
                               Abby Lincoln

Como el de la tortuga es este sueño
y puedo nadar en el océano tan lentamente
ancho y profundo.
Y lo pienso y me sorprendo
de cómo ha venido a suceder.
En la lentitud habito mientras tanto,
y me hundo:
debajo está mi casa.
En las gordas burbujas que me reflejan
entre corales y fulgores sólo yo me veo.
Para ningún otro existo.

Apretado en el silencio de un puño
vacío curioseo en las cuevas. Busco
tesoros escondidos conociendo
que no existen. Algas como piernas
y elástica presunción
del revés de las aguas.
Lo demás no lo entiendo: sólo pasa.

Podría algún día soportar otro sueño
y no de esta manera
en que me olvido flotando en tus manos
la prehistórica coraza de un conciliado
reptil que bucea. Soñarme, por qué no,
pulpo ligero o calamar en su tinta.
Y si hay hambre, sopa de cangrejos
o langosta en la trágica cacerola.

No es más que abandono
enrollado
a tu almohada y hundida mi cabeza.
Verosimilitud cursi de otro reino,
insoportable de tan real e inútil.

Pero como la tortuga nadar puedo
lentamente en lo profundo y ancho.
Decir, imperdonable, por ejemplo:
naufrago dulcemente en este mar
y dejar que sólo vos me veas
tan ridículo poeta
soñando en seco.

Fuente: Una complicidad que sobrevive, Osvaldo Picardo, Editorial Martin, 2001.
 

Los que ven las cosas

Y sin embargo
hay algo más, en los pequeños diálogos
del momento...”
                                             Circe Maia

Pensándolo bien les debés
cada uno de tus gustos,
hasta los más groseros,
a las malas influencias
de amigos de paso.
Tomar con ellos una copa
y picar algo,
darle la mano a un desconocido
y adquirir
la obligación de la simpatía
vino a acompañarte
de a poco, sin molestias.

Hola ¿cómo estás?,
por ejemplo,
es el comienzo de un striptease
en que las ropas del desnudo
disfrazan con íntimos olores
y fraternos
manotazos de ahogado.

Y hablar mal. Mal
con el deleite de la envidia
en el refugio ancestral
de una justificación: motivos
 no faltan.

Historias que se entrecruzan
empezadas siempre,
sobreentendidas, deformes
en un viaje aburrido
mientras se tejen las fábulas del
yo soy.

No son sino ellos los que ven las cosas.
Y no queda más qué hacer
que nos las cuenten
y luego
contarlas hasta creerlas propias.

Espejismo de salvación
que transforma la necesidad horrible
en objeto de amor,
“no se puede vivir en el silencio”.

Fuente: Una complicidad que sobrevive, Osvaldo Picardo, Editorial Martin, 2001.


El arte de la pesca

a Ettore, il mio amico

En la escollera, las cañas anuncian
algo siempre inminente. La espera
del pescador sucede al primer pez.
Parece mentira, pero
lo que ya sucedió es lo que se espera,
aunque no vuelva a suceder.

La metáfora nos tienta y te preguntás
si no será una exageración que cada acto
de nuestras vidas signifique algo más
que lo que pasa. Las cosas están ahí
y el dedo que las muestra no es “las cosas”. 

Tironea debajo y se resiste una corvina
de esas que pesan más en las manos
del pescador que en la balanza.
Se sabe que es corvina antes de que salga,
hasta antes de que elijamos la carnada.

Luego, puede repetirse el truco,
el anzuelo, la tanza, la plomada.

Pero el pez no vuelve a picar
y tal vez no vuelva a hacerlo.

Con esa incertidumbre, se prende el farol
y miramos cómo oscurece.

Fuente: Pasiones de la línea. Poemas de Nicolás de Cusa, Osvaldo Picardo, Ediciones En Danza, 2008.


El ignorante

Nunca sabremos realmente por qué
hemos vivido. No alcanzan las palabras.

Sobre el mismo mar se levanta el sol.
Ante el mismo mar
un mediodía, alguien se para en la costa
y mira. Sólo eso y nada dice. ¿Qué espera ver?

Mirar no es ver sólo esto que se muestra,
ni siquiera lo que existe. Las olas hablan
de regresos largamente olvidados,
a veces sin que nadie haya partido.

Una gaviota y un poste de luz parecen
ser el centro del universo. A su alrededor
la circunferencia de tu ignorancia
es como ese pescador y su caña,
una eternidad demasiado larga.

Hubo muchas veces en que creíste
haber nacido para algo. Fue esa fe
la que te empujó a decisiones definitivas.
Pero el resto lo decidió

un puro instinto de felicidad
acontecido para ser superado.

Fuente: Pasiones de la línea. Poemas de Nicolás de Cusa, Osvaldo Picardo, Ediciones En Danza, 2008.


X

Nada más intrascendente que una hormiga.
Leo. Y esa clase de intrascendencia –pienso–
heredará, algún día, la tierra.

Sus antepasados lograron el vuelo
pero se fueron aceptando esclavas
convencidas de su lugar en el mundo.

Un orgullo secreto las revela hermanas
simplemente por la memoria
de un olor al momento de nacer.

Contra todas ellas, las negras, las obreras,
las coloradas, las voladoras, 
se levantó la Villa Victoria Ocampo. 

Sombra veraniega de San Isidro,
que trajeron, a pedazos, desde Inglaterra,
seguramente llenos de trascendencia.

De aquellas batallas de verano, antes de las lluvias,
contra las hormigas,
no quedan registros epistolares  ni diarios íntimos.

Sólo la convicción subterránea
de que serán las que sobrevivan
y el resto, silencio.

Fuente: Mar del Plata seguido de Otros lugares y viajes, Osvaldo Picardo, Ediciones de la Universidad Nacional del Litoral, 2012.

Osvaldo Picardo nació en Mar del Plata en 1955. Vivió en La Plata entre 1974 y 1982. En esta ciudad cursó estudios en la Facultad de Bellas Artes y más tarde en la de Humanidades y Ciencias de la Educación. Actualmente, reside en su ciudad natal. Es poeta, ensayista y crítico literario. Al mismo tiempo, ejerce la docencia y se desempeña como editor. Produjo y dirigió el programa radial "El Otro Lado: diario de poesía", en 1994, y organizó el 1er. Encuentro Nacional de Poetas, Mar del Plata 1998, auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. De esta última experiencia surgió el proyecto Mapas de Poesía Argentina, que dio como fruto la publicación de su ensayo y antología Primer mapa de poesía argentina. Solicitudes y urgencia. El noroeste: La Carpa y Tarja (2000). Fundó y dirigió, entre 2001 y 2009, la revista cultural La Pecera, de la que aparecieron 14 números. Entre 2005 y 2013, fue director editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Colaboró, además, con el Suplemento Literario de Télam entre  2010 y 2012 y con catálogos para exposiciones plásticas y revistas culturales; entre ellas: La Estafeta del Viento, de Casa de América (Madrid), Cuadernos Hispanoamericanos, AECI, (Madrid) y Hablar de Poesía (Buenos Aires). Como poeta, participó en numerosos congresos y festivales de poesía. Su obra poética publicada incluye los siguientes libros: Apenas en el mundo (1988), Poemas con tu altura (1989), Letras en una esfera armilar (1991), Dejar sin ventanas la verdad (1993), Quis, quid, ubi. Poemas de Quintiliano (1997), Una complicidad que sobrevive (2001), Pasiones de la Línea. Poemas de Nicolás de Cusa (2008) y Mar del Plata seguido de Otros lugares y viajes (2012). Recibió, entre otras distinciones, el premio del Fondo Nacional de las Artes del año 2000 por Una complicidad que sobrevive. Poemas suyos fueron recogidos en varias antologías, entre las que cabe mencionar: Poesía Argentina de Fin de Siglo (Vinciguerra, 1996), Signos vitales. Una antología poética de los 80 (Editorial Martin, 2002) y Poesía Argentina del S. XX  (Visor, 2010). Una selección antológica de sus poemas fue publicada, asimismo, por “Cuadernos orquestados”, colección dirigida por Abel Robino, con el título O. P. Vida de poesía (Ernesto Girard Editor, 2008). Según Héctor Freire, Picardo “...no deja de agotar en sus poemas el campo de lo posible. Con mirada asombrada y no con el aburrimiento retórico ante lo cotidiano. A veces con ironía como resistencia contra la resignación, con sutiles y líricas e intelectuales pinceladas, para neutralizar la rutina y lo siniestro, entendido éste por Freud “como aquello familiar que se tornado desconocido… Escribir, para Picardo, aunque no sea nada más que una simple palabra, es constatar, en ese mismo instante, que una lengua está ahí, y se agita afanosa, y con ella todas las ambigüedades, los espejismos y todo el pasado del lenguaje… En este sentido, creo que uno de los ejes a partir del cual se genera y estructura el discurrir poético del autor es el problema de la memoria, el pasado que se impone a pesar de toda voluntad, pero sobre todo la de un sujeto perforado por varias voces. El peso de lo histórico y de la tradición cultural. En sus poemas conviven y dialogan (o sea entran en conflicto) Quintiliano, Catón, Séneca o Nicolás de Cusa, con personajes, situaciones cotidianas y animales emblemáticos como los picaflores, esos seres poéticos “de corazones enormes y cuerpos diminutos que mueren de quietud durante el sueño”. El proceso de asimilación de elementos ajenos, que en mayor o menor grado, advertimos en todo creador, en el caso de Osvaldo Picardo presenta un interés muy particular: es uno de los rasgos que lo distinguen. Sin embargo, esta poesía no es hermética ni oscura, por el contrario, es de una extrema claridad en los detalles. No hay nada impreciso en sus imágenes, ninguna niebla alrededor de los sentimientos que formula, sus medios de expresión son directos y los planos de su puesta en escena están trazados con precisión”.

 Foto: Osvaldo Picardo. Fuente: Wikipedia.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Adrián Ferrero




















Otros poemas encabalgados

1.

Presumo
De no tener
Prejuicios
No obstante
A la hora de
Pasar por
El barrio de la estación
De trenes
(acá nomás, a doce cuadras)
La línea del ferrocarril
Roca
(parece joda ¿no?
Justo con eso de los
“pueblos originarios”)
Es como un paso de frontera,
De malón diría
Una línea delgada
Siento pavor
Al asalto
El pavor pavor de la noche
Del que hablaba
Creo que Blake
Veo o puedo ver
(lo adivino)
A alguna loca
Escapada de burdel
Que rompió
Bolsa
Con el del cabarute
Y ahora ejerce
Como profesional independiente
Hace el gesto evidente
Imprescindible diría
En toda consorte
De pararse en una esquina
Espera

2.

Hay mucho dolor
En el mundo
Pienso
Que lo hay
Pero
Es indecible
De modo que
Mejor
Les hablo
De las nomeolvides
A lo sumo “de eso que de
magnolias
Hay en mi patio”
Prefiero no obstante,
los tigres de Blake
Convengamos
Que sus dibujos
son
Burning bright
Podría
Quedaría
Como políticamente
Correcto
Y tan audaz
¿no es cierto?
Como escuchan
Po-lí-ti-ca-men-te-co-rrec-to
y eso
ya es
algo abyecto
de lo que abomino
tan luego yo
entonces
oro

3.

Hice un pacto con
Dios
Y fue
Que no mentiría
En el poema
Lo que supone
En ocasiones
No tener
Pelos en la lengua
Y decir
Sin temor
Por ejemplo:
(no pretendo ser audaz
Ni escandalizar
Menos aún
Épater le bourgeois
Pero una buena
en donde debe ir)
Me cago
En el mot juste
Por ejemplo


4.

Hay varios intelectuales
Que pontifican pontifican
Como redentores o, peor,
mucho peor,
Con mesianismo
Anuncian un mundo
Reificado
La corrosión de los signos
Alta condensación de sentido
en los  títulos
de los libros
Una poética insurreccional
La trampa del sentido común
En fin
Esas cosas
Es posible observar
Y yo quisiera
Y yo los miro
(y en parte a algunos
los admiro, bien es cierto)
Pero les ruego
no se olviden
Por favor
Que no se olvidaran
De que son finitos
como fideo
cabello de ángel
Y que algún día
Los devorará
La otra trampa
La del tiempo
Que es voraz
Famélica por cierto
Como fauce de león
Quizás
En el mejor
De los casos
Persista
La trama
De sus
Textos
Están los imprescindibles claro
(vuelvo a Brecht)
Pero no menos cierto
Es que me
Consternan
Cada vez más
Los académicos
(y eso que tengo un Ph.D.
en Yale University)
En fin
No me hagan caso
Pienso en voz alta
(eso sí, algunas hipótesis
de lectura)
Como para cerrar
El estado de la cuestión

Fuente: Gentileza de Adrián Ferrero.

Adrián Ferrero nació en La Plata en 1970. Es poeta, narrador y ensayista. Estudió en la Universidad Nacional de La Plata, donde obtuvo los títulos de  Profesor, Licenciado y Doctor en Letras. Entre 2000 y 2006, fue becario de dicha Universidad. Ejerció la docencia y la investigación en ella y, actualmente, trabaja en el área editorial de EPC. Publicó los libros Verse (cuentos, 2000) y Cantares (poemas, 2005). En carácter de editor, dio a conocer Obra crítica de Gustavo Vulcano (ensayos, 2005). Cuentos suyos aparecieron en publicaciones de Argentina, EE.UU., España y México. Sus trabajos académicos fueron publicados, asimismo, en Argentina, EE.UU., Alemania, Francia, Israel, España, Brasil y Chile. Tanto su obra de creación como académica fue traducida parcialmente al inglés. A mediados de los años 90, integró junto a Pablo Ohde, Nicolás Maldonado y Lautaro Ortiz, el grupo Poesía Turkestán. Coordinó talleres literarios, entrevistó a destacadas personalidades de las letras y fue coeditor responsable de Diagonautas, primer portal de escritura creativa de La Plata, cuyas páginas difundieron, entre 2000 y 2009, gran parte de la producción literaria y ensayística de escritores platenses y de otras latitudes. Suele colaborar como periodista cultural con diarios y revistas. Con respecto a los poemas eróticos de Cantares, celebrados oportunamente por poetas de la talla de Néstor Mux y Horacio Preler, escribió Mario Goloboff: “En el abordaje de este tema tan difícil, puesto que todo parece ya dicho, se ven nuevos destellos, se leen nuevas figuras, y es mérito de la poesía de Adrián hacerlo con delicadeza, con sensualidad, con elegancia, con modernidad, con alegría. Hay, a pesar de ello, y numerosas veces, desazón, casi diría tristeza. El cuerpo, como la palabra, escapa. El cuerpo huye hacia sus más adentros, se cierra, se niega, no se ofrece. El canto del cantar se acalla. Y la palabra no se da, apenas si aparece, para desvanecerse, para flotar, efímera. El amor y la palabra siempre flotan”. Los poemas publicados en esta página son inéditos.

Foto: Adrián Ferrero en París. Fuente: Gentileza de Adrián Ferrero.