miércoles, 16 de agosto de 2023

Raúl O. Artola

Domingo
 
Te vas entre las hojas secas
del otoño
alta vestida de negro
las puntas doradas del pelo
sobre el hombro izquierdo
te vas a paso vivo
para volver luego a buscarme
y yo me quedo, angustiado y feliz,
preguntándome si sos real
o te sueño
dentro de un viaje que nunca hice
a un pueblo perdido
del norte de Italia.
 
 
Cygnus
 
No pude superar las torpezas
de la infancia
ni sus asombros
ni la curiosidad
por todo lo que vive.
Han cambiado solo
algunos motivos
y mis reacciones
son más lentas
y conscientes.
He tardado
varios meses en saborear
(rumiante hedonista)
un amor
antes de declararlo
con paciencia desconocida
y gozosa ventaja.
No conocía un cisne
de cuello negro.
 
 
Escribir es un acto de amor
 
Escribir es igual que amar. Es tan difícil como amar. No se puede enseñar
ni se termina de aprender nunca.
 
Cada vez hay que empezar de cero. Cada acto de escritura o de amor son
únicos y la experiencia no sirve para nada. Siempre somos aprendices.
 
Podemos cometer menos torpezas con el tiempo: no se puede avanzar
mucho más.
 
Las dificultades son siempre las mismas: qué hacer, cómo decir, para que
lo que hagamos, para que lo que digamos, sea verdadero, no tenga al ego
por delante, les sirva a otros y sea digno de recordar.
 
Ah, y que la empresa no nos fatigue tanto como para hacernos creer
que ya no vale la pena.
 
 
Nubes y Palomas
 
Bajo un cielo nublado
en la cumbrera de los vecinos
se han posado ocho palomas
que se alternan los lugares
como en toda reunión
para conversar.
Es mediodía y desde la mañana
ha estado amenazante.
Como si tuvieran un orden
determinado las palomas
emprenden vuelo en parejas
sin prisa, a intervalos regulares.
Cuando salen las dos últimas
calculo: en quince o veinte
minutos lloverá.
 
(a Valeria Pariso)
 
 
Preparativos
 
Una mujer que no llega
a los cuarenta
nos dice que un hijo
suyo se suicidó.
Lo dice
preparando el bolso
para viajar
al entierro
mientras le sirve
la comida a su perro.
Me lo va a cuidar
una amiga.
Tiene una casa
cómoda y varios animales.
Son dos días
nada más.
 
 
Umiños
 
Donde sueñan las verdes hormigas
los nativos australianos han levantado
un santuario en medio de la sabana.
Dicen que no solo oxigenan la tierra
sino que fabrican el agua de reserva
en miles de hectáreas desoladas.
Las llaman umiños, que significa
ingenieros o artesanos de la vida.
Una empresa británica quiso explotar
el uranio y las verdes hormigas
ahogaron uno por uno a los operarios
y sepultaron las excavadoras
y los explosivos y el obrador
entre sus túneles sagrados.
Los nativos miraban nada más,
La batalla duró cuatro años.
Los combatientes se calculan
en cientos de millones de umiños
sin otras armas que su estructura
biológica y su capacidad ancestral.
 
(a Werner Herzog y a
Ignacio Javier Artola)
 
 
Crónica encontrada
 
Acá en la fronda de mis pensamientos dejaron de florecer las causas
personales y colectivas.
 
Ya no me resultan placenteros los placebos de costumbre, la ficción
de un amor unilateral, la pasión por lecturas estimulantes y películas
dramáticas y heroicas sobre unas vidas pequeñas y anónimas. O la
música que siempre he amado.
 
Miro unas noticias espeluznantes sobre el país y el mundo, simples
ejemplos de la situación en que se encuentra la humanidad, sin que
se me mueva un pelo.
 
¿Será que me he mimetizado o contagiado con el estado de cosas que
se ha naturalizado?
 
Me peso y sigo oscilando entre 61 y 62; mi pulso no pasa de 80 por
minuto, no tengo fiebre ni presión arterial por encima o debajo de
lo habitual, respiro con normalidad y me alimento dentro
de lo aconsejable.
 
A pesar de esas señales alentadoras, ¿hay alguien, lego o diplomado en
ciencias de la salud física y mental, capaz de dictaminar que estoy vivo?
 
 
*
 
No me pregunten qué
y menos a esta hora.
El intento siempre es secreto
no saber qué ni por qué pero intentarlo.
Los resultados nos dirán
lo que buscábamos.
O no.
Con la poesía nunca se sabe.
 
 
Deseo
 
Tengo dicho
que no quiero
ser cremado.
A la tierra
sin pompa
ni caros ataúdes.
Si uno de mis hijos
tuviera alguna duda
no pensaría en consultar
a un puñado
de cenizas.
En cambio
podría preguntarle
a cualquiera
de mis huesos.
La ciencia
de los detectives
asegura
que los cadáveres
hablan.
 
Fuente: Cisne de cuello negro, Raúl O. Artola, Tatami Letras, Buenos Aires, 2022.
 

Raúl O. Artola nació en Las Flores, Provincia de Buenos Aires, en 1947. Durante su juventud, vivió, estudió y trabajó en La Plata, ciudad a la que vuelve regularmente por razones familiares y afectivas. Desde 1975 está radicado en Viedma, Provincia de Río Negro. Es poeta, narrador, ensayista, editor, periodista y docente. Publicó los siguientes libros: Antes que nada (poesía, Fondo Editorial Rionegrino - EUDEBA, 1987); Aguas de socorro (poesía, Ediciones Último Reino, 1993); Croquis de un tatami (poesía, Asociación Madres de Plaza de Mayo, 2002); El candidato y otros cuentos (narrativa, editado con el auspicio de la Secretaría de Cultura del Chubut, 2006), libro premiado en el XXIII Encuentro de Escritores Patagónicos de Puerto Madryn; [teclados] (poesía, El Suri Porfiado, 2010); La periferia es nuestro centro. Apuntes sobre política, cultura, territorios y experiencias (ensayo, Espacio Hudson, colección El Extremo Sur, 2011); Registros de hora prima (textos en prosa, Ediciones La Carta de Oliver, 2014); La mirada corta. Antología poética, 1976-2016 (poesía, Ediciones La Carta de Oliver, 2017), La mujer ágrafa y otros infundios (narrativa, El Jinete Insomne, 2018); Cisne de cuello negro (poesía, Tatami Letras, 2022). Compiló, además, Poesía / Río Negro - Antología Consultada y Comentada. Volumen I (Fondo Editorial Rionegrino, 2007) y Poesía / Río Negro - Las nuevas generaciones. Volumen II (Universidad Nacional de Río Negro y Fondo Editorial Rionegrino, 2015). Entre 2002 y 2009, dirigió la revista-libro El Camarote - Arte y cultura desde la Patagonia. En el extenso y sustancioso texto que sirve de prólogo a Cisne de cuello negro, destaca Juan Carlos Moisés acerca del autor:
 
Las puertas de entrada a su poesía son generosas para el lector, de ningún modo son inaccesibles. Como dijo Eliot, “no es lo mismo esperar que el lector posea conocimientos, que hacer una exhibición de ellos”. Y agrego lo que dijo sobre el verso de Pound para referirme al libro de Artola: “es preciso y concreto, porque siempre hay en el fondo una emoción definida”. Su escritura se resuelve con delicadeza, sin sobreactuar el modo, con una cadencia en el decir que despierta empatía y la vuelve cercana. No para que resuene en una sala llena de gente sino para leer en voz baja, a una pequeña audiencia o al oído de alguien.
 
Foto: Raúl O. Artola. Fuente: Facebook.