jueves, 19 de julio de 2012

Norma Etcheverry





















Insectos I

Los pequeños insectos danzan en círculo
se estrellan unos con otros cegados por la luz
que artificialmente
dibuja sus prematuras sombras.
Breves sus vidas se encandilan
en un giro tras otro
inútilmente.

Así los hombres
por demasiada lucidez o demasiada levedad
sucumben.


Insectos II

Entonces cae la noche
y no somos más que sombras chinescas
sobre el mundo
cementerio de nada
flores quietas
bajo el golpe efímero del agua
Cada mañana como las mariposas
insectos de luz
volvemos a creer en la mundana concupiscencia
de los días.


El poema debiera ser algo que se planta

El poema no es algo que se construye
 sino algo que se planta.
Miguel Torga

El poema debiera ser algo que se planta
como un arbusto
un seto un manzano
que se riegue sin saber lo que se arriesga
lo que deja en el fondo
o lo que sale a la luz
sólo debiera dar cuenta de nuestra pequeñez
en la tierra
de nuestra imperceptible sombra
y nuestra nada en el tiempo
o mejor aún de nuestra máxima aspiración: que un pájaro o un niño
se pose alguna vez
sobre sus ramas.


Más allá del hospital
   
Estoy aquí. O allá o en cualquier otra parte.
En mi principio.
T. S. Eliot

Le sugiere que escriba algo bello.
No sabe pero debiera
saber
que es imposible escribir algo bello
sobre una estadía en hospital. Pálida y aséptica
pesadilla en blanco y negro donde todo cuerpo es un flujo
y las carnes ya no son territorio de caricias
sino oscuras cavernas.
Mejor olvidar
lo erótico y deseable de los cuerpos cuando lo que hay
sobre la cama
es andrajo, tubos y flema entre denodados guiños de muerte
y decrepitud.
Más vale una mente creativa
que distinga los árboles en el parque y algo más
que hilachas en las nubes
un cielo fragmentado detrás del ventanal
unos ojos que viren hacia la calle
en vez de mirar hacia el pasillo interno
por donde pasan médicos
esa casta creída de todos los saberes
o enfermeras y enfermeros
obscenos en el intercambio de la nada corporal.

Más vale
el vuelo de aquel espíritu capaz de irse tan lejos
como pueda
y depositar su halo en una obra de arte
quien dice un Courbet o Mahler
un libro de D. H. Lawrence
o una silenciosa frase de Duras.

Más vale el espíritu libre
que se reconoce en su fin. O en su principio.


El cable del teléfono

Sentada al sol
miro mi casa desde fuera de mi casa
la música del auto me envuelve lentamente
todo se detiene
y por un instante
reparo en el cable del teléfono.
Recortado en el fondo de este cielo
me impresiona pensar que todos estos años
ha sido el mismo cable.
Toda esta vida en esta casa
con ese mismo cable negro
péndulo apenas
mecido por los vientos
reseco al sol
lluvia tras lluvia
sobre el mismo objeto mudo
que estuvo allí permaneciendo cada día
cada noche
cada año de todos estos años y tantas voces
tantas conversaciones
tantas historias o fragmentos
de historias
que entraron y salieron
toda la vida y toda la muerte toda
pasando por allí.
Como un cordón umbilical que alimentara
de palabras al mundo.

Fuente: Lo manifiesto y lo latente, Norma Etcheverry, Cuadrícula Ediciones, La Plata, 2011.

Norma Etcheverry nació en Ranchos, Provincia de Buenos Aires, en 1963. Es periodista. Publicó tres libros de poesía: Máscaras del Tiempo (1998), Aspaldiko (2002) y La ojera de las vanidades y otros poemas (2010). Con el título Lo manifiesto y lo latente, incluido dentro de la colección “Cuadernos orquestados”, dirigida por Abel Robino, dio a conocer en 2011 sus nuevos poemas. Reside desde muy joven en La Plata.

Foto: Norma Etcheverry. Fuente: Gentileza de Norma Etcheverry.

2 comentarios:

  1. Salud en este día! Brindo por la poesía que también nos brinda buenos amigos. Saludos para vos César y en tu nombre incluyo a Norma y al resto de la gente. Valeria

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  2. Gracias, Valeria, en nombre de todos por tu saludo. ¡Muy feliz día también para vos y los buenos amigos quilmeños!

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