jueves, 21 de febrero de 2013

Susana Siveau





















Letra y mano

Vivo duramente
amaso el pan
de la zozobra
y siento mellarse
en mis costillas
la realidad.

Letra y mano
golpean a martillo
el día
y alguna lágrima
endurece la voz
de vez en cuando
por injusticia
o impotencia.

Escribo desde los ojos
de un pueblo
disperso y salobre.


Casa de fuego

Un lugar.
Una casa de fuego
junto al agua.
Un tejido de pájaros
y lágrimas.

Todo arde.
Cada cosa que toco
te recuerda
con mi propia memoria
y se incendia la noche
hasta el alba.

Paredes, ventanas, techo,
labios, caricias, nombres.
Eso que fue
durante tanto tiempo
un refugio
arde.

Ardo también
me purifico.


Hoy nieva

a Mónica

Suena el teléfono
Desde el fin del mundo
ella me saluda
me cuenta que hoy nevó
por primera vez

Como todos los días
se pondrá su abrigo
atravesará con pies cansados
la ciudad

llegará a un cementerio
al lado del océano
allá en algún lugar
del fin del mundo
para que su niño no esté solo

hoy que es su cumpleaños
y nieva por primera vez
sin que ella pueda abrigarlo

Fuente: Letra y mano, Susana Siveau, Libros EL Búho, City Bell, 2010.

Susana Siveau nació en La Plata en 1961 y reside en Villa Elisa. Cursó estudios de Psicología en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de su ciudad natal. Publicó dos libros de poemas: Noche estrellada (Edición Mundo Despierto, 2002) y Letra y mano (Libros El Búho, 2010). Poemas suyos fueron incluidos, además, en diversas publicaciones. Acerca de ella señaló Irina Bogdaschevski: “...lo más interesante son justamente sus analogías, que destacan su lúcida, sencilla y transparente forma de tratar el lenguaje. A los simples y fundamentales hechos y cosas de la vida cotidiana la MANO de Susana les pone la LETRA que se transforma en una VOZ de matiz estético singular.”

Foto: Susana Siveau. Fuente: Gentileza de Susana Siveau.

martes, 12 de febrero de 2013

Ángela Gentile

























Poema I                     

Un anciano que muere es una
biblioteca que se quema.

Óyeme andar,
cree en los nombres que hilvano.
Te diré que llueve en la tierra
y sabrás que hay geografías de hambre.
Exilia de mí las voces de tus pájaros,
los vencejos del día,
la ausencia que fundó mi calendario.
Porque transité tus párpados
en busca del viento de tu astrología,
de oír tu voz arribar con el sudeste,
y el agua de tus vértebras
subir y multiplicarme.

Fuente: Escenografías, Ediciones del Copista, Córdoba, 2005.                  


Poema II

El archivero continúa la historia.
Clasifica guerras.
Vigila el devenir de los océanos.
Acumula mundos con su índice
y alimenta la belleza.
Quita el polvo y respira,
rescata para sí un epitafio
y lo sella en sus labios.
Suma el infinito desplegando fantasías
y dispara su aliento sobre los continentes.
Guarda en su bolsillo una luna medieval,
junto a una antigua comarca de pájaros
y recuerda a los hombres, a los hambrientos
perseguidores del ocaso.

Fuente: Escenografías, Ediciones del Copista, Córdoba, 2005.                  


Casa del Citarista
Taberna d-ivni procuri

Alguien habla,
mientras el silencio labra sabiduría
en las gargantas
de la tierra del viento.
Unos pocos alumbran los templos.
Otros,
detienen las  lenguas
y alcanforan la eternidad.

Muy lejos,
los adoradores de carneros
resumen,
observan,
transmutan
en reptil o ave.

Los soñadores cultivan tubérculos,
los buscadores de plumas
diseñan palomas en el éter, 
sibilando profecías.

Tiempo de héroes
en calles muertas,
de barcos bajo Selene,
de  hechizadas bocas,
de estrellas
que siempre regresan,
a la traición de los océanos.

Fuente: Cantos de la Etruria, Ediciones del Copista, Córdoba, 2008.


Valle de los Misterios

Los dioses soplan sobre las  vísperas:

“Palomas de jade,
 pasajeras de lo imprevisto:
¡Inventen el aire!”

Ellas,
atraviesan el silencio
y la multitud  rasga el amanecer
para verlas cruzar el último sol.

Se descifra en cartas medievales:

una antigua lengua romana,
el límite entre lo propio y lo bárbaro.
Los copistas se detienen,
bajan en tinta  sus miradas
y deciden corazón o página.

Las pasajeras de jade
en  balanzas egipcias,
pesan las almas
y retoman el silencio
dejándonos la levedad,
la memoria,

de  esa tierra indescifrable.

Fuente: Cantos de la Etruria, Ediciones del Copista, Córdoba, 2008.


Los pies de Ulises

Fui devorado por el mar,
pero mis pies memorizaron Ítaca, su hierba y el misterio condenado a mí.
Por ellos regresé multiforme y primitivo de sandalias.
Allí, velaron mi nombre una y mil noches, bajo las estrellas y cerca del Egeo.
Alguien rozó la sagrada marca en mi piel y preguntó:
¿Quién eres?
Sólo mis huellas, arquitectas de infamias, reposaron en paz en salinas aguas,
olvidaron la resina de las zateras y dejaron de oler a maderos.
A expensas del mundo mis plantas  buscaron las sombras y otra voz delató:
¿Dónde irán tus pies?
Y vinieron hacia mí los naufragios y los vientos.
Yo, soberano en intrigas, no pude contra mí y me pregunté:
¿Quién me recuerda?
Y el mar rugió memorioso desde la alta orilla.

Fuente: Gentileza de Ángela Gentile.


Cantos de las lavanderas nocturnas

Hacia el oeste, Céfiro sopla sobre los lavaderos
donde nuestras jóvenes manos noche a noche sepultan la madre Selene.
Aquí aguardamos las naves que temen el mar de negra obsidiana,
mientras navegaban junto a Euro, el funesto viento del Este.
Debemos lavar nombres, escudos y velar las sandalias de los héroes,
libando el agua sagrada de abril en nuestras manos desiertas.
Peregrinamos recogiendo la arena de los cataclismos.
Cantamos.

Fuente: Gentileza de Ángela Gentile.

Ángela Gentile nació en Berisso, Provincia de Buenos Aires, en 1952. Es profesora. Fue becaria de la Universidad para Extranjeros de Perugia, Italia. Recibió el Premio Nacional Iniciación de Literatura del Ministerio de Educación y Justicia de la Nación en la bienal 1985-87 y el Premio Pregonero 2009 de la Fundación El Libro. Participó en congresos nacionales e internacionales (Cuba, Ecuador, Colombia, Uruguay e Italia, entre otros países), en la OEI y en el Foro Internacional de la Fundación Mempo Giardinelli. Recientemente, fue invitada a la 9na. Feria del Libro de Venezuela FILVEN 2013, a realizarse en Caracas entre el 8 y el 17 de marzo. Perteneció al Centro de Estudios Italianos (UNLP) en investigación y traducción. Tradujo cuentos y novelas al italiano. Co-dirige la revista independiente de literatura juvenil (teoría y crítica) Etruria y Biblos’03 - Programa de promoción de la lectura literaria de Berisso. Colabora con la Casa de las Américas de Cuba. Publicó los siguientes libros: Escenografías (2005), Cantos de la Etruria (2008) y, en co-autoría, Percorsi (enseñanza de la lengua italiana), El lenguaje, lo propio,  La Divina Comedia, el poema que atravesó océanos (ensayo traducido al italiano) y Voces Olvidadas - Las lenguas y las canciones de cuna de la inmigración (patrocinado por  la UNESCO). En 2012, dentro de la colección “Cuadernos orquestados” que dirige Abel Robino, dio a conocer su nueva producción poética con el título Cuerno de marfil, en cuyo prólogo apunta Guillermo Pilía: “…el de Ángela Gentile es un mundo antiguo difícil de identificar, su Etruria o su Constantinopla no son las de la historia ni las de los mapas, ella crea su propia mitología, y sus poemas son como reliquias, como pequeños restos de una remota cosmogonía…”  Actualmente, reside en La Plata. Los poemas “Los pies de Ulises” y “Canto de las lavanderas nocturnas”, publicados en esta página, forman parte de un libro inédito.

Foto: Ángela Gentile. Fuente: www.tuertorey.com.ar

viernes, 1 de febrero de 2013

Luis Pazos



El guerrero

Sabe que muere
por un manojo de símbolos
y golpea las puertas del mundo
hasta quedar hecho un muñón.
Ya sin morada
deposita los pies en cualquier laberinto.
Un día entabla
su batalla definitiva

hacer de la propia vida
la única poesía válida.


El umbral

Cuando los dioses nacieron
decidió que debían morir.
Los dioses forjaron sus armas

mitos leyendas sueños misterios.
Los hombres las suyas

ideas conceptos teoría definiciones.
Los hombres triunfaron

la figura se impuso al caos
lo posible a lo imposible
lo común a lo excepcional
la inteligencia a la vida.
Pero tanto esfuerzo
fue apenas un ensayo.
Infinitamente más desnudos
que el primer hombre
recién comenzamos
el verdadero trabajo

vivir en un mundo
que carece de dioses.


El Mesías

Fue anunciado
por profetas pavorosos
y vestales delirantes.
En el corazón del desierto
ascetas con hogueras en los ojos
presagiaron su imperio milenario.

En el corazón de la jungla
un mono de dientes rechinantes
pronunció su nombre.
Llegó acompañado
por ejércitos
sin fin ni principio.
Su primer acto de poder
fue fijar el límite
de sus prisiones.
El horizonte fueron los barrotes.
Clausuró todo espejo de su imperio
y sembró una pesadilla en cada surco.

Tuvo dos hijos
uno varón hembra el otro.
La tierra el agua
el fuego y el aire
supieron sus nombres

Miedo y Desolación.

Una versión de la historia
dice que murió de indiferencia
como corresponde a un dios.

Otra
que murió de amor
como cualquiera de las criaturas
a las que sometió
con su implacable desamor.


La condición humana

Porque era un dios
entre los dioses
en su ilimitada arrogancia
asumió la condición humana.
Pero tan aterradora circunstancia
ni siquiera su divinidad
pudo soportarla.
Supo que toda libertad es ilusión
que la felicidad es pasajera
y que no hay remedio para la soledad.
Pronunció su última palabra divina
que fue a la vez la primera humana
y se echó a la vera de un camino
para morir como los hombres

de esperanza y desesperación.


El encuentro

Se buscó
en el desierto alucinante
y en la selva sonora.
En los mares sin orillas
y en los ríos
con forma de serpiente.
Se buscó en las cavernas sin fondo
y en las montañas
que sostienen el cielo.
Se encontró
inesperadamente
en un camino cualquiera.
Tuvo entonces
su primera y única certeza

el azar
es una de las formas
del destino.


El disfraz

Todo estaba perdido.
Lo supo
con la misma certeza
con que un día
presintió su nacimiento.
No era la muerte
era algo peor.
Algo tan intolerable
que tuvo miedo
de sí mismo.
Intentó huir 
de su propia sombra.
No pudo hacerlo.
Ninguna máscara
se adecuaba
a su rostro.


La materia de lo real

Todo a su alrededor
es límite.
Qué día o qué noche
en qué cuerpo sin forma
en qué lugar sin nombre
perdió el horizonte
ya no lo recuerda.
Tal vez nunca lo supo.

Sin poder elegir
tomó el único camino

hacia abajo.
En la caída
obtuvo el conocimiento
ilimitado.
La realidad y los sueños
están hechos de la misma materia

el vértigo.

Fuente: El cazador metafísico. Poesía reunida I, Libros de la talita dorada, La Plata, 2011.

Luis Pazos nació en La Plata el 5 de agosto de 1940.  Viajero incansable, reside actualmente en su ciudad natal, donde asegura que va a morir. Es poeta, artista plástico y periodista. Integró los grupos Diagonal Cero, Grupo de los 13 (CAYC) y Escombros, este último desde 1988.  En 1971, un jurado compuesto por Alberto Girri, Carlos Mastronardi y César Magrini le otorgó el premio del Fondo Nacional de las Artes por El cazador  metafísico, obra publicada al año siguiente por Editorial Noé. Escribió, entre 1971 y 2006, doce libros que son, según sus propias palabras, “producto de la desesperación”. Los cuatro primeros fueron dados a conocer en un solo volumen por Libros de la talita dorada en 2011, con el título El cazador metafísico. Poesía reunida I. En opinión de Néstor Mux, Pazos “parece dialogar sólo con su propia sombra”. Y agrega: “Para encarar ese diálogo (en el que le va la vida, como a todo creador de verdad) no busca atajo alguno. No se esconde bajo un techo de previsibilidad lírica. Tira la adjetivación al canasto de la ropa sucia. Deshecha todo refugio. Escapa, adrede, de la aprobación asegurada del lector condescendiente. Se presenta descarnado, desnudo, autónomo. Enhebra, en suma, una poética fundada a la intemperie”. Alguna vez, Pazos se definió como “un sobreviviente”, y eso es lo que cree ser hoy. Por lo demás, confiesa: “A pesar del precio que tuve que pagar por mis errores, no me arrepiento de nada... No voy a pedirle disculpas a Dios por mis caídas, que fueron tantas como granos de arena tiene el desierto. En la hora final, le diré, simplemente: Padre, recuerda que siempre fui tu hijo”.

Imagen: Ilustración de tapa de El cazador metafísico. Poesía reunida I, Libros de la talita dorada, La Plata, 2011. Fuente: C. C.