Dos perros
Mi padre compró un
perro nuevo
en reemplazo del perro
muerto.
Eso fue hace diez años
y desde entonces
pasaron muchas cosas
en el medio:
Mi padre tuvo un
accidente y casi se muere.
Ahora el que está por
morirse es el perro nuevo
en el patio interno:
un lugar donde los
brotes del pánico
han empezado a cubrir
las paredes.
Para combatirlo
repetimos la historia
de tener hijos
de comprar perros
cuando no deberíamos
hacerlo
cuando debería ser
suficiente
con dos perros muertos.
Fuente: Los libritos, Jorge
Chiesa, Goles Rosas, Mar del Plata, 2011.
1
Desde el colectivo en
movimiento
se queda mirando un
pueblo
llamado Coronel Vidal.
Sea de día, sea de
noche,
nunca nada se mueve
en esa clase de
pueblos.
Nadie alzando la mano,
invitándolo a bajar.
Ningún gesto de amparo
en medio de tanta
desolación.
2
A lo mejor quiero
decir la imagen sesgada de un pueblo
viviendo solo en la
llanura,
o de unas pocas almas
viviendo una vida de pueblo:
casas de ventanas y
puertas abiertas
de gente que barre la
vereda bajo la luz tenue
o anda en bicicleta al
ritmo de los perros.
A lo mejor quiero
decir todo eso
en el ojo de un
observador que se desplaza,
durante todo un
invierno entre dos ciudades,
tironeando entre lo
que se posee
y no se posee.
7
Al principio son
pequeñas diferencias,
fisuras, si se quiere,
de la trama.
Luego peleas que,
como desperfectos de
la tela,
atentan contra la vida
tejida en común.
Entonces eso que
llamamos familia,
ese lugar, se
desgarra.
De pronto la
separación equivale a la distancia
que una de las partes
debe recorrer
para arribar al
desencuentro
de su pasión.
13
Hablo de cerrar los
ojos y sacarse las ventosas
de la cabeza.
De tomar vodka y
dormir envuelto
en pieles de oso
durante todo un
invierno,
esperando la primavera
pero sintiendo
que hay nieve por
todas partes.
Nieve en las manos,
en las axilas,
nieve en los ganglios.
Fecunda,
silenciosa nieve
cayendo
dentro de uno.
14
Soñar con un plato de
comida y una cama
luego de un trabajo
pesado
es todo lo que pido.
Dormir en el interior
de un iglú,
junto al calor de los
rescoldos.
Pasar una temporada
aprendiendo de los esquimales
que viven en casas
idénticas y encienden un único fuego.
15
De eso se trata la
escritura:
de volver adonde no se
puede volver.
La imagen de un balde
rojo
con dos peces negros
nadando en círculos.
Esas son las tierras
de la memoria.
Impresiones de toda
una vida; nada más.
A pesar de todos los
cuadros,
lo único que Rembrandt
quiso pintar
fue un poco de polvo
flotando en el
interior de un rayo de luz.
Luz que solía iluminar
las entrañas del
molino de su padre.
La forma que tenía ese
polvo deslumbrante
de transformarse en
materia; nada más.
18
Cada vez que paso por
un pueblo como Vidal
me pregunto si
realmente estaría dispuesto
a bajarme justo en ese
sitio
y nunca llegar a
destino.
Hacer de cuenta que yo
también
soy pasajero en
extinción,
pariente lejano del
gran Wakefield.
Me pregunto si eso
sería posible:
bajarse en un pueblo
en medio de la nada,
en busca de casa,
manta o piel,
donde envolverse y
simplemente
desaparecer.
Fuente: Un invierno ruso, Jorge Chiesa, Olmo
Ediciones, Buenos Aires, 2012.
7
Aunque esto no deje de
ser una idea,
primero fue la palabra
y después la idea
y por eso, como dijo
el poeta,
se trata menos de
buscar palabras para tus ideas
que ideas para tus
palabras.
Ellas son el punto de
partida,
eso a lo que aferrarse
y que sirven para iniciar
esta narración que por
incapacidad
llamo poema.
El lenguaje vendría a
ser algo así,
una incapacidad, una
linterna confusa
encendida de a ratos,
que está aprendiendo a
enfocar
en el interior de un
cuarto
lleno de oscuridad y
sucesos.
Con haces de luz que
pretenden captar
imágenes
deshilvanadas,
encandilando por un
instante
las palabras que te
definen
y no paran de moverse
como abejas
enloquecidas.
8
Todo lenguaje proviene
de su propio diálogo
con el silencio,
como si las palabras
nacieran
de la sequía
de una gran luz
pero en seguida
buscaran
un poco de sombra en
la voz,
y eso las aliviara.
No el hallazgo
de una voz
sino el asilo
de una sombra.
9
Me pregunto si un
grafólogo
podría revelarme algo
importante,
eso que todo hijo
debería saber
acerca de su madre.
Un rasgo inevitable de
su carácter
o una faceta
desconocida,
incluso para ella
misma,
oculta en su propia
letra.
La explicación del
porqué
de nuestra relación
enterrada,
y de todo aquello que
saldría a la superficie
por obra y gracia de
una ciencia
aplicada a hurgar en
la escritura.
Fuente: El animal equivocado, Jorge Chiesa, La Bola
Editora, Mar del Plata, 2014.
3
Me quedé mirando una
botella
mantenerse a flote y
derivar
en el agua silenciosa
de la laguna
mientras buscaba
palabras duraderas
antes de nombrar las
cosas
pero también para
mostrarte que a veces
hay dignidad y belleza
en las cosas que se abandonan.
Que no sea viento, me
pediste,
quien decida.
Pero cómo hablar un
lenguaje
más resistente que
nosotros,
que el vidrio de una
botella
cuyo único mérito
consiste en saber flotar
y estar vacía.
8
La boya de color rojo
flotó toda la tarde
entre los juncos,
alargados y verdes,
mientras el pescador
esperaba verla hundirse,
verla desaparecer.
Quién no ha deseado
después de años de
sequía
ser arrastrado hacia
lo profundo
por una fuerza
invisible.
La vista fija,
castigada por el
reflejo
del sol en el agua,
y aun así
a la espera de un
acontecimiento,
de una ilusión.
Porque algo hay que
mirar.
No hablo del momento
cruel
del pez colgado por la
boca
sino lo que pareciera
decirnos
la modesta lección del
ojo
en su silencio y
desnudez.
Fuente: Las nubes, Jorge Chiesa, Municipalidad
de Las Flores, Las Flores, 2019.
Jorge Chiesa nació en La Plata el 27 de noviembre de 1969. Obedeciendo a su pasión
por el surf, en 1996 se mudó a Mar del Plata, donde reside desde entonces. Es
abogado, narrador y poeta. Su obra publicada incluye: La pesquita (poemas, Dársena 3, 2007), Los libritos (poemas, Goles Rosas, 2011), Nilsen (poemas, Ediciones Suárez, 2011), Dinamarca (cuentos, Ediciones Suárez, 2011), Tony (novela, Clase Turista, 2012), Un invierno ruso (poemas, Olmo Ediciones, 2012), El animal equivocado (poemas, La Bola
Editora, 2014) y Las nubes (poemas,
Municipalidad de Las flores, 2018). Obtuvo, entre otras distinciones, el
“Premio Municipal de Literatura Osvaldo Soriano” de la ciudad de Mar del Plata
en cuento y poesía (2009), el primer premio en el concurso de poesía “Premio
Fundación Banco Ciudad” (2012), organizado por la Fundación Victoria Ocampo y
Olmo Ediciones, y el primer premio de poesía en el “Concurso Nacional de Cuento
y Poesía Adolfo Bioy Casares”, organizado por la Municipalidad de Las Flores
(2018).
Foto: Jorge Chiesa. Fuente:
Suplemento de Cultura, diario La Capital, Mar del Plata, 22 de junio de 2014.
Muy bellos poemas!
ResponderEliminarMe conmovió la reflexión sobre el lenguaje. Muchas gracias.
ResponderEliminarExcelente poesía la de Chiesa.
ResponderEliminarR
ResponderEliminarQué buen poeta, César! Gracias por hacérmelo conocer. Uno se alegra con estas gratas sorpresas. Mis felicitaciones para el autor. Abrazo grande.
ResponderEliminarMuchas gracias por los comentarios y mi agradecimiento a Cesar Cantoni. Coincidencia con Gustavo Rosendi de quien guardo este poema: "Comenzamos cavando como si
ResponderEliminarfuera nuestra propia tumba
Pero cuando el cielo escupía fuego
nos dábamos cuenta
que era un buen hogar
después de todo".
Excelentes poemas, tenías razón querido César, son muy buenos, un verdadero placer leerlos. Me gustaría tener algún libro, por ejemplo, Un invierno ruso, o Un animal equivocado (del que el poema 9 promete y mucho)...en realidad, todos muy interesantes. Gracias, César!
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