10
Amar a un hombre
bueno
es entregar
el lado más
inocente
del corazón.
Los hombres
buenos
no son piadosos
en el amor.
No les bastan
las miradas de Gorgona,
las noches
desmesuradas,
las palabras
de fuego.
Los hombres
buenos
no quieren
otra cosa
que quedarse
con lo más puro
que tenemos.
13
Llegás
como la lluvia
algunas tardes,
con un rumor
suavecito
de agua clara,
y dan ganas
de bailar
descalza y niña
sobre la hierba
fresca y
verdecida.
Llegás.
Y yo te espero
detrás
de mi última
inocencia.
17
La tarde
se detiene,
suspendida
en los hilos
de luz
que teje
y desteje
el viento
entre las ramas.
En este instante
de pájaros
agrestes,
la pureza
y la crueldad
son las únicas
certezas
sobre el mundo.
21
¿Adónde van
estas ganas de
reír,
de escapar
corriendo
por los montes,
descalza y sin
aliento?
¿Adónde va
este salvaje
impulso
de vivir,
deslumbrada de
sol?
¿Adónde se
esconde
el ansia
de ser más
que esta mujer
que cierra las
ventanas
cada noche?
33
Las mujeres de mi
casa
me enseñaron,
junto al oficio
de los fuegos,
a coser
prolijamente
en puntadas
simétricas,
exactas.
Punto a punto,
eslabones de una
cadena
perdida en el
origen
de los tiempos.
Minuciosa,
he bordado
cuarenta años
la engañosa
trama.
Nadie supo
cuántas noches
a la luz severa
de las velas
cosí mis alas
con hilos de
agua.
Nadie sabe
que sólo espero
la gracia
de una noche sin
luna,
y una brisa
propicia.
38
Ya no quiero
escribir sobre el
amor
ni sus sórdidos
espejitos de
colores,
deslumbrantes
baratijas
de algún genio
maligno.
Ya no quiero
escribir del
desamor,
ni de la loba
herida
que desgarra mi
carne
cada noche
que el insomnio
me derrota.
Me bebí de un
trago
las grandes palabras
y ahora
sólo quiero
sentarme a la
orilla de un verso
que me sane.
46
Las manos
despiertan
el día
al abrir las
ventanas.
Las manos
peinan hijos,
limpian, lavan,
planchan,
guardan la rutina
en prolijos
cajones.
Llegada la noche
cierran las ventanas,
acuestan los
niños.
Cuando llega el
sueño,
si es que el
sueño llega,
al cerrar el
libro,
vuelan a tu
almohada,
como las gaviotas
dueñas de una
playa
desmesuradamente
sola.
Fuente: Cuadernos de la breve ceguera, Mariana Finochietto, La Magdalena Editora, La Plata, 2014.
Mariana Finochietto nació en General Belgrano, Provincia de Buenos
Aires, el 24 de enero de 1971. Desde hace 15 años vive en City Bell, Partido de
La Plata. Tiene cuatro hijos. Estudió Letras y luego derivó hacia la bibliotecología
y la filosofía. Según confiesa, pasó su primera infancia rodeada de animales,
árboles y libros. Dice también que ama las playas solas y los libros usados,
todo lo cual se refleja claramente en su poesía, que no necesita apelar a
“grandes palabras” ni recursos complejos para seducir y conmover. Cuadernos de la breve ceguera (2014) es
su primer poemario publicado.
Foto: Mariana Finochietto.
Fuente: Gentileza de Mariana Finochietto.
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ResponderEliminarPorqué?
EliminarCoincido con leila. Gracias César por darnos a conocer la poesía de Mariana y felicitaciones a ella, por supuesto.
ResponderEliminarGracias, Valeria, por tu comentario.
EliminarSaludos y un abrazo.
Me encantó. Gracias!
ResponderEliminarlo mejor que he leído en los últimos tiempos, brillante y simple. Gracias
ResponderEliminarMe encanta... es como si tuviese las palabras que una quiere decir y no puede o no sabe decirlas.
ResponderEliminarCuanta pureza. Me gustó mucho, particularmente el poema 1O. Muchas gracias.
ResponderEliminarCoincido con Perseida. Dice las palabras que me gustaría decir pero no me salen! Palabras simples, bellas y contundentes. Me en-can-ta!!
ResponderEliminarHace pocos dias que conozco la Poesía de Mariana y estoy embelezada por su forma tan simple de escribir y tan profunda !! Mil gracias.
ResponderEliminarFui atrás de breves versos perdidos, a buscar la poesia de esta mujer. Y encontré un universo. Gracias Mariana
ResponderEliminarElla seguro que no...
ResponderEliminarElla seguramente no porque no es poeta.
ResponderEliminarSaludos y buen año en la poesía!
Fer