viernes, 15 de marzo de 2013

María Cecilia Font





















La madre de mi madre

Yo sé que vendrán días
de una triste espesura
porque has comenzado
a ser una
lenta
deshilvanada lluvia. Cuando
te veo, andariega aún,
con tu canto de manso cascabel
pienso
que el olvido guardará su semilla desteñida
para otra vez. Por eso
cómo duele
algunas tardes verte allí
sentada
esperando como una niña buena
que el viento deje de girar
el trágico molino.

Ahora que siente cansancio tu trineo
y la mano abierta
nervada de tiempo
está echando a volar tu última paloma.

Fuente: Cilanco, María Cecilia Font, Editorial Rodolfo Alonso, Buenos Aires, 1981.


Elegía blanca

Después
–también lo he pensado–
es necesario sitiar
la sombra de los pinos.
Descenderles la altura
y remolcarlos.
Uno a uno.
En silencio,
como si estuvieran enfermas las abejas.
Tenderlos a la sombra de otro árbol.
Convocar a las hormigas
y esperar que la tierra
se arraigue en la madera.

A los nidos
encontrarles el lugar
de una comarca nueva,
de un contorno inmóvil
parecido a la siesta del verano.

Y todas las tardes,
a la hora del paseo acostumbrado,
hilvanar con los ojos
sombra a sombra
el primitivo lugar
donde se alzaban,
puras,
las voces de la madre y los hermanos.

Fuente: Cilanco, María Cecilia Font, Editorial Rodolfo Alonso, Buenos Aires, 1981.


La huida

Muere solo el elefante
recordando sus vidas anteriores.
Muere solo el hombre
con el ansia cargada de mañana.
Y en la huida
pareciera ser
la vida
un presente
que equilibra.

Fuente: A Dios, que recuerde, María Cecilia Font, Editorial Rodolfo Alonso, Buenos Aires, 1994.


Buen día

Abrir la persiana
hacia la órbita
donde el mundo
detiene su marcha
en una imagen:
la escoba que barre
la vereda.
Hojas que fueron testimonio
del árbol de la vida.
Árbol que semilló en la puerta.
Puerta que se abrió a los comensales
del otoño.
Hojas.
Hojas.
En el living. En el comedor.
En la jaula del canario.
En la agenda
donde reza
“comprar escobas”
para barrer
la pátina dorada de los sueños
hechos de nervadura de tiempo
guardados
en el herbario de la memoria
del único habitante
cuando digamos simplemente
buen día
Dios.

Fuente: A Dios, que recuerde, María Cecilia Font, Editorial Rodolfo Alonso, Buenos Aires, 1994.


Extensión del cuerpo

Adentro del cráneo
acurrucado en la almohada
de los sesos
duerme el ángel.
Afuera
el desorden.
Un rayo enciende el polen ya sin flores
y la abeja huye
de los cabellos al viento.
No hay paciencia
y la mirada
es lenta
en el presagio.
La mano derecha
frota a la izquierda
como si nueva alquimia
pudiera disparar
un orden nuevo.
Se descascaran las columnas
como escultura
a medio construir.
El agua
se bebe a sí misma
y es cántaro que muere de sed.
Las rodillas
crujen en el ruego
echadas a rodar.
La garganta se pliega
y los ojos
despabilan
la memoria del cielo
una constelación
la ráfaga del lucero
mientras aplastas con el pie derecho
el día
y empujas con el talón
la noche.

Fuente: Sigilo de arco, María Cecilia Font, De los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2004.


María Cecilia Font nació en La Plata el 20 de noviembre de 1945. Es egresada de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Ejerció la docencia en dicha Facultad y en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”. Publicó los siguientes libros: Impresionismo y expresionismo en “Raucho”, de Ricardo Güiraldes (ensayo, 1972), La libertad y el crepúsculo (poesía, 1972), Cilanco (poesía, 1981), Mito y realidad en Alejo Carpentier. Aproximaciones a “Viaje a la semilla” (ensayo, 1984), La espada más aguda (poesía, 1987), Forma del aire (poesía, 1991), A Dios, que recuerde (poesía, 1994), Sigilo de arco (poesía, 2004) y La gracia, los días (poesía, 2009). Sus poemas la hicieron acreedora de numerosas distinciones y fueron incluidos en diversas recopilaciones poéticas. A propósito de Sigilo de arco, señaló el diario El Día, de La Plata, en su edición del domingo 15 de agosto de 2004: “...la obra de María Cecilia Font es sin duda una de las más expresivas y singulares, revelando hondura y estricta sencillez en el lenguaje que ilumina lo cotidiano, precisión para descubrir las huellas del tiempo en lo anímico, y una enorme variedad de matices a fin de recrear la textura de paisajes interiores que la palabra evoca. Hay reminiscencias clásicas en la obra de esta autora y una capacidad de síntesis indudablemente elocuente, valiosa”.

Foto: María Cecilia Font. Fuente: www.mariaceciliafont.com

1 comentario:

  1. QEPD María Cecilia Font, que tu poesía y tus ensayos, tus clases y tus charlas, con su expresividad austera, sobria, muy profunda, nos regalen tu permanente cercanía.
    Patricia Coto

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