El poema
Como una fotografía de palabras
(como una pintura o partitura
o una escultura hecha con palabras)
O como una selva amazónica
donde pululan y crecen salvajes
palabras como animales
no sometidos a un orden humano
Mientras el poeta agazapado
apunta y las va cazando
(a las que más le llaman la atención
las que más desea o ama las que
más ha odiado o las que sólo se han
cruzado en su camino porque sí)
Algunas van muriendo otras huyen
como pájaros asustados y algunas
quedan heridas y son encerradas
en la jaula blanca de su libreta
hasta que todo es silencio
Alguien ha desordenado el caos
ha roto su delicado ecosistema
Algo ha cambiado para siempre
Para bien o para mal
algo ha cambiado
Problema de
cervicales
Todos llevamos, como Eneas, a nuestro
padre sobre los hombros.
Horacio Castillo
Bueno padre
hasta aquí hemos llegado
Hace muchos años que me duele el cuello
que siento una presión insoportable
Tantos como el tiempo que llevás
sobre el cementerio de mis hombros
Tenés que entender que estoy en rehabilitación
que el fisiatra me dijo que así la cosa no va más
Caminá al lado mío si querés (aunque ambos
sepamos que no podrás seguirme el paso)
¿No oís ladrar al
perro allá donde esperan
los tres hocicos de una misma sombra?
Dale bajá
Vamos a vernos por primera vez
cara a cara
(Sé bien que no tenés ninguna culpa
Yo te subí sin preguntar)
¡Ah! Ahora sí puedo ver tu sonrisa
como si fuera la mía
¿Sentís el mismo alivio que yo siento?
Los dos comenzamos a sanar
(no te duelen más las piernas y mi columna
está liviana)
Ya puedo respirar
Igual quiero que sepas
que aquí nadie ha abandonado a nadie
Simplemente hay gente que se queda
y gente que tiene que seguir
Cada uno con el tratamiento que le toca
Día de visita
En el camino a la pieza tres viejas me dicen cosas
que no entiendo –o que no quiero entender–
Pero ella se asoma por el umbral chirriante
como si todavía flotara en una panza reseca
sin ni siquiera luchar por salir
porque no recuerda cómo
Todos los días me espera (y desespera)
como si uno aún estuviera pataleando dentro suyo
Ahora que la beso me doy cuenta:
está más flaca que la soledad
(y descubro que vengo aquí día tras día
porque de alguna manera también la estoy esperando)
Su memoria temblequea cosas tan inútilmente necesarias
como los trompos perdidos de la infancia
Tiene miedo hasta del miedo (pero si el miedo la conociera
–puedo asegurarles–
tendría más que miedo)
Siempre creyó en todas esas estampitas
que no pueden ayudarla (sólo le pido que crea en ella
pero es mucho pedir)
Me da su ropa sucia para que lave
pero nunca me dará lo que quiero que verdaderamente limpie
Hablamos siempre de que no fue al baño
o de que fue mucho al baño
Pero no hablamos de él de mí de nosotros
(yo nací de pie –casi no nazco–
Mi padre murió solo y borracho)
Todo esto me lo contó antes alguien –no mi madre–
Sería muy fácil odiarla
Pero tomo el camino más difícil
Porque cuando me voy sé que está mordiendo
un tiento demasiado duro
Y que hace fuerzas para abajo
mientras yo sigo haciendo fuerzas para arriba
Para que pueda por fin sacar un pie
a la vereda del mundo
Escribí la palabra
“grillo”
y un grillo se posó sobre mi hombro
Pensé que definitivamente la poesía
había venido a visitarme y me sentí
demasiado responsable
¿Qué sucedería si atinara a escribir
“elefante” “dios” “demonio”
o tu nombre enmohecido?
Ya basta por esta noche
Real de Catorce
He venido de lejos para renacer
en la puerta de este cementerio
Muy adentro el crótalo rojo
se retrae y expande
temiendo ser pisado por las sombras
La paciencia del viento en la montaña
se expresa en cada pedregullo
Porque hemos bebido el vino de los fantasmas
y ahora deambulamos un camino nebuloso
Una luz dulce me ha llevado a donde podría
morir perfectamente
No te quedes
No te vayas
(revolotea un pequeño ser en el hombro
mientras liba el polvo de mi aura)
Pero no sé realmente si he venido
o si ya estaba
creciendo en tu desierto
como un tímido peyote
Pueblo catorce veces y Real
Perra de plata que muerde mi pierna
en medio del sueño
y me hace caer meteóricamente
hacia la dimensión inaudita
Porque quizá he venido de muy lejos
sólo para abrigarme con el sarape de la luna
(ella toma mi brazo y me acompaña
en esta antigua caminata hacia la nada)
No te quedes
No te vayas
(dice la luz que me ha traído y que me pierde)
No te quedes
No te vayas
(cantan las luciérnagas de fuego)
Ellas saben que mañana al final del túnel
daré vuelta mi cabeza
Y ya será tarde para venir o irse o buscarse
Será tarde en la tarde moribunda
Irremediablemente tarde
Fuente: Gentileza de Gustavo
Caso Rosendi.
Gustavo Caso Rosendi nació en Esquel, Provincia de Chubut, el 3 de agosto de 1962.
Reside en La Plata. Publicó tres libros de poesía: elegía común (edición artesanal, 1987), bufón fúnebre (Último Reino, 1995) y soldados (Ministerio de Educación de la Nación, 2009). Este último fue
editado con un cuadernillo anexo para uso pedagógico en las escuelas como
material destinado a la capacitación de docentes en temáticas relacionadas con
la memoria crítica de la historia argentina. Poemas suyos figuran en varias
antologías, entre ellas: El viento también
recuerda (compilación de textos de ex combatientes de Malvinas, Último
Reino, 1996), 8 poetas regionales
(Editorial Vinciguerra, 1997), Poesía 36
autores (La Comuna Ediciones, 1999) y Naranjos
de fascinante música (Libros de la Talita Dorada, 2003). En 2000 grabó
junto a Martín Raninqueo el CD titulado Poemas.
Entre las distinciones obtenidas, cabe consignar la Faja de Honor de la
Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires 1985-1986 y el Primer
Premio del Concurso EDELAP de Poesía 1997. Asimismo, fue seleccionado por
Joaquín O. Giannuzzi para la Bienal de Arte Joven Buenos Aires 1989. Con
respecto a soldados, libro que contiene
algunos de los mejores y más difundidos poemas sobre la guerra de Malvinas y
que, además, fue motivo de importantes análisis y comentarios, escribe Daniel
Mesa Gancedo, docente de la Universidad de Zaragoza: “Definitivamente, la clave
de este poemario es la permanencia paradójica. Quedarse en la muerte, en la
tierra, en el campo de batalla, o quedar para la vida y la memoria. Quedar vivo
/ quedar muerto: no hay diferencia para el soldado, el sujeto que ha vivido la
guerra. Así habría que haber comenzado: soldados
es la reconstrucción de un itinerario, de una conversión, de un nacimiento: el
del sujeto-que-ha-estado-en-guerra.
La guerra también queda en el soldado. Lo que el soldado puede decir, sólo
puede decirlo en plural, pocas veces desde el “yo”: es un sujeto que se define
como idéntico a otros, a esos otros que fueron absorbidos por –quizá– el
Espíritu Absoluto, que se insinúa al final del poemario, confinado a las
letrinas, inalcanzable, es claro, para la letra”. Los poemas publicados en esta
página forman parte de Peyotl, su
próximo libro.
Foto: Gustavo Caso Rosendi.
Fuente: Gentileza de Gustavo Caso Rosendi.
excelente :)
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