Postales de un álbum
de provincia
A Emma
1
He visto en el cristal de mi ventana
y a través de la trama de la reja,
un cielo plomo donde se bosqueja
un pájaro cruzando la mañana.
Tensa la luz su página serrana
ante la lluvia que el silencio añeja
y a medida que el pájaro se aleja
el árbol pierde lo que el cielo gana.
Nace afuera mi voz y hallo en el canto
un follaje imprevisto, mientras tanto
surca la luz que sube emancipada
y en el asombro que la vida crece,
al mismo tiempo que la fe florece
el pájaro se va con mi mirada.
2
Patio al atardecer. Cielo de menta.
Horno encendido para el pan casero.
El nogal, la calandria y el granero
bajo un pliegue lejano de tormenta.
La soledad jugando por su cuenta
con los pájaros prófugos de enero.
Mi madre toda entera y el brasero
donde la humilde sopa se calienta.
Patio al atardecer donde la abuela
hamaca su crochet de hilo lonero
y el verano madura la ciruela;
canta el yunque los hierros del herrero
y al rústico vislumbre de la vela
huele Jesús las hojas del romero.
3
Qué eternidad de lumbre provinciana
desgaja este domingo en su tibieza.
Un pájaro se va desde mi pieza
a través del cristal de la ventana.
En un cielo minero de obsidiana
ronda un abril su cobre de pureza,
la nube finge y el otoño freza
la mansedumbre de la paz serrana.
El fondo del silencio el viento gana
donde la luz su plenitud tropieza
y a la cita de Dios va la campana,
llora sangre el ocaso en la maleza
y en el patio que huele a mentolada
la sombra cae con su habitual tristeza.
5
La volanta, el galpón, el malacate,
el molino, las parvas, las tranqueras,
en el último patio las higueras
y el viejo Ford volviendo del remate.
Mi padre y su sombrero. El primer mate
de mi madre después de cada espera
y la tarde cayendo toda entera
con su llama final de chocolate.
El hermano vestido de soldado
con un niño subido hasta su beso.
Un domingo gastando su feriado.
Un adiós consolado en un regreso.
El bronce de mi cama y desvelados
en el techo mis ángeles de yeso.
9
Cruzó un cielo de agreste serranía
con su vuelo sereno la paloma
bajo el ala violeta que se asoma
incendiando la gris follajería.
Sintió la libertad que le ofrecía
un cielo abierto y absorbió el aroma
que desde el verde manto de la loma
vegetal de silencios le subía.
Curvó el ala ganado más altura,
llena de azul y plena de hermosura,
resuelta al fin la dirección del vuelo,
pero el ojo furtivo que acechaba
movió su dedo y al correr la traba
la detuvo clavándola en el cielo.
Fuente: Antología Poética Bonaerense, Fondo
Editorial Bonaerense, La Plata 1977.
Oscar Luciani
nació en Firmat, Provincia de Santa Fe, el 15 de septiembre de 1932. Fue
constructor de hornos de panadería y, llevado por su oficio, recorrió numerosas
localidades del país. Vivió y trabajó en La Plata durante muchos años y en esta
ciudad publicó varios libros de poesía, como Postales de un álbum de provincia (1976), Perduración (1976), Fragua y
yunque (1977) y Desolación y
bajatarde (1978). Autor prolífico y excelente sonetista, cultivó
alternativamente las formas clásicas y el verso libre y obtuvo numerosas
distinciones a nivel provincial y nacional. Sus poemas se destacan por la
notable plasticidad de las imágenes. Murió en Berisso, Provincia de Buenos Aires, el 17 de enero de 2010.
Foto: Tapa de Fragua y yunque, Oscar
Luciani, edición del autor, La Plata, 1977. Fuente: C. C.
Hola, mi nombre es Aníbal Acuaro soy el yerno de Oscar. Gracias por compartir su trabajo !!!
ResponderEliminarPor nada. Conocí a Oscar Luciani a mediados de los años 70. Fue un placer publicar sus poemas.
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