Ignorabimus
Todas las cosas pasan y tú también con ellas,
dice Kempis –el hombre, las rosas, las estrellas,
el pensamiento mismo que en un libro encerrara
un filósofo, el verso que como fuente clara
tradujo el noble espíritu de un hombre simple y grave
que contempló las siete cúpulas de la vida–,
todas las cosas pasan. La lámpara encendida
de la verdad se apaga, y sólo queda el hondo
misterio, el vago enigma del por qué de las cosas,
de las causas finales, del principio ignorado,
de los ríos ocultos y fuentes misteriosas
que guarda el Dios antiguo en su huerto cerrado.
Las encajeras
¿Qué manos
hacendosas tejieron este encaje?
Tal vez
fueron las blancas manos de una beguina
que se pasó
las horas tristes del beguinaje
viendo
correr el agua trémula y cristalina.
El sol puso
una limpia decoración de oro
sobre los
apacibles canales ciudadanos
y las
garzas flamencas en los techos urbanos
graznaron
al impulso de un repique sonoro.
Junto a las
nobles vírgenes de los largos vitrales,
las viejas
encajeras movieron las agujas,
y en el
canal dormido –claro espejo de Brujas–
las aguas
duplicaron góticas catedrales.
Yo vi a las
encajeras, pálidas y hacendosas,
las nobles
encajeras del triste beguinaje
sobre los
bastidores, bordando en este encaje
cisnes
meditativos y románticas rosas.
Sonetos de ausencia
I
Oh, quietud de la casa a cuya sombra
brotó la pena y se formó la herida,
en ti de nuevo el corazón anida,
reza en voz baja y sin querer la nombra.
Ojos que nunca volverán a verla,
labios que no se cansan de nombrarla,
corazón infantil que por amarla
no has podido a tu lado retenerla.
Pero, a pesar de todo, estoy con ella,
en la rosa, en el lirio y en la estrella;
donde quedó la huella de su mano.
¡Oh, quietud familiar a cuya sombra
el pobre corazón se queja en vano,
reza en voz baja y sin querer la nombra!
Fuente: La vida interior y otros poemas, Pedro Mario
Delheye, Imprenta y Casa Editora Coni, Buenos Aires, 1919.
Pedro Mario Delheye nació en Buenos Aires el 6 de febrero de 1894. Llegó a La Plata en
1897 y a los 20 años se recibió de abogado. Fue cuñado de Francisco López
Merino. Publicó un libro de poesía: La
vida interior (Editorial Nosotros, Buenos Aires, 1917). Dicho libro fue
reeditado, con el agregado de sus creaciones póstumas, al cumplirse el primer aniversario
de su muerte como La vida interior y
otros poemas (Imprenta y Casa Editora Coni, Buenos Aires, 1919). Murió en
La Plata el 9 de octubre de 1918. Delheye integra, junto a Mendióroz, Ripa
Alberdi y López Merino, el cuadro de honor de la “Generación del 17” o “Primera
Generación Platense”, conocida también como “Primavera fúnebre” y “Primavera
trágica”. Su poesía, heredera del simbolismo de Rodenbach y Samain, pero
también del parnasianismo y el modernismo, transmite una fuerte religiosidad
que la diferencia de la escrita por sus pares platenses. En ella, según Gustavo
García Saraví, “La Plata oficia de simple aunque eficaz agente catalizador. La
ciudad perfílase en tácita sobreimpresión. Las arboledas, las muchachas (las
mismas de Alberto Ponce de León), los templos, la vida social, las comodidades,
la prosperidad, la despreocupación, cumplen acabadamente su tierna y pacífica
tarea de ser un tiempo, una población, una inquietud, un señorío, únicos e
intransferibles. Pero hay una característica principal: en la casi totalidad de
sus estrofas surgen, desde los abuelos y los sueños prenatales, bellos y
brumosos paisajes flamencos, allá en la lejana Brujas...”
Foto: Pedro Mario Delheye. Fuente: Gentileza de
Liliana María Pérez, Directora del Complejo Bibliotecario Municipal Francisco
López Merino de La Plata, en cuyo ámbito se conserva un ejemplar del libro del
que fueron tomados los poemas de esta entrada.
Quiero. Felicitarte por rememorar nuestros queridos antepasados. Me encanto haberlo descubierto. Espero verte. Pronto. Meke
ResponderEliminarpapá siempre me habló de él ... y, más o menos a la misma edad escribió sus poemas , el libro lo tiene mi hermana , son destinos ...
Eliminarvicky