El espejo
Para Hebe y
Néstor
De quién es esta pena que me
mira,
este rostro de liquen,
anhelante,
esta abrumada linfa, semejante
a la acidez y al llanto y a la
ira?
De quién es esta boca que
suspira,
este cutis de cal, agonizante,
esta verdad que tengo por
delante,
esta verdad doblada en la
mentira?
Qué sangre la recorre, qué
creencia
sostiene su crueldad o su
inocencia,
su virtud, su ignorancia, su
egoísmo?
Soy o no soy esta pasión de
enfrente,
este rostro cercano y diferente
tan igual a mi alma y a mí
mismo?
Fuente: Segundas intenciones, Gustavo
García Saraví, Ediciones Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1976.
Tu lengua
Oh luciérnaga acuosa y
furibunda,
cáliz inmemorial donde se liba
ferozmente la miel de la saliva,
ancha orquídea carnal que me
circunda
de diminutos astros, oh profunda
y aérea, serpiente roja y viva,
uva con llamaradas, sensitiva,
vibrátil, inefable piel que
funda
sobre mi piel los últimos
edenes,
oh tumultuosa espada, pez
quemante
que subes por los muslos y las
sienes,
oh desesperación, desasosiego,
síntesis de la noche, amante,
amante,
altísima y fatal, punta del
fuego.
Fuente: Segundas intenciones, Gustavo
García Saraví, Ediciones Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1976.
Mi cama
Os podría explicar
cómo es cada uno de mis muebles:
el bargueño, la mesa
los sillones, la cómoda,
detalles
de la repisas
la biblioteca, los espejos.
Llevan
conmigo muchos años y casi
forman parte
de mi propio inventario: la
mandíbula
el sacro sacro, el páncreas, las
dos manos completas.
Sin embargo, prefiero hablaros
de mi cama
mi humilde cama
mi pequeño Mar Muerto, mi
rectángulo
habitualmente destendido,
escorzo
de la blancura, página
para escribirme en ella,
copiarme textualmente.
También podría anotar como
al descuido que estoy solo,
solo, más solo
que nunca, solo
en sus inmensidades e
imperceptibles pánicos
solo entre sus riberas, sin un
pie
un camisón, un muslo, una
palabra
una melena
una nuca, una espalda, una
respiración
un olor, algo
para aferrarse
a la vida y no morirse.
Sí, algo para
no morirse, de noche, solo
igual que un muerto
que resuelve morirse nuevamente.
Fuente: Salón para familias, Gustavo
García Saraví, Compañía Impresora Argentina, Buenos Aires, 1977.
Palabras ciertamente admirativas para
una mujer llamada “la Delfina”
a Marcial
Galina
En las afueras
de Concepción del Uruguay
en el antiguo
y abandonado
cementerio del pueblo, junto
a una capilla
(que me parece que es pequeña y
blanca, dos
lujos de la humildad poco frecuentes
en las casas de Dios) hay una
loza
que dice el innombrable nombre
de la Delfina
la coronela, la teniente
la soldado, la tropa
la sargento mayor, la cabo
la cabalgata, la carrera
la perpetua jinete, la edecana
de las justas matanzas
la mantenida
la barragana
la puta, la querida
la brasileña, la amantísima
la amada de Ramírez, la
escondida, la pública.
La amada de Ramírez.
Y en cierta forma de nosotros
los postreros ilusos
la soldadesca
los otros fundadores de la
patria
los otros fundadores de un modo
de querer
que ya no existe
ni existirá, precisamente como
la Delfina, el ayer, la gloria,
los caballos.
Fuente: Salón para familias, Gustavo
García Saraví, Compañía Impresora Argentina, Buenos Aires, 1977.
Gustavo García Saraví nació en La Plata
el 29 de diciembre de 1920 y murió en Buenos Aires el 19 de mayo de 1994.
Durante varios años vivió en Posadas, Provincia de Misiones, ciudad que lo
declaró Huésped de Honor en 1992. Fue poeta, escritor y abogado. Publicó, entre
otros, los siguientes libros de poesía: Tres
poemas para la libertad (1955), Monografía
para mi muerte y otras soledades (1956), Los sonetos, (1958), Los
viajes (1960), Sonetos de amor
(1963), Con la patria adentro
(1964), Libro de quejas (1972), Cuentas pendientes (1975), Cuadernos del Ecuador (1976), Segundas intenciones (1976), Salón para familias (1977), Ensayo general (1980) y Escalera de incendio (1981). Recibió
numerosas e importantes distinciones, entre ellas: Primer Premio de Literatura
de la Provincia de Buenos Aires (1952), Premio Internacional de Poesía del
diario La Nación (1963), Premio Regional
y Nacional de Poesía (1974 y 1977), Premio Internacional de Poesía Leopoldo
Panero (1981), Premio José Luis Núñez (1981) y Diploma al Mérito de la
Fundación Konex (1984). En 1990, la Municipalidad de La Plata lo designó
ciudadano ilustre. De espíritu escéptico, García Saraví cultivó el soneto y el
verso libre por igual. Su pluma abordó los temas más diversos, como el amor, la
familia, la soledad, el tiempo, la vejez, la muerte, la patria, los héroes, la
injusticia social, y lo hizo, unas veces, con dolorido acento y, otras, con
ironía impiadosa. Perteneció a la generación neorromántica del 40.
Ilustración: Gustavo García Saraví.
Dibujo de Lascano. Fuente: www.revistalaguillotina.blogspot.es.
Re-leer a Garcia saravi, todo un re-creo. Gracias!!!
ResponderEliminarInconmensurable
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