Día 5
En estos días las estalactitas pendulan multiplicadas en nuestras cabezas
cariadas. Camino en un laberinto de ideas. Variables azarosas. Una placa tectónica
se lleva lejos en inflamable deriva los días de familia. Se los lleva lejos. No
puedo recordar las canciones de mi madre. Ni el día de los muertos en el que el
picor de los claveles me inflamaba la nariz. No recuerdo los castillos de arena
en la playa ni los baños en las huellas de megaterios. En esta deriva que acabo
de mencionar, mi pequeña familia come pan duro y toma agua de pozo y las otras
familias en sus placas flotantes derivan río arriba como en ascenso hacia el
cielo, sí, ese puto cielo católico que nos cavó una caverna en el
entendimiento.
Día 222
Ya somos tres. Llevamos lo necesario para el inicio del otoño. Los bulbos
laten entre terrones de humus y los escarabajos depositan quitina en la cuna de
los bulbos que engendran las palabras de la futura primavera.
Tenemos algunas latas de miel y en el sótano el cadáver de un jabalí.
Haremos lonjas a la sal en grano y licor de naranjas. Hoy he fileteado ajo para
condimentar y me he rebanado la yema del dedo anular, en el que no he querido
ponerme una alianza. ¿Para qué? Si ya estamos unidos hasta la muerte. Tenemos
una hija que nos está alfabetizando en esto de la humanidad, claro, a mí me
cuesta más que a vos porque yo tengo la cabeza llena de voces que me deletrean
enigmas, me destrozan lo que soy y me reprochan lo que pude haber sido.
Día 480
La velocidad de pensamiento mi amor es como la luz y filosas las ideas
penden de tu aorta que bombea aguas salobres y nos inunda de calma cuando hay
que contar cuentos para hacer que estamos en paz y nos queremos. Un animalejo
carnívoro nos hociquea los muslos y libera la feromona que te enloquece. Te
digo que es invierno que el frío no da ganas pero nos succionamos el lomo, las
mamas, los dientes como paletas dulces. Y el pensamiento mi amor que es veloz
como la luz nos deja a oscuras, la necesaria para recuperar el viejo juego del
orgasmo.
____________
*
Nunca me interesé por definir el amor. Es tan cliché pero llegó la hora de
hablar de eso. Quiero ser tu río y llevarte en mi caudal. Quiero que seas mi
río y me lleves lejos en tu lecho. Ser una piedra y pulirme por arrastre. La
geología es un buen modelo para hacer una física del amor. El territorio
erosionado muestra las capas más arcaicas en donde se asentaron las nuevas
capas que dieron cobijo a nuevos habitantes.
*
El follaje captura la luz y elabora un registro estenopeico de la
genealogía familiar. La luz escolar. La luz navideña. La luz de la partida.
*
En verdad no estará llorando por los rincones. Ni por las esquinas porque
no es su estilo. Por ahí se excederá en los ansiolíticos. Esas pastillas que
vuelven de piedra... Ya no está respirando su atmósfera. Un espacio para vivir
con oxígeno no es mucho pedir.
*
Dicen que los humanos nos juntamos para reproducirnos. Y hacemos todo lo posible
para sostener la ilusión de que la unión hace la fuerza. Pujamos hijos y
esperamos resultados. Estamos la mitad del tiempo de la estadía esperando que
el otro sea otra persona. Y cuando nos anoticiamos de que es un despropósito,
simplemente, decimos chau.
*
La piedra es la sustancia más maravillosa de la fábrica geológica. Tengo
enfrente un árbol hecho piedra. Llegó a mí porque alguien se tomó el trabajo de
extraerlo de su nicho y ahora es un árbol petrificado urbano. Ha mirado
Patagonia de tempestades y volcanes. Hoy le devolví un libro que se llama El
amante del volcán. Estaba dedicado. Y sufrí. Las letras siempre jugaron
conmigo. En un libro encontré un te amo y me acordé del dueño del dibujo de esa
letra.
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Sacar las cosas a la luz. Dar a luz. Poner más luz. La luz en el viaje del
tiempo a los ojos. Y la sustanciación del espacio en la mirada. En la tierra
hay muchos tiempos. Como espejos para cruzar. No son las puertas del alma. Los
ojos son las manos del cerebro.
*
Amor de mi vida te digo chau porque no se puede estar toda una vida
tratando de que pierdas tu sustancia para convertirte en la escultura que mis
ojos acarician cuando te miran a lo lejos. Ya no hay más desayunos ni cenas. He
perdido la costumbre de hacer fuegos y sentarme con otros a la mesa. Se llama
libertad.
*
El miedo no es zonzo. O no viaja en burro. El carácter del miedo es
adaptativo. Sabemos cuándo retirarnos por esa señal inequívoca de extinción.
Saltamos o morimos como la rana cocinada a fuego lento. Por suerte me contaron
el cuento de la rana a tiempo.
*
La niebla ablanda los bordes. Todo es aéreo. Canales en la niebla. Túneles
en la niebla. Cuando despierto en medio de una nube digo que esto todavía es un
sueño. La muerte esa mala noticia que llega no da tiempo para despedirse. La
gente odia las despedidas. Pero en particular si pudiera irme de al lado de la
gente querida de manera tierna dejaría seguramente un mejor recuerdo. Lo
compartido se transformaría en un rito de pasaje y nos quedaríamos tranquilos de
haber intentado conocernos.
*
La ternura es un sentimiento que hace cabalgar por las baldosas. Para
llegar más rápido y abrazar al ser querido. Es la ligadura eterna. La bondad,
la alegría de verse.
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Intentos son intentos
El amor es un misterio. Es un largo argumento para sostener acciones en una
dirección y no en otra. Te dice: yo te amo. Y si esto es creído comienza a
rodar la película. Todo es imagen. En esa película los cuerpos se mezclan. Uno
se convierte en el hueso del otro y el hueso del otro es también el hueso para
el otro. Mixtura rígida cuando un esqueleto de dos comparte médula. Amor te quiero hasta la médula. O quiero estar ahí: en el
pliegue de tu antebrazo. Esas cosas no se dicen muy seguido porque hacen a lo
intangible del amor. Cuando la amante se quiere meter adentro del amado, el
circuito se ha completado. La mezcla de vidas hace a la mezcla de pensamientos.
Uno no puede pensarse sin el otro.
Fuente: De la migración, Fernanda
Castell, Trópico Sur Editor, Maldonado, Uruguay, 2014.
Fernanda Castell nació
en Coronel Dorrego, Provincia de Buenos Aires, en 1965. Reside en La Plata. Es
antropóloga egresada de la UNLP. Fue docente universitaria y, actualmente,
coordina talleres de creatividad en el Departamento de Psiquiatría de Cemic, en
Buenos Aires. Publicó cuatro libros de poesía: En el Abras (Siesta, 2003), Peces
de agua (Tema, 2004), La
construcción de lo desagradable (Al Margen, 2010, reeditado el año pasado
por Vela al Viento Ediciones Patagónicas) y De la migración (Trópico Sur Editor, 2014). A estos debe sumárseles
la novela La pena de A (Editorial
Expreso Nova, 2014). Con referencia a De
la migración, expresa León Félix Batista en el prólogo del libro: “El
título, de golpe, nos inserta en pleno cráter del decir actual, como epicentro:
casi Tratado, De la migración nos
conduce, en su fragmentariedad compuesta, a un contenido ajeno –extraño, por lo
menos– al orden propio de los que se llaman discursos integrales. De entrada,
pues, una infracción, una contravención, un descolocamiento del lector quien,
páginas adentro, habrá de medrar en aguas turbulentas, aferrándose a las rocas
de sentido en estos rápidos. El método –si alguno– en este libro es el de la
composición caótica en patchwork, sin
instrucciones de armado y con todas las piezas del puzle, aunque descolocadas. Apuntes,
notas, fragmentos de diario bajo fechas dislocadas y poemas “en toda regla”
expuestos nueva vez (como en libros anteriores) ‘a través de fraseos
desestructurantes y desestructuradores’. Lo claro –si es que hay algo claro
aquí– es que Castell compagina una explosión acumulando esquirlas de lenguaje. Es
éste el segundo síntoma de total actualidad presente en ella: un proceder que
la coloca al margen, bordeando lo indecible, tal y como demanda la poesía de
hoy como posibilidad: signo y síndrome de la complejidad poética, de la
factualidad latinoamericana contemporánea a ella”.”
Foto: Fernanda Castell. Fuente: Aquí
La Plata N° 39, julio / agosto 2011.
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