jueves, 18 de octubre de 2012

Gustavo Caso Rosendi

























El poema

Como una fotografía de palabras
(como una pintura o partitura
o una escultura hecha con palabras)

O como una selva amazónica
donde pululan y crecen salvajes
palabras como animales
no sometidos a un orden humano

Mientras el poeta agazapado
apunta y las va cazando
(a las que más le llaman la atención
las que más desea o ama las que
más ha odiado o las que sólo se han
cruzado en su camino porque sí)

Algunas van muriendo otras huyen
como pájaros asustados y algunas
quedan heridas y son encerradas
en la jaula blanca de su libreta
hasta que todo es silencio

Alguien ha desordenado el caos
ha roto su delicado ecosistema
Algo ha cambiado para siempre

Para bien o para mal
algo ha cambiado


Problema de cervicales

Todos llevamos, como Eneas, a nuestro padre sobre los hombros.
                                                                             Horacio Castillo

Bueno padre
hasta aquí hemos llegado

Hace muchos años que me duele el cuello
que siento una presión insoportable
Tantos como el tiempo que llevás
sobre el cementerio de mis hombros

Tenés que entender que estoy en rehabilitación
que el fisiatra me dijo que así la cosa no va más
Caminá al lado mío si querés (aunque ambos
sepamos que no podrás seguirme el paso)

¿No oís ladrar al perro allá donde esperan
los tres hocicos de una misma sombra?

Dale bajá
Vamos a vernos por primera vez
cara a cara
(Sé bien que no tenés ninguna culpa
Yo te subí sin preguntar)

¡Ah! Ahora sí puedo ver tu sonrisa
como si fuera la mía
¿Sentís el mismo alivio que yo siento?
Los dos comenzamos a sanar
(no te duelen más las piernas y mi columna
está liviana)

Ya puedo respirar

Igual quiero que sepas
que aquí nadie ha abandonado a nadie
Simplemente hay gente que se queda
y gente que tiene que seguir

Cada uno con el tratamiento que le toca


Día de visita

En el camino a la pieza tres viejas me dicen cosas
que no entiendo –o que no quiero entender–
Pero ella se asoma por el umbral chirriante
como si todavía flotara en una panza reseca
sin ni siquiera luchar por salir
porque no recuerda cómo

Todos los días me espera (y desespera)
como si uno aún estuviera pataleando dentro suyo
Ahora que la beso me doy cuenta:
está más flaca que la soledad
(y descubro que vengo aquí día tras día
porque de alguna manera también la estoy esperando)

Su memoria temblequea cosas tan inútilmente necesarias
como los trompos perdidos de la infancia
Tiene miedo hasta del miedo (pero si el miedo la conociera
 –puedo asegurarles– tendría más que miedo)

Siempre creyó en todas esas estampitas
que no pueden ayudarla (sólo le pido que crea en ella
pero es mucho pedir)

Me da su ropa sucia para que lave
pero nunca me dará lo que quiero que verdaderamente limpie

Hablamos siempre de que no fue al baño
o de que fue mucho al baño
Pero no hablamos de él de mí de nosotros
(yo nací de pie –casi no nazco–
Mi padre murió solo y borracho)
Todo esto me lo contó antes alguien –no mi madre–

Sería muy fácil odiarla
Pero tomo el camino más difícil
Porque cuando me voy sé que está mordiendo
un tiento demasiado duro
Y que hace fuerzas para abajo
mientras yo sigo haciendo fuerzas para arriba
Para que pueda por fin sacar un pie
a la vereda del mundo


Escribí la palabra “grillo”
y un grillo se posó sobre mi hombro

Pensé que definitivamente la poesía
había venido a visitarme y me sentí
demasiado responsable

¿Qué sucedería si atinara a escribir
“elefante” “dios” “demonio”
o tu nombre enmohecido?

Ya basta por esta noche


Real de Catorce

He venido de lejos para renacer
en la puerta de este cementerio
Muy adentro el crótalo rojo
se retrae y expande
temiendo ser pisado por las sombras
La paciencia del viento en la montaña
se expresa en cada pedregullo

Porque hemos bebido el vino de los fantasmas
y ahora deambulamos un camino nebuloso

Una luz dulce me ha llevado a donde podría
morir perfectamente

No te quedes
No te vayas
(revolotea un pequeño ser en el hombro
mientras liba el polvo de mi aura)

Pero no sé realmente si he venido
o si ya estaba
creciendo en tu desierto
como un tímido peyote

Pueblo catorce veces y Real
Perra de plata que muerde mi pierna
en medio del sueño
y me hace caer meteóricamente
hacia la dimensión inaudita

Porque quizá he venido de muy lejos
sólo para abrigarme con el sarape de la luna
(ella toma mi brazo y me acompaña
en esta antigua caminata hacia la nada)

No te quedes
No te vayas
(dice la luz que me ha traído y que me pierde)

No te quedes
No te vayas
(cantan las luciérnagas de fuego)

Ellas saben que mañana al final del túnel
daré vuelta mi cabeza
Y ya será tarde para venir o irse o buscarse
Será tarde en la tarde moribunda
Irremediablemente tarde

Fuente: Gentileza de Gustavo Caso Rosendi.

Gustavo Caso Rosendi nació en Esquel, Provincia de Chubut, el 3 de agosto de 1962. Reside en La Plata. Publicó tres libros de poesía: elegía común (edición artesanal, 1987), bufón fúnebre (Último Reino, 1995) y soldados (Ministerio de Educación de la Nación, 2009). Este último fue editado con un cuadernillo anexo para uso pedagógico en las escuelas como material destinado a la capacitación de docentes en temáticas relacionadas con la memoria crítica de la historia argentina. Poemas suyos figuran en varias antologías, entre ellas: El viento también recuerda (compilación de textos de ex combatientes de Malvinas, Último Reino, 1996), 8 poetas regionales (Editorial Vinciguerra, 1997), Poesía 36 autores (La Comuna Ediciones, 1999) y Naranjos de fascinante música (Libros de la Talita Dorada, 2003). En 2000 grabó junto a Martín Raninqueo el CD titulado Poemas. Entre las distinciones obtenidas, cabe consignar la Faja de Honor de la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires 1985-1986 y el Primer Premio del Concurso EDELAP de Poesía 1997. Asimismo, fue seleccionado por Joaquín O. Giannuzzi para la Bienal de Arte Joven Buenos Aires 1989. Con respecto a soldados, libro que contiene algunos de los mejores y más difundidos poemas sobre la guerra de Malvinas y que, además, fue motivo de importantes análisis y comentarios, escribe Daniel Mesa Gancedo, docente de la Universidad de Zaragoza: “Definitivamente, la clave de este poemario es la permanencia paradójica. Quedarse en la muerte, en la tierra, en el campo de batalla, o quedar para la vida y la memoria. Quedar vivo / quedar muerto: no hay diferencia para el soldado, el sujeto que ha vivido la guerra. Así habría que haber comenzado: soldados es la reconstrucción de un itinerario, de una conversión, de un nacimiento: el del sujeto-que-ha-estado-en-guerra. La guerra también queda en el soldado. Lo que el soldado puede decir, sólo puede decirlo en plural, pocas veces desde el “yo”: es un sujeto que se define como idéntico a otros, a esos otros que fueron absorbidos por –quizá– el Espíritu Absoluto, que se insinúa al final del poemario, confinado a las letrinas, inalcanzable, es claro, para la letra”. Los poemas publicados en esta página forman parte de Peyotl, su próximo libro.

Foto: Gustavo Caso Rosendi. Fuente: Gentileza de Gustavo Caso Rosendi.

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