sábado, 6 de octubre de 2012

Alberto Mendióroz


















Epístola

Uno tras otro, amigo, así pasan mis días;
salto del lecho tibio, que ya es fecundo nido
y a la ciudad me marcho desde las serranías
a jugar a los jueces y el orden constituido.

Allí absorben mi espíritu legales villanías,
me llora un litigante su término vencido
y me abruma al regreso hacia las cosas mías
pensar cuántas maldades justas he cometido.

Y ya no tengo fuerzas sino para acogerme
a su limpia sonrisa de amor, en cuya abierta
placidez me sumerjo como un infante inerme.

La jerigonza bárbara de las voces legales
me ha hecho olvidar la estrofa pulcra y grave que vierta
la nueva miel sagrada de mis nuevos panales.

Fuente: Ciudad de los poetas, Ana Emilia Lahitte, Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires, Delegación La Plata, 1967.

Alberto Mendióroz nació en Tucumán el 13 de junio de 1895. Vivió en La Plata desde los 16 hasta los 24 años. En esta ciudad fue secretario de Joaquín V. González y obtuvo el título de abogado. Entre 1920 y 1923 se desempeñó como juez de primera instancia en Salta. Murió en Buenos Aires el 13 de febrero de 1924. Sus restos descansan en la necrópolis platense junto a los de su esposa, la poeta Romilda Poggio. Si bien escribió ensayos, novelas, cuentos y obras de teatro, sólo llegó a publicar un libro de poesía: Horas puras (1915). Luego de su muerte, sus familiares dieron a conocer La luz buena del amor (1932), volumen que recoge sus poemas inéditos. Entre sus ensayos, cabe destacar “Almafuerte”, publicado en 1918 en Atenea, revista de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. Otros ensayos suyos aparecieron, entre 1914 y 1924, en la revista Nosotros, editada en Buenos Aires.  Al igual que Delheye, Ripa Alberdi y López Merino, sus compañeros de ruta en la poesía, Mendióroz murió tempranamente, dando lugar a la llamada “Primavera fúnebre”, expresión acuñada por Rafael Alberto Arrieta con la que se conoce a la “Generación del 17” o “Primera Generación Platense”. “Lírico de acentuado intelectualismo –según su hijo Hugo, que también fue poeta– expresó sus dudas filosóficas y su visión romántica con penetración analítica y trazo clásico”. Para Guillermo Pilía, por su parte, “Mendióroz se distinguió de los demás componentes de su generación por un tono menos afecto a la ensoñación, a la levedad, a la evanescencia, a lo menor, y una tendencia a buscar el material poético en el mundo de las ideas”.  El poema publicado en esta página es el último que escribió.

Foto: Federico Castellanos Uriburu, Joaquín Castellanos, Ricardo Güiraldes, Juan Carlos Dávalos y Alberto Mendióroz en Salta.  Fuente: www.portaldesalta.gov.ar.

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