Sólo la pluma leve que se desprende y cae
desde el risco hacia el agua, de la luz al vacío,
oscilante y liviana sobre la superficie
de todo lo que fluye, austera, despiadada
como un tajo que hiere la duración y el goce
del vuelo de los pájaros.
repites una página dispersa
del memorial eterno.
que humedeció otros ojos
y desbordó los ríos de otras manos.
que lo vuelve a escribir.
y la sombra de Wordsworth amenaza
bajo el cielo de lluvia.
la realidad se entrega a la rutina
del ávido saqueo.
la ambigüedad del trazo inanimado
que aprisiona el aliento–
que fije el cuerpo de las mariposas
en sus estuches de cristal,
cómo atrapar la forma sin materia
que el cazador persigue por el bosque
de los ciervos furtivos.
A propósito del
Quatour pour la fin du Temps,
de Olivier Messiaen
sobre el silencio helado de la nieve,
y la muerte es el sello
que anima las plegarias
en la trinchera donde sobreviven
los ateridos músicos del campo.
el acertijo roza las entrañas
de los cuerpos con hambre
mientras repite el péndulo la gota
de su licor amargo
y se inquietan las voces sorprendidas
del nuevo alumbramiento.
de las alas del ángel.
En Stalag, en tierra de Silesia,
los barracones se hacen catedrales
donde la luz irradia epifanías
En Montparnasse
bajo el cielo lluvioso del viejo cementerio,
y con paciencia de recolectores
acopiamos objetos y palabras
de un mundo en movimiento,
el rosetón de mármol con pátina verdosa,
las guirnaldas de estuco,
el erguido ciprés,
helechos y azucenas cabizbajas
en floreros de herrumbre
que han quedado sin agua.
que restaura las huellas de la muerte
como un hilo dorado
que enhebra lo disperso.
los árboles del parque,
la luz de la mañana
cuando despierta el mundo,
el círculo cambiante
del vuelo de los pájaros.
del orden que los rige,
la memoria que asciende entre las hojas,
los sonidos dispersos.
tu cita con la muerte.
de precarios sentidos
las líneas de una imagen
que apenas se insinúa,
las voces inaudibles
de una armonía extraña.
que se resista a las intrigas
de los actores de reparto?
se exasperan caricias y miradas
con guiños y arabescos
–es como si un hecho fuera cierto
pero sólo es disfraz,
moneda de intercambio–
se ovacionan escenas
y artilugios de pícaros enredos,
la hipócrita inventiva
de equiparar los vicios con virtudes.
que manifieste cólera o cansancio
por los libretos de palacio?
–J’ai vu, j’ai vu le rhinocéros!Rhinocéros, de Eugène Ionesco
el amor o la muerte
como asuntos privados,
ni pensar en las plazas
libres de sus llaves.
banalidad y escarnio,
un gran estercolero
donde exhibir destrezas
de fieras en disputa.
de frialdad o disenso
despierta en la manada
furor y suspicacia,
los temerarios filos
que cortan hasta el hueso.
¡Para qué sirve inventar!Lo cierto es más raro.Invenciones del recuerdo, de Silvina Ocampo
que me hicieron volar
para alcanzar la altura de los frascos
con antiguos sabores,
los caramelos en bastones largos
y los redondos o los cuadraditos
de frutilla y limón,
y además, los cuadernos
con flores en la tapa
y cuidados diseños en la contratapa,
episodios salientes de la historia
recreados en color.
y el regreso a la casa era el apuro
por ocupar renglones con palabras
que andaban por ahí,
tan sueltas que asustaban.
qué sabias imprudencias
reunieron a los chicos de Dickens.
en la calle,
con el llanto de Bruno,
ladrón de bicicletas,
y la libre inventiva de jugar?
las historias
que alumbran la verdad,
los rutilantes brillos
del frasco iluminado
por bichitos de luz.
la vajilla de loza, los platos de Limoges,
los cubiertos de peltre y los de plata
guardados en estuches,
hermandades de libros y pinturas
atadas con precintos,
y en los rincones,
muebles desarmados
disputando el amor
del que adolecen.
contra el vidrio,
requiero la constancia
y los cuidados
del camión de mudanza
que nos sigue...
tenía la cabeza de porcelana
y era de mamá
–había viajado
desde Buenos Aires
como regalo de cumpleaños–
de su familia,
recibieron elogios y fervores
por el azabache de los ojos
y el cabello.
el rubio de las trenza
terminadas en moños escoceses,
el ámbar de los ojos,
nuestra piel sonrosada.
Fuente: A la intemperie, María Minellono, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 2022.
María Minellono nació en Las Flores, Provincia de Buenos Aires. Es Profesora y Doctora en Letras, egresada de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de la Plata, donde se desempeñó como Profesora Titular de la Cátedra de Literatura Argentina, Coordinadora de la Maestría en Literaturas Comparadas y Directora del Centro de Investigación en Literaturas y Literaturas Comparadas. Fue categorizada como Investigadora Categoría I en el Programa de Incentivos a la Investigación, Ministerio de Educación de la Nación/ UNLP/ CONICET, y ejerció el cargo de Decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica de La Plata. Entre sus múltiples artículos, reseñas, estudios y ediciones críticas cabe destacar: Poesía completa, de Almafuerte (Centre de Recherches Latino-Americaines, Archivos, Université de Poitiers); Amalia, de José Mármol (Ed. Losada); Obra inédita, de Almafuerte (Ed. Losada); Santos Vega, de Eduardo Gutiérrez (Ed. Losada); De sobremesa, de José Asunción Silva (Ed. Losada); Música sentimental, de Eugenio Cambaceres (Ed. Losada) y el Universo Poético de Francisco López Merino (Ed. Al Margen). Como ensayista dio a conocer: Las tensiones de los opuestos, libros y autores de la Generación del 80 (Grupo Editor Latinoamericano); La distorsión del espejo (Ed. Al Margen) y El campo y sus representaciones literarias. Estrategias político ideológicas en la apropiación de sus significantes (Ed. Biblos). Tiene también un libro de cuentos publicado: Reunión (Ed. Corregidor). Su obra poética editada comprende: El gesto vago (Ed. Castellví); Vigilia (Ed. Vinciguerra); A la intemperie (Ed. Vinciguerra) y De las exiguas flores (Ed. Vinciguerra). Suma a todo ello un volumen de entrevistas realizadas a notables poetas argentinos entre 1985 y 1995, titulado Los poetas en sus voces (Ed. Vinciguerra). Se halla incluida, asimismo, en la antología Poesía Argentina Contemporánea, Tomo I, Parte Vigesimoctava, de la Fundación Argentina para la Poesía (Ed. Vinciguerra). Colaboró con numerosas publicaciones gráficas y, desde 1985 hasta 1989, fue conductora de un programa en Radio Universidad y columnista de otro en Radio Provincia de Buenos Aires, ambos de contenido cultural. Reside en La Plata.
Foto: María Minellono. Fuente: Internet.

No hay comentarios:
Publicar un comentario