Posición
No puedo.
Es imposible seguir
siendo prudente.
No puedo.
La sangre se me
agolpa en el corazón
y no puedo ser más
una muchacha que
escribe versos
sobre la esencia y
la existencia.
No puedo seguir
amando mi sombra,
mi muerte,
mi vida, mi cara,
mis brazos, mis sueños.
De pronto no puedo
porque sé que los
otros no pueden
padecen, están
rotos,
no puedo decir cómo
es el verano
no puedo mirar a
los pájaros con ternura
ni me importa el
cielo
porque sé que los
otros no pueden
están prisioneros,
maltrechos, muertos.
De pronto no siento
mi soledad
ni mi tristeza
porque sé que los
otros están solos
doloridos y
tristes.
No puedo gozar de
mi amor
porque hay millones
de seres
que agonizan de
nostalgia por amor.
No puedo hablar con
palabras misteriosas
tintineantes,
poéticas,
es preciso hablar
esclareciendo:
hay mentiras
mundiales
hay hambre
hay dictadores
hay hombres
explotados por otros hombres
hay sangre de
hermanos derramada
hay chicos
descalzos
hay, todavía,
negros apaleados.
Debo acudir pronto,
unir mis manos con las suyas
aunque mi alma
quede en silencio.
Me ha sido
encomendada una misión
que me regocija y
debo acudir pronto
a socorrer, a
odiar, a amar,
a morir si es
preciso
para que mañana
salga violento el sol para los otros,
para que los otros
tengan derecho
a mirarse a sí
mismos
a mirar el cielo
o el mar
o el juego de los
pájaros.
No puedo dejar de
sentir
la dulzura de
mañana
hombres libres
hombres para el
amor
hombres
inmensamente jóvenes.
Fuente: Veinte poetas platenses contemporáneos, Ana Emilia Lahitte, Fondo Cultural Bonaerense, La
Plata, 1963.
14 de junio, en Tucumán
No podemos hoy
hablar del frío
fumar
decir que está
helando
y que van a
quemarse las plantas.
No podemos hoy
decidir nuestro porvenir
escuchar
noticieros, tejer, reír.
¿Sabes qué hacen
allí?
¿Sabes qué siente
Pedro?
¿Qué dice Juan?
¿Qué desea Agustín?
¿Es posible que hoy
no estés
solitario y
angustiado
sintiendo a Pedro,
Juan, Agustín –cañeros–
caminar bajo las
últimas estrellas
(machete, zamba,
sueños, hijos, mujer)
con un dolor tan
hondo
que no saben si
llega del estómago
o desde más
adentro?
Es necesario que
les prestes
tus manos, tu voz,
tu corazón
las mías
para que Juan,
Pedro, Agustín –cañeros–
levanten los ojos
y les crezca en la
mitad del pecho
una mariposa
una luz
un brote tierno.
Es posible también
que hasta ahora
no hayas advertido
que Pedro, Juan,
Agustín –cañeros–
te buscaban
me buscaban.
Es posible que no
sepas
que estar solo
desde que sale el
sol hasta que entra
es algo así como
una aguda espina
y nadie puede
responder
–cañaveral y cielo–
adónde está el
hermano
adónde está el
vecino.
Entonces hoy te
hablo para que no te escapes
y me des tu
sonrisa, tu corazón, tu mano
que cruce el aire
helado de este día
y se transforme en mariposa,
en luz, en brote tierno
en la mitad del
pecho
de Pedro, Juan,
Agustín –cañeros–.
Después podremos
caminar en paz
fumar, hablar del
tiempo, mirar la Cruz del Sur
dormir
con la seguridad
que Pedro, Juan,
Agustín –cañeros–
ya no están solos.
Fuente: Veinte poetas platenses contemporáneos, Ana Emilia Lahitte, Fondo Cultural Bonaerense, La
Plata, 1963.
María Mombrú nació en Resistencia, Provincia de Chaco, el 24 de noviembre de 1922.
Fue poeta, narradora y autora y directora teatral. Se recibió de Profesora en
Letras en la Universidad Nacional de La Plata y en esta ciudad se radicó por
muchos años, ejerciendo la docencia en la Facultad de Bellas Artes. Durante la
dictadura de Onganía, fue expulsada de su cátedra por razones políticas y, más
adelante, con el advenimiento de la dictadura de Videla, su nombre figuró en
una “Nómina de personas vinculadas al ámbito cultural con antecedentes
ideológicos desfavorables", como se desprende de documentos
correspondientes a la Operación Claridad.
A la par de su actividad docente, dirigió en el Teatro Universitario de
La Plata, entre 1960 y 1962, cinco obras teatrales: El tío Arquímedes, de Juan Carlos Ferrari, La isla desierta de Roberto Arlt, Narcisa Garay, mujer para llorar, de Juan Carlos Ghiano, Los pequeños burgueses, de Máximo Gorki
y Mateo, de Armando Discépolo.
También en La Plata, al principiar la década del 70, tuvo un programa en Radio
Provincia en el que difundió, entre otras cosas, la poesía platense. Tras el
golpe militar de 1976 se alejó de la ciudad y sólo volvió a ella una vez
restaurada la democracia en 1983, hecho que le permitió recuperar su trabajo en
la Facultad de Bellas Artes. En los años 80, asimismo, dio clases en la Escuela
Nacional de Arte Dramático de Buenos Aires. Algunos de sus libros publicados
son los siguientes: El andén y dos
monólogos (teatro, 1956), Las
señoritas vecinas (teatro, 1957), Réquiem
para mi corazón (poesía, 1959), Perla,
de Lanús (teatro, 1962), Urgente
(poesía, 1965), Mataron a un taxista
(teatro, 1970) y América para los
americanos (cuentos, 1980). Entre las distinciones obtenidas cabe destacar:
primer premio del certamen de poesía de
la Escuela Superior de Bellas Artes por el libro inédito La soledad y el cántaro en 1953, primer premio del concurso "Editorial Losange"
por la obra teatral Las señoritas
vecinas en 1957, premio estímulo Casa de las Américas por el libro de
cuentos “América para los americanos
en1963, y segundo premio en el Concurso Internacional de Narrativa de Editorial Losada por el libro mencionado anteriormente en 1980. Por su parte, Roberto Saraví Cisneros la incluyó en la Primera antología poética platense
(1956) y Ana Emilia Lahitte hizo lo propio en Veinte poetas platenses contemporáneos (1963), recopilación de
voces pertenecientes a la generación del 40. Si bien dicha generación fue
predominantemente neoromántica, la poesía de María Mombrú se apartó muy pronto de
ese registro para volcar su fuerza expresiva, de raíz sanguínea, en la denuncia
y el compromiso social. Murió en Buenos Aires, ciudad donde estaba radicada, en 1992.
Foto: María Mombrú. Fuente: Primera antología
poética platense, Roberto Saraví Cisneros, Ediciones Antonio
Zamora, Buenos Aires, 1956.
Agradezco a Enrique Sureda por la información referida al lugar y la fecha de la muerte de María Mombrú.
ResponderEliminarUna vez más gracias César, es muy poco lo que se recuerda a María Mombrú y a muchos otros de su generación. Importante rescate.
ResponderEliminarLa tuve como profesora en la Escuela de Arte Dramàtico de la Municipalidad de Avellaneda años 72 y 73, luego a Osvaldo Calatayud en el 74...Dos grandes que no voy a olvidar nunca !
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Eliminarhola. me gustaría conseguir el monologo Juan Esteban ven que hace un hermoso día. del libro El andén y dos monólogos. Podrían ayudarme. Gracias.
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