Hungría
Después, viajé a la última
fotografía.
A las palabras que nadie
pronunciaba.
A la llanura. A la guerra.
Furias galopes tribus caballos alas
una polvareda de montañas
en la mañana de las tierras bajas.
Álmos, padre de Árpád.
Előd, padre de Szabolcs.
Kend, padre de Kurszán.
Ond, padre de Ete.
Tas, padre de Lehel.
Huba.
Töhötöm, padre de Horka.
Ellos guardan en su boca
el nombre de los montes
lo protegen del olvido
del viento en la cara y de este viaje.
Sobreviene
una planicie
una fogata
un cansancio sin bordes.
Se abandona el viento
al costado del camino
se aceptan las rutinas.
Dicen que para ser Europa hay que pedir
permiso.
Esteban negocia dioses a orillas del Danubio.
Reyes espadas turcos guerras cuchillos
La furia es un galope
que no cesa.
En el corazón del continente
extranjeros.
Los gitanos los eligen:
esta es nuestra gente.
Inventores de lenguas y palabras
han imaginado un río.
En su orilla
fundan dos ciudades
frente a frente.
Austria los necesita mansos.
Alemania más obedientes.
Rusia más disciplinados.
Estados Unidos más capitalistas.
Ningún bombardeo los detiene.
Detrás de la bruma y la ceniza, crece un
puente.
Si les preguntan quiénes son
ellos responden:
Álmos, padre de Árpád.
Előd, padre de Szabolcs.
Kend, padre de Kurszán.
Ond, padre de Ete.
Tas, padre de Lehel.
Huba.
Töhötöm, padre de Horka.
Somos el huracán de esta llanura
somos dos ciudades y sus puentes.
Somos magiares en el sitio equivocado
somos Budapest
galopando eternamente a los Urales.
Budapest,
2013.
Enamorarse
en Praga
De los duendes, del puente.
De las pompas de jabón y un chico corriendo a
recogerlas.
Del relojero que inventó
el extraño mecanismo
para escuchar durante siglos
la campanada exacta.
Enamorarse.
Del dios de la cruz,
de los checos,
de los celtas,
de una falta de sonrisas que nos dice
que hemos llegado al frío y a lo duro.
Enamorarse.
Del nadir de las bodegas.
De las reclinaciones.
De los nidos cubiertos de nieve, vacíos.
De los bosques,
de las huellas en lo blanco.
De lo negro, de los magos, del agua de las
alcantarillas.
De Alicia en sus espejos.
De tus pocas palabras en el puente
traspasando el aire
navegando el agua
amándome en Praga.
Praga,
2013.
Una
playa en Cuba
¿Qué playa quieres, bonita?
¿Sobre qué arena despedirás el día?
Puedes elegir la alfombra pedregosa
entre muchachos que recogen peces afilados
para asombrar a sus mujeres.
O la playa que despeinó para siempre
el beso del huracán.
Quizás prefieras la que cuida el colonizador
desde el morro
porque la reina de cabellos rojos
ha enviado a sus piratas.
O la playa de arenas finas
y palmeras del paraíso.
¿Vas a atardecer en el cayo
para amanecer con tu cuerpo empapado de ron?
¿Vas a elegir la playa de lluvia tenue
salpicada de revoluciones?
Podrás pedir la que quieras.
Porque en la Isla Mayor
tratándose de mar
todo sucede.
Playa de
Siboney, 22 de noviembre de 2013.
Loving
Puedo darte amor en todos los idiomas.
Decirte hermosa en todos los lenguajes.
Alcanzar la cima de todas tus edades.
Dime tu nombre.
Dame tus ojos.
Encontraré a la caribeña que llevas escondida.
A cambio solo pido migajas de tu mundo.
Los billetes chicos, tu limosna.
Los pondrás en mi bolsillo,
en mi sombrero,
en mis cervezas,
sin que yo lo note.
El amor sabrá cruzar esa estúpida frontera.
Santiago amanecerá con tus destellos
olvidando los incómodos detalles.
Santiago
de Cuba, 23 de noviembre de 2013.
Réquiem
para Olga
El Conurbano siempre es un
infierno.
Se murió la Olga.
Vestite, Berazategui, con tus mejores lutos.
Naranjas las banderas
naranja el alma
vamos a llorarla.
Es un partido
como siempre.
Hay que prender las luces a pedradas.
Colgar del aire las guirnaldas
abrir las
estaciones
vestir los lunes
de trabajo.
La maltería, Rigolleau, Ducilo
que las moles del sur regresen por un rato.
Se murió la Olga
que lo anuncien
los silbatos del
vidrio y la cerveza.
Habrá un permiso provisorio para todo
un perfume a marihuana en las esquinas
un desfile de nombres y apellidos
orgullosos de vino.
Un guiño de quinielas
un paciente prostíbulo
para disfrazar de rojo los quejidos
y morir de abandono
resucitando a un sueño
donde somos los afortunados de la tierra.
Vamos a manguear a los tacheros
el pucho de la tarde
fumarlo en su homenaje
para que la Olga
que ya tuvo su infierno
prepare un cielo de quebrados.
Seremos carnaval
pasión de vicios
en la hora solemne del cortejo.
Nos verán
entonces van a vernos
marcharemos prostitutas
pordioseros
la loca de atar
los caballos
hambrientos.
Tan pequeña
la pondremos ante dios
o ante los muertos
ellos tendrán que responder
por qué es pecado
amar a la vedette
vestirse de varón
criar dos pibas.
Tendrán que decir
a viva voz
a cielo abierto
por qué la vida es una mierda.
Cargamos un cuerpo
tan liviano.
Se apaga la flor
bajo la tierra.
Se murió la Olga.
Aquí nos ha citado
sin potestad
ni juez
ni parte.
Vivir es este apenas,
nos dice
se despide,
este último segundo
esta alegría.
Vivir es este grito
durando los instantes.
Fuente: Las palabras y los días,
Claudia Bernazza, Prueba de Galera Editoras, La Plata, 2019. Libro digital,
HTML: http://claudiabernazza.com.ar/laspalabrasylosdias/index.html
Claudia
Bernazza nació en La Plata en 1960. Es Ingeniera
Agrónoma (UNLP), Maestra Normal Superior (DGCyE), Magister en Ciencias Sociales
con orientación en Educación (FLACSO) y Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO,
Argentina). Se ha especializado en Planificación y Administración Pública y ha
publicado libros y artículos de su especialidad en numerosas publicaciones.
Cuenta, además, con una vasta trayectoria en el ámbito académico y en la
función pública nacional y provincial bonaerense. También participa en
congresos, colabora con diarios y revistas y administra el blog Recetas y Política. Como poeta y
escritora ha publicado poemas y textos diversos, destacándose sus libros Crónicas de la ciudad perfecta (novela,
Ed. Al Margen, 1997) y Permiso para
volar en tren (cuentos para niños, Ed. Corregidor, 2001). A fines del año
pasado, dio a conocer Las palabras y los
días, libro de edición digital en el que eslabona distintos géneros
literarios (relato costumbrista, crónica de época, diario de viaje, prosa
poética, poesía...), mediante los cuales ofrece un conjunto de hondas y
emotivas historias –algunas, por
momentos, risueñas–, desplegadas en sitios con los que tiene vínculos afectivos
o conexiones ancestrales. Así, el lector puede viajar imaginariamente por La
Plata, Berisso, Ensenada, el Conurbano bonaerense, Cuba y el Este europeo,
entre otras geografías. Para seguir la travesía completa del libro pinchar este
enlace: http://claudiabernazza.com.ar/laspalabrasylosdias/index.html
Foto: Claudia Bernazza. Fuente: gentileza de Claudia
Bernazza.
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