Tú, el alma buscada
VI
Sí, eras tú.
Estabas esta tarde
en la brisa,
en el sol, en el
árbol,
en el agua.
No, no eras tú.
Sólo era ella,
la mujer
–y me besaba–.
Sí, ella.
¿No eras tú?
Fuente: En amor por el tiempo, el
tiempo, Mario Porro, Ediciones Botella al Mar, Buenos Aires, 1956.
Jarrón chino
a Abelardo P. A.
La mariposa
llega
se apoya
sobre la flor
Liba
Cuando se va
la flor
despierta
Mira
como su sueño
se aleja
agitándose
voluptuosamente
El aire
se llena de rubor
Estoy allí
Ojos semicerrados
Siento
una brisa
apenas
sobre las sienes
¿Habrá en el
universo
ahora
otro hombre
otra flor
otra mariposa?
Fuente: Sucesión del ser, Mario Porro,
Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1998.
El pájaro se posó...
El pájaro se posó
en la rama
y los dos oscilaron
abajo arriba
Hasta que
misteriosamente
el pájaro
se fue
hacia otro árbol
distante
La rama se
estremeció
y quedó tiesa
¿Será ese un rito
diario
o el azar del mundo
juntó sus soledades
íntimas
impredecibles?
Fuente: Sucesión del ser, Mario Porro,
Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1998.
Anteprimavera
a mis hermanos
El ciruelo
ha florecido
Temprano
Sin embargo
¡tantas vidas
han pasado!
Tus padres mis
hermanos
los amigos
¡Cuánto amor caído!
La tierra amortiguó
su ansiedad
Hoy es nada
Memoria que huye
¿El cosmos
olvida acopia?
¿Ciclo inútil?
¿Qué es otoño?
Un perfume
crece
desde el suelo
Fuente: Sucesión del ser, Mario Porro,
Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1998.
Atardecer
a Cacho Calveyra
Un extraño frescor
acerca la tarde
a mi corazón
Los verdes
sobrecogen
Ha llovido
Un pájaro
deja su grito
de alegría
en la rama
que lo despide
La nube
casi azul
me avisa
el otoño
Es domingo
Podría estar solo
en el mundo
si no estuviera
solo
en mi mundo
¡Ah congoja
sin sentido!
Hasta el sol
me abandona
y deja
en los últimos
árboles
un adiós
que la sombra
esconde
La casa
Las cosas
que yo amo
reservan un rincón
de abrigo
Cierro la puerta
Quién será
Fuente: Sucesión del ser, Mario Porro,
Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1998.
Tropo de la noche
El olor
El tacto
puro
La ternura
Son ríos
que ya no frecuento
vienen
a mí
pequeñas olas
de mi niñez
Adolescencia
Juventud
Lentamente
se acurrucan
en la costa de mi
ser
Pájaros
al anochecer
bajo las hojas
esperando
las sorpresas
de la noche
Fuente: Tropos, Mario Porro,
Ediciones Al Margen, La Plata, 2000.
Casi invierno
El pájaro
caído
sobre las hojas
Su pequeña
muerte
parece ignorarlo
Las plumas
aún
se mueven
al viento
Cuántos cielos
cristalinos
reflejos
Soles diminutos
Aires asombrados
Ramas
esperando
¡Patios!
¡Miradas!
¡Tejados de
alegría!
¡Nidos!
Todos
en tan pequeña
muerte
Acallados
Dormidos
Fuente: Tropos, Mario Porro,
Ediciones Al Margen, La Plata, 2000.
Casas
Qué cerca es
la casa
que vivió
mi infancia
Qué cerca
de allí
la que ahora
acompaña
mis tiempos últimos
Las bolitas
el trompo
barriletes
Stravinsky
Bártok
Debussy
¡Ah las moscas
rubias verdes
en el fondo
del jardín
de John Perse!
Tejidos
de emoción
que rodean
ese tiempo
y lo esconden
Fuente: Tropos, Mario Porro,
Ediciones Al Margen, La Plata, 2000.
La cena
a Leonardo, a mi padre
Solo
Sí
El silencio
corre por las
sillas
Ellos se han ido
han escapado
por las ventanas
Pájaros
libres
El pan en la mesa
ya no los reúne
Cada uno
es él
Yo los recuerdo
los veo sentados
Celebran
juntos
¡Ah sus gestos!
Ahora me duele
la mano
en la mejilla
Casi luz
las sombras
retornan
El amor
se sienta
en cada silla
El pan
La mesa
Solo
Sí
¿Qué pregunta
es la ausencia?
Fuente: Tropos, Mario Porro,
Ediciones Al Margen, La Plata, 2000.
Las formas que no olvido
Mi madre ya no
estaba
pero mi vida sí.
Lejanos los
jardines
que ella cuidaba
caían de su
ausencia
Formas que quedan…
Noviembre de 2001
Fuente: Acopio a la muerte, Mario Porro,
Libros El Búho, City Bell, 2012.
Mario Porro nació en Trenque Lauquen,
Provincia de Buenos Aires, el 28 de marzo de 1921. A los tres años ya vivía en
La Plata. Estudió en la Escuela Industrial y trabajó en Radio Universidad. En
esta emisora cumplió diferentes funciones hasta llegar a ser Director de la
misma. Además de escribir poemas desde los ocho años –según confesó una vez–,
su interés por las artes y las ciencias lo llevó a realizar estudios de música,
física, matemática y electrónica. Fue, asimismo, librero y cofundador de la
revista de poesía “Espacios”, de la que aparecieron ocho números entre 1963 y
1964. En el trascurso de los años 60 se mudó a City Bell, donde murió el 2 de
diciembre de 2001. Su obra poética publicada incluye los siguientes libros: Búsqueda por el amor (1950), En amor por el tiempo, el tiempo
(1956), La vigilia y la roca (1957),
Entremundo (1960), Mundo despierto (1983), Sucesión del ser (1998), Tropos (2000) y Acopio a la muerte (2012). A fin de comprender su pensamiento y su
obra, vale la pena transcribir algunos fragmentos de “La poesía como proyecto
de vida”, breve ensayo de Irina Bogdaschevski: “Para Mario Porro tanto la Física y las ciencias exactas en general, como
todas las Artes, son hijas de la Metafísica. Según Mario el principio de todas
las cosas es la palabra porque ‘... todo existe para el hombre a partir de
haber sido nombrado’... Para Mario Porro la poesía es el proyecto de
vida donde no puede faltar el conocimiento de la música moderna, las nuevas
teorías de la aparición de vida en el universo, las nuevas experiencias
plásticas, o las deducciones metafísicas de los filósofos contemporáneos. Toda
esa suma de conocimientos y, más que nada, su increíble capacidad de razonar,
le permiten hacer sus propios hallazgos, pensar sus propias teorías... Después
de leer atentamente cualquier poema de Mario, vemos cómo, con máxima economía
de medios, se nos introduce en el puro campo metafísico, iluminando de pronto
nuestra existencia... La poesía de Mario es seria y reservada; el
componente más valioso de todo arte –la emoción– Mario no lo oculta, lo revela
en su poesía. La pareja reinante –el sonido y la idea– se presenta en su obra
como la unidad orgánica equilibrada, porque su separación representaría el fin
del misterio poético. La idea y el sonido sólo estando juntos gozan de una
verdadera libertad porque ambos poseen sus límites naturales. El sonido en la
poesía de Mario Porro es sobrio, la idea es siempre original, casi insólita,
pero parca: surge la dulce, sugestiva apariencia habitual, en la cual el cielo
se alcanza por medio de las señales terrenales... Mario Porro amplió muchísimo nuestros
horizontes, nuestras posibilidades de captación de la poesía. Sin buscar las
rupturas drásticas irracionales, pero sin temor tampoco de introducirnos en el
difícil, pero noble mundo de la metafísica poética. Y éste es su mayor mérito”.
(Para leer el texto de Bogdachevski completo pinchar acá: Aromito.)
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