domingo, 14 de abril de 2013

Patricia Coto





















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El poema no es necesario.
Los maestros enseñan su importancia
como si fuera un espejo.
Los alumnos lo repiten
como piedras en su boca.
De pronto, el poema se indigna,
se levanta del trono de vacío
donde lo han encadenado
y sale al sol de la mañana.
Cuando el poema camina,
la vida avanza.

31 de diciembre de 2008 


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Un hombre anciano.
Un bastón unido al hombre anciano,
como un batiente en la tormenta.
Camina y divaga.
Un bastón de palabras atraviesa el aire,
con murmullos agrios.
Lucha, da palabrazos contra
las imágenes de su conciencia,
fantasmas ahorcados al pavor del
viento.
Gesticula como si las manos
fueran de otro, de coros insomnes.
Un hombre anciano mientras
la realidad se disgrega.

22 de noviembre de 2010


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El mundo parece tan pequeño, una esfera de cartón piedra,
con las sombras verdes de los humedales y las oquedades
amarillas de los desiertos, los ríos como un dibujo niño,
los mares del insomnio, alguna isla con nostalgia y
con las manos cruzadas sobre la vejez, el hastío o
el abandono.
El nombre del mundo es soledad y cansancio,
siglos de perplejidad, de no entender ni entendiendo,
de no contemplar un territorio mayor que las sobras del día,
de gritar para que nadie, ni el eco, escuche.

1° de abril de 2011


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Malvinas veintinueve años después.

Las islas eran una furtiva memoria de la escuela.
Todos los años, arduas lecciones de la enseñanza
inicial de todas las iniciaciones,
nos arengaban sobre unas derramadas islas
que sonaban como manchas en una pared baldía.
Tiempos en los que las epopeyas eran canciones
de ceremonias feriadas, de actos de evocación
nunca reales herramientas en manos palpitantes.
Hasta el día, el alba, el frío de una jornada
cuando todos cantamos una ardiente diatriba
contra otras esclavitudes, otras sujeciones.
Pero después la guerra tuvo mil caras,
de Juan, de Pedro, de Ignacio.
Caras que adolecían, caras menores,
para que todo fuera una desolación,
una parva de rifles oxidados,
unos panes con verdín, una casaca
agujereada, a la altura de un corazón medroso,
una lata de conserva huérfana,
una rata histérica y, años después,
un olvido turbio, como las botellas de un almacén
arruinado,
las botellas de un mendigo que no sabe qué pedía.

1° de abril de 2011 


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Benditas las palabras que nos dan casa y comida,
nos aventan caminos, nos extienden las manos,
nos encienden las sangres y disparan a los vientos.
Benditas las palabras sin dilación ni cobardía
que despiertan el corazón de los pueblos y
tejen puentes rebeldes entre los días.
Benditas las palabras que colorean el pensamiento
y lo tiñen de futuro, de añoranza y de vuelo.
Benditas las palabras para que el hombre
no sea sólo una caña al viento
y luche por el canto, por la tormenta,
por las espinas, por todo lo que espera
ser domesticado, amparado.
Benditas las palabras sin derrota,
sin extravío, sin descanso.
Benditas las palabras
que no cesan de bendecirnos.

23 de diciembre de 2012


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El mundo navega entre hilos.
Telarañas de ciencia informática,
mares virtuales que no tienen piel.
Una pantalla, una tecla, un susurro
nos envían a las fronteras
que no veremos jamás,
con navegantes desconocidos,
sueños sin nombre ni cara
y una continua desolación,
acechando tras la puerta.

2 de enero de 2013

Fuente: Libro del humo, de próxima aparición. Gentileza de Patricia Coto.

Patricia Coto nació en La Plata el 17 de junio de 1954. Es profesora y Licenciada en Letras. Publicó cinco libros de poemas: Libro del vigía (1978), Libro de la memoria (1982), Libro del espejo ardiente (1985), Libro de la frontera (1992) y Libro de navegación (2003). También publicó De narradores populares y cuentos folklóricos argentinos (ensayo sobre narrativa tradicional, 1988) y ¿Qué dicen los migrantes cuando cuentan? (síntesis de la Tesis de Doctorado en Letras sobre narrativas orales de grupos migrantes provincianos, 2013). Recibió distinciones municipales, provinciales y nacionales. Integró los grupos literarios Latencia, Contrastes y Los albañiles, con los que participó en publicaciones colectivas. Actualmente coordina el taller de poesía de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Para Horacio Preler los poemas de Patricia Coto “ponen de relieve una obra en constante desarrollo, que parte de un sentido visceral de la realidad y de su manera de sentir el mundo desde su corazón en soledad. Su lenguaje se ha enriquecido y encuentra una madura solidez en imágenes que se instalan en un profundo contenido donde la expresión va acompañada de una aguda reflexión”. 

Imagen: Tapa de Libro de navegación, Patricia Coto, Axis Mundi, La Plata, 2003. Fuente: C. C.

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