El agua y la primera luz
Rozo apenas
el borde de tu cara. Te toco
como un niño
toca, por primera vez,
el mar.
III
El silencio,
cuando te miro, tiembla
como una
flor, exhala un perfume
que no es
del mundo.
IV
Entre mi cuerpo
y tu cuerpo
un bosque en
llamas alza su cresta
y quema el
cielo, quema el río, todas
las torres y
ciudades, todos los puertos
quema.
VII
Te espero al
pie de la ventana.
Igual que la
tierra espera el sol y la lluvia,
una brisa
cálida, la huella del ciervo,
el golpe del
granizo.
VIII
Es todo así.
Muy simple.
Los frutos a
su debido tiempo
se abren y
ofrecen al aire
su entera
carne y su semilla.
XIII
No
descifraste el canto de los pájaros.
No
descubriste el nombre de los secretos vientos.
No penetraste
en los palacios de piedra verde.
Pero abriste
sola, de extremo a extremo,
la peligrosa
trampa de la noche.
XV
Tu voz se
encarama y toca
el
imprevisto centro de un poema
que nadie ha
escrito todavía.
Tu voz se
alarga y toca el punto
donde mi
vida inicia, inicia y crece.
XVIII
¿Quiénes
somos, nosotros dos,
entre tanta
sombra, tanta luz?
¿Un ascua en
el caldero de los días?
¿Delgada
cuña o reverbero?
Nosotros
dos, jilguerito, metidos
en el ruido
de existir, aferrados
como lapas a
la superficie del planeta,
¿qué somos?
XV
A orillas
del río bebo
–de un solo
trago– tu nombre.
Luego lo
pronuncio en voz alta,
en silencio
junto las sílabas,
escucho su
eco en la fronda,
su lejano
eco en la fronda.
XXVII
Todo lo que
quiero decirte
se pierde en
el pantano del lenguaje.
Tengo la
lengua pegada al paladar,
la mirada
perdida en lo que emana
de tu
nombre.
XXXIV
Seamos como
los bichos de la selva,
como la flor
del laurel, como este árbol
de incienso.
Seamos como
el rojizo urunday,
como el
lapacho rosa.
Que nadie
advierta en el barro nuestra huella,
nuestro
latido.
XXXV
¿Tu cuello
se parece a la torre del Líbano?
A la sierra
Morena, al peñón de Mbororé
se parece.
XXXVII
En tiras de
papel de cinco colores
dibujaste tu
tejado cubierto de nieve.
¿Qué nos
traerá el año nuevo?
Con varillas
de mimbre escribiste
el nombre de
los antiguos amantes.
¿Traerá
ventura la nueva estación?
XL
Leemos El Libro de la Almohada.
En
primavera, el alba es lo más hermoso.
En verano,
las noches. En otoño, el atardecer.
En invierno,
las mañanas.
Y todo el
año lo más bello es tu voz,
tu voz en
las cumbres.
Fuente: El agua y la primera luz, Diego Roel, detodoslosmares, Capilla del Monte, 2025.
Diego Roel nació en Temperley, Provincia de Buenos Aires, en 1980. Vivió en distintos momentos en La Plata, donde estudió Historia de las Artes Visuales (UNLP) y creó y coordinó el ciclo de poesía denominado Cendra. Actualmente, reside en Posadas, dicta cursos de escritura creativa y colabora con publicaciones de la Argentina y del exterior. Publicó los siguientes libros de poesía: Padre Tótem / Oscuros umbrales de revelación (Libros de Tierra Firme, 2004, reeditado por Ediciones El Mono Armado en 2013), Diario del insomnio (Libros de Tierra Firme, 2005, reeditado por detodoslosmares en 2013), Cuaderno del desierto (Libros de Tierra Firme, 2007), Las variaciones del mundo (Ediciones El Mono Armado, 2010, reeditado por detodoslosmares en 2014), Los Jardines del Aire (Ediciones El Mono Armado, 2012), Dice Jonás (Ediciones El Mono Armado, 2015), Vía Lucis (Ediciones del Dock, 2015), Kyrios (detodoslosmares, 2016), Las intemperies del mar (detodoslosmares, 2017), Shibólet (Griselda García editora, 2018), Kadosh (detodoslosmares, 2019) El infierno es una bestia callada y triste (detodoslosmares, 2020), Andréi Rubliov (Premio Alegría 2020 del Ayuntamiento de Santander, Ediciones Rialp, colección Adonáis, 2020), Los cuadernos perdidos de Robert Walser (Premio Internacional Loewe de Poesía 2023, Visor, 2024), El cazador suelta en el aire su corona. Poesía reunida 2015-2019 (Editorial Cántico, 2025), Alia (Baile del Sol, 2025) y El agua y la primera luz (detodoslosmares, 2025). Poemas suyos fueron incluidos, además, en diversas antologías, entre ellas: Desorbitados. Poetas novísimos del sur de la Argentina (Fondo Nacional de las Artes, 2009), Si Hamlet duda le daremos muerte (Libros de la Talita dorada, 2010), Antología Federal de Poesía. Provincia de Buenos Aires (CFI, 2019), Poesía. Varios Autores, La Plata (La Comuna Ediciones, 2019) y Roberto Juarroz baja en Temperley. Un mapa posible de la poesía en el conurbano sur (Leviatán, 2021). Acerca de El agua y la primera luz escribe Raquel Jaduszliwer en el prólogo del libro:
(...)
En esta época, signada por la pérdida de la capacidad de transmisión necesaria para que la mera vivencia se constituya como experiencia humana –tal como supieron plantearlo en su momento Benjamin y Agamben–, la poesía se nos presenta como una poco transitada vía regia para su recuperación. El viaje de este libro va por esa vía. La del compartir la intensidad de una experiencia vital –la del encuentro amoroso– a través de la experiencia de lectura. El habla introduce una forma particular de pérdida en el mundo: hablar es hacer desvanecer las cosas, alejar su inmediatez, obstruir su inmediatez mediante la intervención del lenguaje que es arte y parte de nuestra constitución subjetiva. Rudolf Otto se refería a la nostalgia por lo absolutamente heterogéneo, Gottfried Benn, a la “melancolía que a la poesía conduce”. La operación metafórica lleva más allá lo sensible y mundano y trae más acá al Otro mundo, ese que está allende los sentidos, plantea Murena. Roel transita la vía regia de la poesía llevando y trayendo. Lo próximo se vuelve lejanísimo como las estrellas, extraño, misterioso. Pero esas estrellas pueden tocarse en cada letra. Esa agua primordial, esa primera luz, pueden tocarse. Como la criatura que señala y nombra con sus primeras palabras, esa pureza original revive en su escritura.
Foto: Diego Roel. Fuente: Perfil de Facebook.
