lunes, 24 de noviembre de 2025

María Minellono


I
 
Ars poética
 
Sólo la pluma leve que se desprende y cae
desde el risco hacia el agua, de la luz al vacío,
oscilante y liviana sobre la superficie
de todo lo que fluye, austera, despiadada
como un tajo que hiere la duración y el goce
del vuelo de los pájaros.
 
 
IV
 
Cuando escribes portero o escondite
repites una página dispersa
del memorial eterno.
 
Cada soplo de voz se mezcla con el viento
que humedeció otros ojos
y desbordó los ríos de otras manos.
 
El poema regresa en la escritura
que lo vuelve a escribir.
 
Se dibuja una nube sobre los acantilados
y la sombra de Wordsworth amenaza
bajo el cielo de lluvia.
 
 
VI
 
Enemiga o aliada del poema
la realidad se entrega a la rutina
del ávido saqueo.
 
–La mediación, los referentes,
la ambigüedad del trazo inanimado
que aprisiona el aliento–
 
Dónde encontrar la línea vacilante
que fije el cuerpo de las mariposas
en sus estuches de cristal,
cómo atrapar la forma sin materia
que el cazador persigue por el bosque
de los ciervos furtivos.
 
 
VII
 
A propósito del
Quatour pour la fin du Temps,
de Olivier Messiaen
 
El aletear de pájaros se eleva
sobre el silencio helado de la nieve,
y la muerte es el sello
que anima las plegarias
en la trinchera donde sobreviven
los ateridos músicos del campo.
 
Una ráfaga verde, otra naranja,
el acertijo roza las entrañas
de los cuerpos con hambre
mientras repite el péndulo la gota
de su licor amargo
y se inquietan las voces sorprendidas
del nuevo alumbramiento.
 
El arcoíris toca los extremos
de las alas del ángel.
En Stalag, en tierra de Silesia,
los barracones se hacen catedrales
donde la luz irradia epifanías
sobre la tierra yerma.
 
 
XV
 
En Montparnasse
 
Visitamos las cruces solitarias
bajo el cielo lluvioso del viejo cementerio,
y con paciencia de recolectores
acopiamos objetos y palabras
de un mundo en movimiento,
el rosetón de mármol con pátina verdosa,
las guirnaldas de estuco,
el erguido ciprés,
helechos y azucenas cabizbajas
en floreros de herrumbre
que han quedado sin agua.
 
Ambigüedad de la tristeza
que restaura las huellas de la muerte
como un hilo dorado
que enhebra lo disperso.
 
 
XVII
 
Año tras año has contemplado
los árboles del parque,
la luz de la mañana
cuando despierta el mundo,
el círculo cambiante
del vuelo de los pájaros.
 
Nada escapa a los hilos más sutiles
del orden que los rige,
la memoria que asciende entre las hojas,
los sonidos dispersos.
tu cita con la muerte.
 
Pero transgreden los umbrales
de precarios sentidos
las líneas de una imagen
que apenas se insinúa,
las voces inaudibles
de una armonía extraña.
 
Fuente: Vigilia, María Minellono, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 2019.
 
 
III
 
¿Pero no hay nadie en esta sala
que se resista a las intrigas
de los actores de reparto?
 
En la comedia se alteran las medidas,
se exasperan caricias y miradas
con guiños y arabescos
–es como si un hecho fuera cierto
pero sólo es disfraz,
moneda de intercambio–
 
Y en público arrebato
se ovacionan escenas
y artilugios de pícaros enredos,
la hipócrita inventiva
de equiparar los vicios con virtudes.
 
¿Pero no hay nadie en esta sala
que manifieste cólera o cansancio
por los libretos de palacio?
 
 
XI
 
–J’ai vu, j’ai vu le rhinocéros!
Rhinocéros, de Eugène Ionesco
 
No es bueno dar por ciertos
el amor o la muerte
como asuntos privados,
ni pensar en las plazas
libres de sus llaves.
 
Las vidrieras reclaman
banalidad y escarnio,
un gran estercolero
donde exhibir destrezas
de fieras en disputa.
 
Y el gesto sospechado
de frialdad o disenso
despierta en la manada
furor y suspicacia,
los temerarios filos
que cortan hasta el hueso.
 
 
AUTOBIOGRAFÍA: PRIMEROS AÑOS
 
XV
 
¡Para qué sirve inventar!
Lo cierto es más raro.
Invenciones del recuerdo, de Silvina Ocampo
 
*
 
Necesité volver y dar los pasos
que me hicieron volar
para alcanzar la altura de los frascos
con antiguos sabores,
los caramelos en bastones largos
y los redondos o los cuadraditos
de frutilla y limón,
y además, los cuadernos
con flores en la tapa
y cuidados diseños en la contratapa,
episodios salientes de la historia
recreados en color.
 
Todo encajaba, todo florecía,
y el regreso a la casa era el apuro
por ocupar renglones con palabras
que andaban por ahí,
tan sueltas que asustaban.
 
 
*
 
¿Cómo era la niñez,
qué sabias imprudencias
reunieron a los chicos de Dickens,
en la calle,
con el llanto de Bruno,
ladrón de bicicletas,
y la libre inventiva de jugar?
 
En la ficción florecen
las historias
que alumbran la verdad,
los rutilantes brillos
del frasco iluminado
por bichitos de luz.
 
 
*
 
Canastos e impudores de diarios ajetreos,
la vajilla de loza, los platos de Limoges,
los cubiertos de peltre y los de plata
guardados en estuches,
hermandades de libros y pinturas
atadas con precintos,
y en los rincones,
muebles desarmados
disputando el amor
del que adolecen.
 
Con la cabeza vuelta
contra el vidrio,
requiero la constancia
y los cuidados
del camión de mudanza
que nos sigue...
 
 
*
 
La muñeca Delia
tenía la cabeza de porcelana
y era de mamá
–había viajado
desde Buenos Aires
como regalo de cumpleaños–
 
Mamá, como todas las mujeres
de su familia,
recibieron elogios y fervores
por el azabache de los ojos
y el cabello.
 
Con Delia compartimos
el rubio de las trenza
terminadas en moños escoceses,
el ámbar de los ojos,
nuestra piel sonrosada.

Fuente: A la intemperie, María Minellono, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 2022.

María Minellono nació en Las Flores, Provincia de Buenos Aires. Es Profesora y Doctora en Letras, egresada de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de la Plata, donde se desempeñó como Profesora Titular de la Cátedra de Literatura Argentina, Coordinadora de la Maestría en Literaturas Comparadas y Directora del Centro de Investigación en Literaturas y Literaturas Comparadas. Fue categorizada como Investigadora Categoría I en el Programa de Incentivos a la Investigación, Ministerio de Educación de la Nación/ UNLP/ CONICET, y ejerció el cargo de Decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica de La Plata. Entre sus múltiples artículos, reseñas, estudios y ediciones críticas cabe destacar: Poesía completa, de Almafuerte (Centre de Recherches Latino-Americaines, Archivos, Université de Poitiers); Amalia, de José Mármol (Ed. Losada); Obra inédita, de Almafuerte (Ed. Losada); Santos Vega, de Eduardo Gutiérrez (Ed. Losada); De sobremesa, de José Asunción Silva (Ed. Losada); Música sentimental, de Eugenio Cambaceres (Ed. Losada) y el Universo Poético de Francisco López Merino (Ed. Al Margen). Como ensayista dio a conocer: Las tensiones de los opuestos, libros y autores de la Generación del 80 (Grupo Editor Latinoamericano); La distorsión del espejo (Ed. Al Margen) y El campo y sus representaciones literarias. Estrategias político ideológicas en la apropiación de sus significantes (Ed. Biblos). Tiene también un libro de cuentos publicado: Reunión (Ed. Corregidor). Su obra poética editada comprende: El gesto vago (Ed. Castellví); Vigilia (Ed. Vinciguerra); A la intemperie (Ed. Vinciguerra) y De las exiguas flores (Ed. Vinciguerra). Suma a todo ello un volumen de entrevistas realizadas a notables poetas argentinos entre 1985 y 1995, titulado Los poetas en sus voces (Ed. Vinciguerra). Se halla incluida, asimismo, en la antología Poesía Argentina Contemporánea, Tomo I, Parte Vigesimoctava, de la Fundación Argentina para la Poesía (Ed. Vinciguerra). Colaboró con numerosas publicaciones gráficas y, desde 1985 hasta 1989, fue conductora de un programa en Radio Universidad y columnista de otro en Radio Provincia de Buenos Aires, ambos de contenido cultural. Reside en La Plata.

Foto: María Minellono. Fuente: Internet.


lunes, 3 de noviembre de 2025

Paulina Juszko


La exiliada de sí
la peregrina de sí
la que partió de sí en un barco sin retorno
la que vio a Dios como una araña tejiendo su ominosa tela
la atrapada sin salida
la desvelada
la que se exhumaba cada día
la buscadora de piedras filosofales
la que se permitió la tristeza en un mundo reidor
en un mundo de locas alegrías
triste Alejandra
Pizarnik de mis amores
compañera de vagancia
compañera en el destierro
lucecita parpadeante en las estepas del ser
estepas desoladas
donde sólo crece el yuyo de la poesía.

 

 *

Y entregamos
una y otra y otra vez
esa irrisoria parte de nosotros mismos
esa partecita llamada sexo
depositamos ese algo en otros
se lo confiamos
ilusión ilusión ilusión
de retardar
de salvar de la aniquilación
aunque sea un instante nuestro
rescatarlo del vacío
de los orgasmos del universo
en viaje hacia la nada.

 

 *

UNA FIGURA INQUIETANTE 

El círculo.
Representa el principio y el fin y a la vez lo que no tiene principio ni fin: es un símbolo del misterio universal.
Su circunferencia nos remite a las angustiantes nociones de infinito y eternidad.
Puede abarcar el planeta o reducirse a un punto, porque acepta el movimiento concéntrico y el excéntrico.
Es insoportablemente simétrico y divisible.
Su forma goza de ubicuidad.
Con volumen se hace esfera capaz de rodar sobre sí misma y de seducirnos con la falta de ángulos. Engañosamente manipulable.
¿Es Dios?

 

 *

HASTA MAÑANA 

Con el airecito a cuestas empiezo a dormirme, ese fresco de la madrugada que afloja tensiones y revive intenciones, que te desliza insensiblemente en el no land del sueño, donde todo fluye con un corte de manga a la lógica, a la coherencia, a la sensatez.
El país de Alicia: maravillas regocijantes y maravillas siniestras... Un teatro de improvisación... Un teatro de títeres sin titiritero aparente... Un film de final incierto proyectado sobre el muelle terciopelo de la inconsciencia... Hasta mañana...

 

 *

La vida: un sismo
Yo: su epicentro
Por qué volcán
y no simple montaña
decorativa turística pasiva
por qué fuego
y no roca compacta
boca abierta
y no cima cerrada
qué empuja
las piedras la lava ardiente
cuál es el centro del epicentro
el sentido de la devastación.

 

 *

Pesado de cargar
un corazón
en esta jungla de restosdesperdiciosdetritos
en este tiradero
cántaro quebrado también
donde ya no alienta
donde se pudre
lentamente
la esperanza.

 

 *

Hay pueblos que saben a desdicha.
Juan Rulfo, Pedro Páramo

Berisso:
sus calles de tierra
sus casas de chapa
sus letrinas
sus gallineros
sus rudas
sus malvones desangelados
tanta fealdad / tanta pobreza
troqueladas en la memoria
marco para eslavos borrachos
y niñas desoladas.

 

 *

asechanzas

 

Barro negro brillando
siniestro
en la negrura de la noche
barro que quiere embarrar/enlodar/enfangar
que encaja/empantana/paraliza
¡atención! ¡cuidado!
que tu pisada sea leve
que tu andar sobrevuele
que el peso no se haga cómplice del barro
elevate en vuelo de perdiz
o dejate matar
como el armiño.

 

 *

Entrar al mundo sí
pero reculando
huyendo
de qué
de quién
de vos que no me querías
así y todo
me diste la luz
una luz horrenda
enceguecedora
poblada de feroces ruidos
un lugar frío / seco
contactos esterilizados
un mundo incomprensible
y me cortaron de vos
(aunque no me querías eras tibia
flotaba en esa tibia oscuridad
tu sangre hacía latir mi corazón)
y hubo que abrir los ojos
y hubo que respirar por cuenta propia
y hubo que empezar a llorar.
Así y todo
¿debo agradecerte mamá?


 *

Soy
una inmensa llaga purulenta
una llaga palpitante
una llaga de color carne abombada
una llaga a todos los vientos
una llaga feroz
que no quiere cerrarse
que crece
que llama a la mosca
que invita al gusano

 

 *

¿hasta cuándo?
¿nos gusta el cielo sin estrellas?
Tal vez ansiamos eso:
la oscuridad primigenia
el vientre materno
colonizados / inermes / nonatos
meros receptores
de migajas.

Noviembre / 2019

 

 *

Una bala me hirió
y no pueden extraerla.
Con filoso bisturí
con las uñas
con los dientes
hurgué en mis entrañas
y no pude extraerla.
Desgarró tejidos a su paso
se alojó en lo más profundo.
Ahí permanece
solapada
fatal.


Fuente:
Escaparates
, Paulina Juszko, Proyecto Hybris Ediciones, La Plata, 2023.

Paulina Juszko nació en La Plata el 18 de febrero de 1938. Pasó la infancia en Berisso y los años de juventud en su ciudad de origen. Actualmente, reside en Villa Elisa. Es profesora y traductora de francés, narradora, ensayista y poeta. Publicó tres novelas: Te quiero solamente pa bailar la cumbia (Ediciones de la Flor, 1995), Esplendores y miserias de Villa Teo (Ediciones Simurg, 1999, 3er. premio de novela inédita otorgado por el Fondo Nacional de las Artes en 1998) y El año del bicho bolita (Editorial Dunken, 2008). A ellas deben sumárseles el ensayo El humor de las argentinas (Editorial Biblos, 2000) y Vivir en Villa Elisa (Libros de la Talita Dorada, 2005), obra de carácter testimonial declarada de Interés Cultural por la Municipalidad de La Plata. Sus libros de poesía publicados son: Poemas del Yo dios (edición de la autora, 1957), Del vagar breve (Enigma Editores, 2018) y Escaparates (Proyecto Hybris Ediciones, 2023). Aún tiene inédita, entre otras obras, su novela Sangre Sagrada, que obtuvo una mención del Fondo Nacional de las Artes en 1997. En el ámbito laboral se desempeñó como profesora en la Alianza Francesa de La Plata, institución donde dirigió el “Petit Théâtre” durante diez años. Integró, además, la redacción de La Gastada, revista de humor platense (1996/97), coordinó las Primeras Jornadas Argentinas de Literatura y Humor organizadas por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de La Plata (2 y 3 de diciembre de 2010) y, desde 2015, es miembro honorario de la SEA (Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina). Asimismo, dictó numerosas conferencias sobre temas literarios y fue columnista y co-conductora de programas radiales. En 2006 recibió el Premio Virtud a la Ética, el Trabajo y la Solidaridad (Ministerio de Desarrollo Social de la Nación - Fundación Principios) y en 2009, en ocasión del Día Internacional de la Mujer, la distinción Mujer Destacada de Villa Elisa. Parte de su obra fue traducida al ruso, francés, italiano y portugués e incluida en antologías, revistas literarias y página virtuales. También cuenta con varios poemas musicalizados por el compositor Germán Torre. Una aproximación certera a su poesía es el prólogo de Escaparates, escrito por Norma Etcheverry, que sigue a continuación:

 PAULINA JUSZKO: LA EXTRAÑEZA, EL AFUERA

En sus Notas sobre poesía Santiago Espel dice: “Quien quiera conocerme, debe ir a mi poesía”. Tal vez no vale para todos, pero es así en el caso de Paulina Juszko, que apela a las palabras para detener, acaso, el devenir, “enjaular el tiempo, encerrarlo, que no vuele”, que ya no vuele.

El título de este libro alude, en general, a una vidriera “donde se ofrecen como frutas en un escaparate” las virtudes y las miserias de la humanidad, “todos en busca de comprador”; pero también propone mirar el interior de alguien que escribe asumiendo la certeza de los límites: “ésa que teme morir / la angustiada”; de una mujer cuyos orígenes “se remontan a la sal”, la hija de inmigrantes de la actual Bielorús, la que se define como “un producto de esa inmigración que no logró hacerse la América y ni siquiera vivió para contarlo” (en el caso de sus padres), la que a sí misma se considera “un exponente acabado de la decadencia finisecular”, la atea que pregunta por Dios: “UNA FIGURA INQUIETANTE es Dios”, la pesimista de la naturaleza humana a la manera de Anatole France, la escéptica en cuanto a su evolución, la descreída del amor de pareja pero, por otro lado, la férrea defensora de la amistad, de la justicia y de la solidaridad.

Juszko despliega el lenguaje como objeto de mediación, pero también privilegia el uso de la imagen que, particularmente en este libro, tiene una singular importancia, tanto en las composiciones textuales, en general (donde rompe con las formas buscando no sólo llamar la atención del lector, sino alcanzar la dimensión estética), como en los caligramas, esas frases o poemas cortos en los cuales se ubican las letras de tal forma que representan la imagen aludida en el texto. Su lenguaje, entonces, no se limita a reproducir la extrañeza del mundo sino que también la recrea.

Escaparates se organiza en tres partes, Ofertas, Saldos y Liquidación, con formas y métricas variadas, pero cada una de sólida construcción, con versos que se despliegan en ambos márgenes del papel, con disrupciones que sorprenden y exigen la atención del lector, inesperadas mayúsculas, preguntas retóricas, versos en otras lenguas tales como inglés, francés, latín y griego, collage, intertextualidad, ironías, una cantidad de recursos que no permiten la mínima distracción. Con esa estructura casi lúdica, se alumbra una poesía de tono existencial que recrea la fragilidad humana en todas sus formas: la finitud, “Porque el pretérito imperfecto nunca será perfecto / se volverá más y más indefinido”; el amor, el sexo, “esa irrisoria parte de nosotros mismos”; lo trascendente, lo individual, lo colectivo, “adónde vamos las tristes pájaras”; los valores, “sapos tragaban moscas / yo tragaba sapos”.

La autora nos confronta con nosotros mismos en su minuciosa observación del mundo actual, de las relaciones humanas y aún de las redes –ese espacio en el cual muchos poetas suelen sentirse desarraigados–, toda vez que ella se permite, como su admirada Alejandra Pizarnik, “la tristeza en un mundo reidor”; y, dueña de un finísimo sentido del humor, puede ser inclemente con sus reflexiones, “y a eso lo llamaste poemas”; paradojas que, en cierto sentido, descolocan o disgustan. Pero eso es lo mejor (y una vez más cito a Espel), “que la poesía nos deje en su lugar de incomodidad, porque nos lanza preguntas y porque no nos ofrece ningún tipo de respuestas”.

Celebramos la poesía de este escaparate y su acontecimiento, y el hecho de que, a esta altura del largo camino recorrido, Paulina Juszko apueste a seguir cuestionando y creando, lo que corrobora una vez más que su única fe está puesta en el Arte.

 Foto: Paulina Juszko.  Fuente: Internet.