miércoles, 21 de octubre de 2015

Oscar Tiberio


V

Tendida en los escaños de la plaza,
Bajo el frescor tardío de la fronda,
Promiscua serie de hombres se solaza,
Mientras alguna hembra cruza oronda.

Éste, a través de su ilusión la abraza;
Aquél, la insulta con su boca hedionda;
Y otro, desecho de una noble raza,
Sin verla apenas en sí mismo ahonda.

Los más, arriba el pensamiento vuelven.
Muertos de hambre o muertos de pereza,
Allá en el infinito se revuelven.

Para caer después desde la altura,
Soñando siempre: aquél, con la riqueza;
Y éste, con el cajón de la basura.


XXII

¿Quién es esa mujer desconocida
Que en medio de la turba he tropezado,
Y que así como yo la he contemplado
Me ha visto ella también, estremecida?

¿Quién es esa mujer que me ha mirado
Desde el fondo insondable de su vida,
Y que luego, sonámbula y perdida,
Detrás del compañero se ha marchado?

¡Ya sé quién es! ¡Esa mujer pasea
Por lo inmenso del mundo su idealismo,
Como un dolor, como una cruel presea!

¡Y al presentir mi trágico lirismo,
Habrá entrevisto el alma que desea,
Y habrá retrocedido ante el abismo...!

Fuente: Cantos de mi camino, Oscar Tiberio, Buenos Aires, Edición de la Revista Nosotros, 1919.

Oscar Tiberio (seudónimo de Jacinto Bordenave) nació en Dolores, Provincia de Buenos Aires, en 1871. Llegó a La Plata en plena juventud y, al poco tiempo, se incorporó al cuerpo de redactores del diario El Día. Publicó dos libros de poemas: Palingenesia, con prólogo de Julio Herrera y Reissig (1912) y Cantos de mi camino (1919). El primero –según Lázaro Seigel– da cuenta “de una inspiración voluptuosa, de una complexión aristocrática. Resalta el brillo y la suntuosidad dinámica de la palabra, la elaboración plástica del cuerpo verbal, la esplendidez señoril del verso”. En cuanto al segundo –agrega Seigel– “se advierte, a través de la totalidad de sus composiciones, la evolución del poeta. El estilo es más apacible y llano. La sencillez desplaza al enjoyado policromo de Palingenesia, la mesura léxica a la ebriedad preciosista, la moderación de la estructura verbal –fruto ya de la madurez poética– a la obsesiva opulencia anterior. Una discreta expresión lógica enseñorea al verso. Lo mece un aliento de íntima terneza, lo puebla de hondas sugestiones, le confiere un tono de melancolía...” Tiberio estuvo relacionado con importantes figuras de su época, como Lugones, Almafuerte y el ya citado Herrera y Reissig, y fue un apasionado lector de Lamartine, Musset, Hugo, Baudelaire, Verlaine y Darío. Su nombre se inscribe en el nutrido grupo de poetas que dieron origen a la llamada “generación del 17” o “primera generación platense”. Murió en La Plata el 23 de marzo de 1943.

Imagen: Retrato de Oscar Tiberio. Fuente: Palingenesia, Oscar Tiberio, La Plata, Casa Editorial de José María González, 1912.

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