Poética II
Escribo con una parte de mí
que como el reuma cambia de lugar,
un instante recuperado de película bélica
donde sólo queda en pie,
una casa en llamas.
Y el flash de los
recuerdos (o la resurrección)
por enésima vez
la incendia, la apaga, la vuelve a incendiar.
Sombríos cuadros de Cirian Shuler
A V. Costantini
Cirian era un pintor cercado por lo visceral,
pintaba mezclando pigmentos con lágrimas.
Hubo que juntar dolores y alegrías intensas
para mover la terca mula de su reto.
Por romántica coartada, o tic esnob,
o miedo fisiológico (vaya a saber uno),
se atrevió a celebrar boda con parte de él
y parte de la naturaleza.
Pero sus trabajos,
apenas expuestos a la fulminante luz del día, se perdían;
una veladura los empañaba lenta y definidamente.
La crítica lo trató de artista condenado, como tantos,
por ahondar, al enmarcar lloriqueos,
la fórmula de la agonía.
2 cm3
Leí, alguna vez, que entre los experimentos de la ciencia,
había un ínfimo recipiente de dos centímetros cúbicos
de agua destilada, al cual, se ha practicado, gracias a manoseos
a puerta cerrada, un canal
minúsculo por donde fuga
cada
segundo una molécula del fluido
domesticado.
Si todo este protocolo fuese posible,
el recipiente quedaría vacío en apenas cien años.
Otra estafa, que apunta a convencer a los profanos,
de un
drenaje suplementario, citando
a mitin en las profundidades
de un dedal de costurera.
Palabras de
bienvenida al Gulag
Enemigos del pueblo,
vuestro encierro no lo conforman
estos alambrados de púas,
ni la amenaza de nuestros perros,
ni ese camino que a la mitad del día
la bruma clausura.
Aquí, donde termina la mugre de vuestras uñas,
comienza la Siberia y ella es vuestra prisión.
Ésta es la madre que tiene 13 millones
de ubres flácidas y de metros cuadrados
de la cual sólo la muerte os destetará.
Toda esa naturaleza es vuestra impotencia,
lo que se le escapa a los lobos o a los osos
no se le escurre a ella y menos a sus parásitos.
Aquí vuestros recuerdos terminarán como esa nieve
sucia.
La tundra es un gran atelier de esculturas
en carne helada que espera, camaradas.
El mundo, esa comunidad del olvido,
enterrará el resto, hijos, amantes y hasta gremios,
entonces sabrán que para intentar evadirse
hay que tener por lo menos a dónde ir.
Fuente: Gentileza de Abel
Robino.
Abel Robino nació en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, el 7 de octubre de
1952. Es poeta y artista plástico. Estudió en la Facultad de Bellas Artes de La
Plata. En esta ciudad fundó en 1977 el Grupo Literario Latencia. Es Master en
Artes Plásticas. Desde 1982 reside en Francia. Publicó los siguientes libros de
poesía: Obsesión (1978); Las especies de la noche (l982); El estado de la quietud (1986); Hiel por hiel (1997) y Poemas (2004). Como artista plástico ha
expuesto en varios países de América, Europa y Asia, entre ellos: Argentina,
Brasil, Cuba, Francia, Bélgica, Alemania, Suecia y China (Beijing y Shangai). Su poesía es reveladora de la
más cruda realidad y se halla atravesada por el doble exilio que implica estar
en el mundo y vivir lejos de la propia tierra. El desarraigo y la orfandad,
derivados de esa situación, constituyen el trasfondo de su creación más
reciente. Robino mira el mundo y se mira a sí mismo de manera irónica y
descarnada, sin piedad ni autoconmiseración, pero también sin reproches. Para
Osvaldo Picardo, la suya es “una voz bestial que se sabe traicionada por su
propia sombra proyectada sobre la hoja de la poesía”.
Foto: Abel Robino. Foto original de Francisco Javier Lorenzo Yubero. Fuente: Gentileza de Abel Robino.
Excelente poeta, con un estilo propio y potente, porque se alimenta de su energía visceral. Cada poema es una sorpresa estética única y desafiante.
ResponderEliminaragradecido
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