sábado, 9 de noviembre de 2019

Norma Etcheverry


Radio Colonia

A César Cantoni


Cada día invariablemente
a las 7 am cuando abría los ojos
venía a mí
esa voz familiar y pegadiza
del locutor de Radio Colonia
que a cada rato repetía
“Hay más informaciones
para este boletín…”
No entendía por qué mi madre
cada mañana
escuchaba las noticias de nuestro país
en una radio uruguaya.


Una película muda

Pasaban como imágenes
fugaces e inalcanzables
de una película muda.
Pasaban y mientras pasaban
se nos iba pegando en la retina
una mezcla efímera y escasa
de colores
de muecas y de ojos,
un vértigo de luces y de sombras
detrás de las ventanillas.
El eco de los vagones
anidaba en nuestros oídos
largo rato,
era un repiqueteo suspendido en el aire
que insistía
cuando ya la formación había desaparecido
más allá de la curva.


Camino de la escuela

Caminábamos casi diez cuadras
por inciertas veredas,
muy temprano, a la mañana.
El agua se escarchaba sobre la superficie
de las zanjas y nosotros nos asomábamos
peligrosamente al borde
para quebrarlo
con la punta del pie.
El viento helado en los ojos nos hacía llorar,
la nariz y las orejas se nos congelaban,
pero nos divertía sentir el frío y nos gustaban
las sensaciones del invierno.
Como el mate cocido con leche
del primer recreo,
junto a los chicos de un barrio
donde todas las casas se parecían entre sí.


Láska (Amor)

A Sandra Cornejo


Él todavía bebe un último trago
y de su boca
el licor con sabor a bosques pasa a mis labios.
Puedo nombrar sin decir palabra
todos los árboles
que rodean a los montes Sumava:
las hayas y los pinos y los abetos rojos
y también
todas las especies de hierbas que crecen
en las lagunas pantanosas de Lednické
Rybniky, allá en el borde,
cerca de la frontera con Austria.
Tomadas de la mano cantábamos
y dejábamos
caer promesas.
Nunca imaginamos que el amor podría decirse
alguna vez
en una lengua extranjera.


El cementerio de Josefov

Ahora mi casa está cerca del embarcadero,
al norte del Puente Palacky.
Desde allí las embarcaciones de turismo
cruzan el Vtlava.
Los veranos me recuerdan la felicidad
pero en otoño
los paseos se suspenden
y el paisaje cambia.
Subimos hasta Josefov,
el antiguo cementerio es imponente
y sobrecogedor.
En el invierno, un bello manto blanco
se tiende sobre las tumbas,
y las piedras que los judíos dejan a sus muertos
en lugar de flores,
quedan tapadas por la nieve.
Las pisadas se funden en el hielo
y predomina
ese rastro palpable sobre la superficie.
Parece
que la vida caminara sobre la muerte.


El fin de la niñez

Una Estanciera que fue hasta el puente de hierro,
ahí doblaron.
Por el camino pasaron al matadero viejo,
las luces largas abrían un agujero
en el fondo del campo.
Que corran dijo,
que si corrían por ahí podían salvarse.
Diablos desnudos,
con las manos atadas a la espalda,
corrieron.

Escuchamos los disparos,
vimos
cómo caían los tres,
los vimos,
uno por uno al otro día,
en las páginas del diario.


Recuerdos de mi padre

A Marcelo Ortale


Una caja de madera finamente tallada
que era de mi padre,
allí guardaba viejas fotografías.
En algunas aparecía joven y trajeado
con una mujer hermosa
y blanquísima, que era mi madre.
Luna de miel en Tandil,
con detalle
en la piedra movediza.
Un par de gemelos de oro,
varios pañuelos de seda,
un encendedor Carusita,
un reloj de plata que había sido del abuelo.
En el fondo de la caja,
atrapado y oscurecido por el tiempo,
un periódico de otras épocas.
Abierto en la primera página
se podía leer:
DERROCARON A YRIGOYEN.

Cuando murió mi padre la infancia era de escarcha,
la historia se leía en los manuales
y nuestras vidas se apretaban
todas juntas
en una caja de madera.


Primavera

Setiembre se tendía liviano y tibio,      
las plazas numerosas desbordaban
de flores,
la ciudad se desparramaba bajo los tilos,
la temperatura promedio era de 20 grados,
esa sumatoria de factores
daba por resultado
una estación espléndida.

De pronto estábamos entre pañuelos blancos
como en una cita.


Río de la Plata
                  
A  Gustavo Caso Rosendi


El sol checo es apenas tibio
pero persistente
y se derrama en infinitos reflejos
sobre el caudal que viene de Sumava
para ir a unirse con el Elba,
allá en Mélnik.
Si yo fuera de esta tierra habría crecido
escuchando a Smetana,
habría aprendido
que uno de los seis poemas sinfónicos
de “Mi patria” se llama, justamente,
Moldava
y evoca musicalmente el curso de este río.

Pero la verdad es que mi patria
no queda aquí sino en el sur,
en una orilla de plata donde la leyenda
dice
que uno puede comer lotos
pero no olvidar.


Elecciones

A los palcos del recinto
subían por las escaleras
laterales
hombres y mujeres con ropa dominguera
que cantaban, felices y fanáticos,
como otros de sí mismos
y a la vez distintos
de los que antes colmaban otras plazas.
Hubo un momento de emoción
al escuchar el estribillo.
Una vez canté la marcha peronista,
allá en la escuela del conurbano,
el día
que murió Perón.

Fuente: País niño, Norma Etcheverry, Proyecto Hybris Ediciones, La Plata, 2019.

Norma Etcheverry nació en Ranchos, Provincia de Buenos Aires, en 1963. Es periodista egresada de la Universidad Nacional de La Plata. En esta ciudad reside desde 1981. Publicó cinco libros de poesía: Máscaras del tiempo (1998), Aspaldiko (2002), La ojera de las vanidades y otros poemas (2010), La vida leve (2014, traducido al griego como tesis de Maestría en el marco del Departamento de Lenguas Extranjeras, Traducción e Interpretación de la Universidad Jónica de Corfú, Grecia) y País niño (2019). A ellos deben sumárseles el cuadernillo Lo manifiesto y lo latente (2011) y poemas y textos incluidos en antologías y ediciones compartidas, como Mitografías (2009) y Anotaciones de Horacio Castillo a su poesía y otras notas amigas (2012). Participó en  festivales de poesía dentro y fuera del país y en la XXV Feria Internacional del Libro de La Habana, llevada a cabo en 2016, donde presentó La isla escrita (2015), una selección de 35 poetas cubanos contemporáneos, que preparó a la vuelta de su anterior viaje a Cuba. Poemas suyos fueron traducidos al francés, euskera y portugués, y publicados, en el último caso, en diarios y revistas literarias de Brasil. Integró, junto a Ángela Gentile y Mónica Claus, el grupo Hybris, con el que organizó encuentros de poetas de La Plata, Berisso y Ensenada en lugares emblemáticos de dichas localidades, editando, además, el material poético de los participantes. Actualmente, trabaja en Autóctonas y exóticas, proyecto literario que cuenta con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes. Acerca de País niño, dice Fernando Kofman en “Un boleto a la edad de la razón”, texto prologal del libro:

Como en "La noche de San Lorenzo" de los hermanos Taviani, en "País niño" se despliega una atmósfera sencilla, con connotaciones rurales, donde la recolección de moras o higos son epifanías que recuerdan un ambiente humilde, como las colinas que muestra el film en la Toscana. El telón de fondo es distinto, porque es casi el fin de la guerra en la historia de los Taviani; y aquí en la estructura del libro de Norma Etcheverry, predomina el clima funesto de pequeños períodos democráticos abortados por dictaduras o populismos –como lo refiere el poema sobre la muerte de Perón–, que sólo conciben la homogeneidad bajo la figura de un líder, y luego al desaparecer éste, sus consecuencias en forma de dictadura y guerra.
Ese clima de sencillez, como si se tratara de un cuento de Cesare Pavese, ofrece ángulos muy sentidos, como evocar a la madre costurera, o la caja del padre con fotografías antiguas y un recorte de periódico que anuncia el derrocamiento de Yrigoyen. En ese caleidoscopio no faltan el invierno y las calles de tierra escarchadas, camino a la escuela, o la irrupción del verano, el río y sus pescadores.
Esta tensión tiene otro punto de apoyo, que es la evocación de ciertos lugares en República Checa donde se habla del comienzo de un amor o el recorrido por el cementerio de Josefov. Sin proponérselo, la poeta, al articular esta tensión entre Argentina y República Checa, trae de algún  modo la primavera sofocada con armas en el '68, flotando como un eco.
Norma Etcheverry en sus vivencias no ha dejado escapar nada. Nos propone la entrada en un museo de esperpentos. Está el Informe Rattenbach y también está la Jota Pe. En este museo se suman las resonancias. Porque Italia termina la guerra, comienza su período democrático y tiene el mayor Partido Comunista de Occidente. Son los años '50 y éste planteaba que ellos solos eran el pueblo. Estos planteos mesiánicos culminaron en los '60 con la formación de las Brigadas Rojas y el asesinato de Aldo Moro. El libro no lo dice, lo sugiere, y sus resonancias articulan muchos versos. En cierto modo este libro es un pasaje por autopista a la edad de la razón. Porque las vastas movilizaciones populares del pasado, dejaron varias asignaturas pendientes, entre ellas, ¡las ideas de otros no merecen ser escuchadas!
Como en "La noche de San Lorenzo" o como en "La luna y las fogatas", la hierba en la noche, el ondular de la higuera, reciben un reflejo de la luna, y esa es la felicidad de los humildes. También están los trenes que cruzan el pueblo, y van en distintas direcciones. Si estos trenes fueran en una sola dirección, estaríamos en problemas.

Foto: Norma Etcheverry en la Isla Paulino, el 7 de octubre de 2018, día en que el grupo Hybris inauguró la Biblioteca Isleña Miguel Ruscitti. Fuente: C. C.