martes, 20 de septiembre de 2022

Horacio Preler

Árboles quebrados

La tormenta cae siempre sobre los árboles quebrados.
Junto al fuego contemplamos las ramas caídas
que modifican el sentido del viento.
Las nubes, cerradas al triunfo y a la derrota,
son pobres como nuestros sueños,
no entienden el contenido de la angustia,
no saben que las pequeñas lágrimas
han madurado con los años.
En el corazón acosado por la nostalgia
las palabras tienen secretos que sólo ellas conocen.
 
 
Desconsuelo
 
El ojo de la desdicha es la madera oculta de la lluvia
donde nacen flores de infinita tristeza.
El exilio de las horas
transforma en alegría su íntimo dolor
como el perfume de la expiación.
Una llave misteriosa abre la conciencia de los árboles
y encuentra la habitación del desconsuelo.
Es todo lo que había.
Hemos amado la verdad y nos ha hecho daño.
 
 
El huerto
 
¿Hacia dónde conduce el huerto
que hemos heredado?
Estaba allí desde hacía tiempo.
Caminamos entre los surcos
sin conocer lo que crecía,
sin entender la hoja y el tallo
ni la pequeña hierba que se arrastraba temerosa.
Un día el sol asomó de pronto
y todo el huerto recibió una nueva claridad.
 
 
Lágrimas
 
Podíamos contar historias,
inventar episodios o urdir tramas valiosas,
podíamos analizar el lenguaje
o elaborar esquemas
sobre el ritmo interior de las palabras,
podíamos destruir el asombro
o la fantasía que viene de la nada,
pero no pudimos comprender el origen de las lágrimas
que se derraman en la noche.
 
 
Paraíso
 
En la soledad tenemos nuestro templo.
Allí interpretábamos la noche sin medida
mientras las nubes viajaban hacia la oscuridad,
lacerando la tierra,
arrastrando las congojas que los días no pudieron borrar.
El agua del paraíso dormía
con siniestros mensajes de la vida,
negra, cruel, solitaria,
como el látigo de la memoria.
 
Fuente: Cuadros de una exposición, libro inédito. Gentileza de Horacio Usatorre y Feli Bellocq.

Horacio Preler nació en La Plata el 21 de septiembre de 1929 y falleció en la misma ciudad el 6 de agosto de 2015. Fue abogado y poeta. Publicó los siguientes libros de poesía: Institución de la tristeza (1966), Lo abstracto y lo concreto (1973), La Razón migratoria (1977), El ojo y la piedra (1981), Lo real, nuestra casa (1991), Oscura memoria (1992), Zona de entendimiento (1999), Silencio de hierba (2001), Casa vacía (2003), Aquello que uno ama (2006), La vida se interroga (2012) y Pájaros oscuros (2013). Poemas suyos fueron incluidos en diversas antologías poéticas y publicados en numerosos medios gráficos y electrónicos, como así también traducidos al portugués y al italiano. Obtuvo, entre otras distinciones, la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1981), el Premio Consagración de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires (1996) y el Premio de Poesía (trienio 2001/2003) de la Academia Argentina de Letras por Silencio de hierba. Según un comentario publicado en el diario Los Andes de Mendoza el 22 de noviembre de 1981, la poesía de Preler expresa “una verdad que surge del enfrentamiento de la conciencia lúcida del autor con su mundo circundante. Si nada tiene que ver esta poesía con  la orientada por las pautas del realismo histórico y, mucho menos, con lo que ha dado en denominarse ‘poesía social’, es evidente que asume la gran circunstancia de espacio y tiempo en que le ha tocado vivir al poeta. Su voz denuncia, de modo tácito, la sombría desolación, la indigencia y la pesadumbre que vive el hombre de este ‘aquí y ahora’, proyectando sus amargas reflexiones hacia un orbe metafísico”. Los poemas transcriptos en esta página pertenecen a Cuadros de una exposición, libro inédito que el autor tenía previsto dar a conocer poco antes de su fallecimiento y que, próximamente, verá la luz de la mano de Proyecto Hybris Ediciones. Agradezco a sus hijos por permitirme publicarlos y, de manera especial, a Horacio Usatorre y Feli Bellocq –hijo mayor y nieta, respectivamente– por el material original que pusieron a mi disposición.

Foto: Horacio Preler. Gentileza de Horacio Usatorre.