miércoles, 25 de julio de 2018

Leandro López


Mitología de la noche

Ya nunca creas que eres tú.
                            A. Artaud

I

Que se disipe mi sombra entre los cuernos de la apatía
sagrada renuncia aullar aullar aullar
por toda respuesta un lento y azul campanazo
en mi vientre caben los juncos y su pantano
círculo de moscas mareo y descender
dioses de uñas mugrientas trabajan una pierna de luna
replegados en el incesto de flujos paradoja
ensimismada embriaguez abre un arco de fuego
bestias adivinan su comunión con las larvas de ceniza
olor a amapolas que no sabe ser otro puentes aéreos y rocío
viento demorado en un borde en el margen
donde yazgo y espero roto entre los garfios de la apatía.


II

Entonces la noche cualquier lugar es lejos
el tiempo urna desbordada de cucarachas
exilio en himnos entonados por las cañerías
exilio con base en un cenicero triangular
y los restos que la orfandad no pudo ceder
y tanta plata dispersa hipocampos de neón
y demasiado olvido para la palma de una mano
para la vasija resquebrajada del iluso
inocencia donde copula la locura sabia prostituta
deja deja que ofrende mi córnea a las estrellas
mi más cara maldición en el reencuentro
fortuito inviolable del musgo en la piedra
en el rostro compacto de raíces y después.

Alguien ha dicho abandono fuga hoja
huele a sexo de virgen el cielo bastardo
o tal vez rumor de fuentes rémoras de magma
o fiebre que late en el bulbo del vicio
o nombre sostenidos por ojos de gato a la madrugada
lleva esparce multiplica el golpe de puertas
contra la castrada lógica del renacuajo
y así partirán otros murciélagos hacia
tumbas plenas de luz y barro hacia lluvias
incesantes como enigmas irresolutos
dos astros hablan del bronce corrompido
que clausuró la parábola de tierra
y hierba para frecuentar cortinas rendidas.

Profundidad de ojeras cuando la muerte
de la causa no es la muerte del efecto estampida
de cuervos superpuestos cálices de cuarzo
vino espeso coágulos de la tristeza
paredes con mapas carcomidos de inadvertencia
bogar bogar entre los residuos de lo que no fue
los dogmas de la piel como labios abiertos
y rieles de nubes cárdenas que abisman
en la intuición del centro desplazado
quiero quiero la nervadura de una resaca invicta
para desafiar el choque eléctrico de terrazas
oscilantes en la fantasía de un cigarrillo
apagado en la húmeda tráquea de las calles.

Alguien ha dicho desnudez sin retorno gota
se prolonga el roce de aire de bahía
entre túneles de árboles niebla cautiva
envuelve despoja de cruces a los perros
mientras estigmas recurrentes parasitan en los hombres
temor de forzar los candados de la coherencia
avidez de torres exactas precisas como arañas
y horas dóciles platos de sopa
para la nostalgia del amanecer imposible
despliega despliega la lepra de tus violines
contra tanto bar clausurado tanta erupción sofocada
y así sumergir en alturas la cabeza
pedazo de página roída por las ratas.

Entonces la noche cualquier milagro un ultraje
bello y profundo como corolas de suburbio
mi pulso zanja anegada de inconstancia
entre ruinas de vasos de cerveza al fondo
sucio y claro fondo del percibir
un brote de fuego apertura
un saxo de párpados levedad
un remolino de polen dispersar
y entonces la noche que alguien dijo noche.


III

Raspan las sombras y habla el ídolo en su baba
linaje de sótanos inhabitables y los pasos
del ser todo lluvia y jamás y el desfigurado rostro
de hierba en los baldíos el corazón
late sin rumbo entre eclipses hocico de lobo
la promesa y su juramento y óxido.

Temblor de charcos como yo y otro
nace el sumergido azul en mi muslo
y en mis venas escarabajos y sequía
viaje del escombro a la cúpula al escombro
entonces extrañeza de pétalo en la boca
y epitafio de llagas encendidas para el insomnio
de obsesiones máscaras basurales
para la multiplicación de hojarascas en la memoria
tótem de viento y ámbar centro fecundado
para la digna costra de lo que calla.

Abren las sombras y precipicios inconexos
muerden la percepción de las horas y su nudo
garganta obstruida de bulbos vomitar
lo que queda de desconcierto haz de semillas
sobre el plagio del sueño nuevo como
teatro de úlceras lívidas y transcurrir
en cascada sauce granizo yemas
bajo la mueca absurda de la soledad
una crisálida parece y se pierde.

Olor a tilos en celo fundir
la palabra y su reverso la fe
porque rehenes del bermejo mastican óvulos de vidrio
y ninfas borrachas perpetúan su canto más allá del aire
porque lejanías densas abrazan médula de relámpagos
y tajos no nacidos para la fragua de los opuestos
porque yerran perros famélicos en mi conciencia
y ya no hay prohibición que margine ampute
sólo un ritmo de botellas y guitarras
en armonía con el mítico oro del deseo.

Cantan las sombras y liberan
al demonio seguro de sí mismo al santo
desconfiado de sus rodillas al demonio
que se retuerce al santo que agradece
transpiran por el mismo culto no importa
qué pozo celda o trigal
qué marea erosione las mejillas de lo que debe ser
qué fuego exalte el sexo de lo falso
no importa apariencia realidad o dios
lo que pesa es la tenue mirada del niño
en el límite del absurdo follaje desgarro.

Hipnosis en el lento desmoronar
de metáforas que justifican el hastío vigilia
de los miedos con ojos de gárgola
y tantas franjas rojizas entrecortadas
en la viscosa procesión de las distancias
malditas por el agrio zumo de lo innombrable
criaturas difusas ofrecen su calvario
como único y último pájaro hacia la nada
emerger de la voz que el vino no pudo desviar.

Alzan las sombras hemisferios incongruentes
cada flagelo con su banco de peces esmeralda
cada placer retenido en la mandíbula del ocio
cada estructura de conchilla sobre el lago ignorado
y tanto país convulso de pestes indescifrables
tanto reptar entre lágrimas que horadan bendicen
el crimen la humillación lo para siempre oculto
bajo la piel que recita sus vestigios esculpidos
en el olor de la brisa espesa estancada
islas como templos desafinados escalones
hondo destierro en el desenfreno
del disco que lacera y germinar
tibias visiones en la escarpa del delirio.

Fuente: Mitología de la noche, Leandro López, detodoslosmares, Córdoba, 2018.

Leandro López nació en La Plata en 1978. Es Profesor en Lengua y Literatura y Corrector Literario. Como integrante del taller de Ana Emilia Lahitte, dio a conocer algunos de sus poemas en Hojas de Sudestada Nº 288 (2000). Actualmente, su obra poética publicada incluye Caídas sobre caídas (Sudestada, 2001), Postales anacrónicas (Hespérides, 2007), El reino paralelo (El Mono Armado, 2013) y Mitología de la noche (detodoslosmares, 2018). Acerca de este último libro, señala Adrián Ferrero en el prólogo:

Si todo yo lírico aspira a dirigirse a un tú, es decir, su alteridad, este libro lo logra. La construye desde el vacío hacia la plenitud, que puede premonitoriamente advertirse. En el poemario, es cierto, hay prostitutas y se nombran suicidios. Ambos, cada uno a su irónica manera, son formas del sinsentido y del fracaso. En un caso, de la incapacidad de introducir, en el seno de un vínculo, el cuerpo del amor. En el otro, el hallazgo de que ya no lo tiene el mundo o, peor aún, el universo todo. Se ha perdido el sentido y el yo lírico se extravía en ese marasmo porque sólo le queda el abismo que, como siempre, resulta irreductible. Por eso permanece en la noche. La entiende como su refugio y su resguardo pese a que siempre alberga ciertos riesgos: intemperies graves y la imposibilidad de orientarse demasiado.
Tras los pasos del alba, porque “El reverso de la luz no es la sombra/ es la Ausencia”, las mayúsculas invitan a resignificar esa experiencia de la alteridad. Porque la ausencia, con esas mayúsculas que la vuelven la jugosa hipótesis de un verso, supone una ausencia reduplicada. Una ausencia que se resignifica en toda su magnitud porque es una ausencia mayor y una ausencia que el sujeto siente de modo desgarrador. De modo que si la noche es la ausencia (y, convengamos, la ausencia se percibe particularmente por las noches) la mitología de la noche es la mitología de la ausencia y, agregaría yo, de una ausencia en especial.

Foto: Leandro López. Fuente: Mitología de la noche, Leandro López, detodoslosmares, Córdoba, 2018.

miércoles, 18 de julio de 2018

Sergio Guerrieri


Lo que se ha perdido, lo que se debería haber perdido, lo que se ha
conseguido y ha satisfecho por error, lo que amamos y perdimos y,
después de perderlo, vimos, amándolo por haberlo tenido, que no lo
habíamos amado.
                                            Fernando Pessoa, Libro del desasosiego

Ritual

I

El silencio, esa posible interdicción,
nos hacía bailar mejor.
La danza del amante se parece
al comportamiento animal:

comer por instinto,
por verdadero hambre,
correr para salvarse,
por verdadero temor.

La cabeza del amante
es una serpiente;
sus cascabeles,
el amor de la víctima.


Creación

Incluso detrás de las cosas naturales,
lo que existe es nuestro.
Somos, además, hermanos,
aunque dios sea nuestro padre
y nosotros lo hayamos engendrado.

Somos una familia moderna:
vos también sos mi engendro. 


Mito

Se abre la puerta del dormitorio
yo estoy frente al espejo,
con mi aire ceniciento.

Son días difíciles por venir.
Casi rozás con tu brazo mi cintura,
pero vas hacia el reflejo, no hacia mí:

tu dedo hace un círculo en mi ojo.
La imagen se evapora, y eso que arde entre nosotros
es alguna clase de inmensidad.
 

Cama vacía

Mientras tiendo la cama
acaricio esa oruga que se arrastra
babeando por las sábanas.
Es asquerosa,
pero el gesto tal vez le permita
escapar de la metáfora.


Sanación

Ahora que no puedo tomarte de la cintura,
porque ahí duele;
que no puedo entrelazarte los dedos,
por las llagas;
que no voy a tocar la piel del cuello que sangra,
es el momento de que cortes
el cuerpo que guardé sano.

 
Gravedad     

Con la mano levantada,
señalabas algo oscuro
que podía verse manchando el techo.
Hice una arandela negra con la humedad
y la coloqué en tu dedo.

Casado con las cosas esenciales,
me aseguro de que nada caiga
por sus propios medios. 

 
Partida

Uñas, restos de algún hilo,
pelos en la alfombra, migas;
ese olor que habita tu casa,
esa minúscula podredumbre
que batalla oculta
son desechos de nuestros cuerpos,
restos que ya no aprenderán a vivir.


Sadismo

Donde las paredes miden lo mismo
que la mesa, y la mesa lo mismo
que las tazas del té,
donde las pequeñas cucharitas hacen el mismo
recorrido que las cortinas;
ahí sólo me queda gritar,
bajar la mirada hasta el piso,
pensar: mi voz se deshace en este sitio
que sólo sirve para pisar, ir o venir.


Símil
 
Todo funciona
como una puesta a prueba.

Si regás las plantas,
entonces, algo nuevo va a nacer.
Pero si regás las plantas,
eso nuevo es como la locura:
un brote,
otro brote,

el mismo acto repetido al infinito
sin hallar diferentes resultados.


Releo

La idea, la innominable, sigue ahí. Ahora parece decir:
“¿Sí? ¿Eso es lo que querías? Bueno, es eso… lo que
nunca has tenido…
                                                            Jean Paul Sartre

La superficie del agua
lleva esas hojas,
ramas quebradas,
pequeños desechos
que nos toca remontar.

Sin embargo sé que hay napas:
silencios puros que cruzan
debajo de lo que parece dicho.


Naturaleza muerta

Detrás de la puerta que no abrimos
hay un pequeño patio sin jardín.
Secador, trapos para el piso, escobillones.
La puerta es casi transparente,
algo de luz entra cuando apagamos
todo lo que existe.


Viaje

Iremos a París,
con el gesto elemental;
cenaremos en alguna calle
nacida para lo porvenir y suave
como nos gustaba;
iremos a cualquier lugar
donde la vida pueda hablar sola.


Intervención

Me paseo delante del jardín.
Sólo tengo tres malvones
que florecen a su propio arbitrio.

Fueron diez o quince vueltas
paralelas al riel de la puerta del balcón:

no, esta vez no quitaré esas hojas secas,
viviremos juntos el desgarramiento y la caída.

Fuente: Ritual de cacería, Sergio Guerrieri, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2015.

Sergio Guerrieri nació en La Plata en 1980. Es poeta, guionista de TV y dramaturgo. Estudió el Profesorado en Letras (UNLP) y se formó como Coordinador de grupos (Instituto Descubrir) y Corrector de textos jurídicos. Durante nueve años, se desempeñó como corrector y redactor en la Editorial Jurídica del Colegio de Escribanos de La Provincia de Buenos Aires (FEN) y en la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. Fue coordinador en el Taller de escritura de la Facultad de Letras (UNLP) y docente en la Universidad Notarial Argentina (Cátedra de Escritura profesional y académica para la Maestría en Derecho Notarial y Catastral). También participó de la Clínica de poesía de la Biblioteca Nacional desde 2009 a 2015. Actualmente, tiene a su cargo las clínicas de escritura de relato y de poesía de la Editorial Dunken. Como coordinador general de Cursos y talleres literarios Stilus, dicta la formación para escritores (ciudad de La Plata), los cursos de escritura de poesía, de novela, de cuento y relato, de análisis de textos y el seminario sobre actualización en gramática del español. Integra el colectivo Poetas de la Biblioteca (conformado por los poetas de la Colección Miliuna de la Biblioteca Nacional). Publicó los siguientes libros de poesía: Desnudos en Quarently (Ediciones Del Dock, 2009), Ritual de cacería (Ediciones del Dock, 2015) y Pozo (Ediciones La Biblioteca, 2015). Poemas suyos figuran en varias compilaciones poéticas, entre ellas: Antología 2007/2008 y Antología 2010/2011 de la Biblioteca Nacional. Asimismo, fue ganador del premio Accesit en el rubro “Escritura” y merecedor del “Accesit de plata” entre los ganadores de todos los rubros de la cultura, premio compartido con el Dr. René Favaloro. En 2012, obtuvo primera mención al Premio Único II Concurso Nacional Javier Adúriz por su libro Ritual de cacería. En 2013, mereció el 2º premio del jurado en el Concurso Internacional Victoria Ocampo por su libro Pozo, publicado en la Colección Miliuna de la Biblioteca Nacional. Colabora con revistas del país y de Latinoamérica.

Foto: Sergio Guerrieri (by Facundo Gastón Floria). Fuente: Gentileza de Sergio Guerrieri.