sábado, 6 de marzo de 2021

María Inés Gómez


Tarde de abril con escena
 
Piso rojo sosteniendo una espalda.
Un libro entre las manos, escudo al hastío.
El pie derecho hace jueguitos con un cenicero de goma.
Flota maridaje de malvón propio y marihuana vecina.
Cerca, una olla escalda unas chauchas tiernas.
Tras la ventana, el crujir de semillas de girasol en alguna boca.
 
De tanto en tanto, voces, voces pequeñas, algún respiro. Todo lejano.
 
Mansa escenografía, si no tuviera por escenario
la precariedad de cualquier certeza.
 
 
A tiempo
 
A mi fiel contrincante
 
Me toma de la mano, compartimos el temblor.
Ahora, no puede elegir otra causa, menos yo.
Se aferra sin la mínima idea de quién soy.
¿Me ves?
Podría ser esa mancha en el cielo raso, por qué no.
Tu voz, un  trueno débil.
 
Se secó la forma de conocerte más.
 
Ay papá, no me sueltes, no gruñas.
Ya no habrá más fórmulas del dolor.
 
 
Genealogía
 
Por parte de padre:
Rosas y Perón en marcos dorados a la hoja,
también, la máquina de escribir y el cinturón.
 
Por parte de madre:
una Virgen de Luján por meteoróloga
y el eterno “por mi culpa, por mi culpa, por mi Gran culpa”.
 
Por parte de ambos:
triángulo escaleno de hermanos,
seguidos y desiguales, amorosamente descreídos de lo mágico.
 
Un patio rojo hinchado de almitas domesticas:
Santa Rita, elástico, perro, arco, gato, montoncito de mugre.
Y unos libros quemándose en la parrilla.
 
 
Delivery
 
Un kilo de helado por día
devora mi madre, sentada frente al televisor.
 
Ella no recuerda el día en que nacimos
pero sabe a la perfección el número exacto
de quien le provee la droga.
 
 
Modo espejo
 
Una paloma deshilachada,
a punto de ser deglutida,
me mira detrás del ventanal.
Apenas puedo conmigo –le digo.
 
 
Resistencias mínimas
 
Aquí
donde los cactus crecen según sople el viento,
la luz se enciende cuando le viene en gana,
dos rosas asoman a mediados de abril (y en maceta).
 
También
a puñetazos se abren las ventanas,
el reloj da la alarma con la primera orina (jamás antes)
y, últimamente, los afiches permanecen quietos.
 
Magia, testarudez, entretenimiento, burla, falta de orientación.
Quizás, pequeñas resistencias ante el absurdo diario.
 
 
Soledad dialógica
           
¿Qué hacemos acá?,
interpelo a los gatos ajenos
que usufructúan los bordes del patio.
 
Con la albahaca
solo practico la distracción,
algunas palabras antes de mutilarla.
 
Mientras cuelgo la ropa
recuerdo un cuento sobre broches
armados con soldaditos de plomo, o al revés.
 
Y las noches de soliloquio
con mi perro talismán hecho de cenizas.
 
Pequeños atajos para bordear lo que no se tiene.
 
 
Si al menos
 
Si al menos
la gota, vomitada por la canilla, aumentara su caudal.
El benteveo mascullara cuando roba la comida del  gato.
Los ojos se evadieran del libro que sostengo para sostenerme.
El viento sacudiera suave las chapas en el patio vecino,
o una horda de babosas quemara con baba ácida las amapolas.
 
Así, este silencio impuesto
no sería tan temerario para dejar oír
el esfuerzo de esa hormiga, arrastrando su pábulo.
 
 
Ahora es antes
 
In memoriam de mi hermana Graciela
 
Ahora, cierra  los ojos en la cama.
Antes, solo en cualquier sitio donde se sueñe.
 
Desabrocho su jean, le busco un vestido.
Nada combina con la mortaja.
 
Giro su cuerpo, palpo la humedad.
 
Tengo que desparramar café sobre su vientre,
vaya a saber una por qué.
 
Le acomodo un mechón tras la oreja.
 
Antes, yo escribía versitos una tarde de mayo.
Antes, mamá solo era su madre.
 
Y ahora, no deja de preguntar qué va a ser de ella, sin ella.
Antes, nunca preguntó qué sería de nosotros y de tantas cosas.
 
¿Qué querrá Dios recordarnos en este negocio?
 
Fuente: Umbrales, libro inédito. Gentileza de María Inés Gómez.
 
María Inés Gómez nació en La Plata el 12 de marzo de 1967. Cursó estudios de Abogacía y se graduó como Licenciada en Trabajo Social en la Universidad Nacional de La Plata, ámbito donde ejerce actualmente su profesión. Escribe poesía y narrativa. Los poemas incluidos en esta página pertenecen a Umbrales, libro inédito que se destaca por su cohesión temática y estilística, y en el cual la autora, valiéndose de una admirable economía de medios –nada de alardes, barroquismos ni torsiones verbales estériles–, extrae de lo íntimo y cotidiano revelaciones profundas.
 
Foto: María Inés Gómez. Fuente: gentileza de María Inés Gómez.