*
Feliz habito en la trampa que
construye el tiempo en el reverso de la normalidad. De lo aceptado. Feliz de
que la loca de la casa despierte.
Desde ese altillo, contengo el vacío y pueblo la ignorada totalidad del mundo.
*
La vida es como una cascada: si
no hubiera piedras en el camino, no habría canción.
*
Nacer y morir son accidentes.
Ambos nos hacen uno. El reto es seguir cantando para seguir viviendo. El mejor
trabajo que tengo, es morir dulcemente.
*
Es temprano. A solas, lo celebro.
Domingo de Marzo. Voy a desayunar. Vivo el concierto de cigarras, la
naturalidad con que los pájaros bajan y se alimentan a mi alrededor con las
migajas de la noche esparcidas en la vereda. Una suave brisa mece el verde
iracundo de los árboles. City Bell en esta época es un alarido vegetal.
Inauguro el día, como si inaugurara la vida.
Nam miho ho rengue
kio.
*
La pequeña casa es sólo un punto
en el rectángulo verde en el cual sobrevive. Ha pasado los sesenta años y, como
muchas, tendría que transformarse en una moderna construcción. Pero no. Y aquí
juega mi instinto. Es más placentera anexada, como un detalle apenas, a la
lujuria de la naturaleza, a la gestión consecuente de la lluvia.
Un detalle entre las plantas.
(A Maruca Gaytan)
*
Alimenta el aroma a lecho tibio,
la mano posada en la frente del desasosiego. Ahora mi maternidad es de piel
afuera. A esta edad no hay útero oficiante. ¡Hijas!, su madre es como un
cactus. Mientras acopia el agua para toda la sed, las defiende del mundo con
espinas.
*
Están sentados. Ella a una mesa
mirando al Norte. Él a la misma mesa mirando al Sur. No se ven ni se miran, no
se hablan, no se tocan.
Agradezco mi soledad.
*
La ciudad es una brasa. Para
mañana anuncian treinta y siete grados de máxima. La temperatura es siempre la
misma para quienes viven a la intemperie. Mientras los niños silban su miseria
y la mugre en sus manos les borra las huellas digitales, los responsables de su
belleza veranean. La ciudad, repito, es una brasa, un cuerpo ulcerado. Sus
llagas dejarán cicatrices.
Y en ellas no se podrá plantar ni
un poema.
*
La masa apesta. Por los
ingredientes que le sobran. Por los ingredientes que le faltan. Por todo lo que
le agregan. Por el precio que deben abonar. El pan es el artículo más caro del
mundo cuando se paga con la dignidad.
Y sin trabajo.
*
Vale sentir el amor, cuando el
cuerpo jadea. La piel sigue siendo el mágico cobertor en el que se escriben
poemas. Uno sabe, entonces, que la eternidad es un instante. El cuerpo tiene su
propio diccionario. Es esa cajita de Pandora que ahora no encuentro.
Fuente: La certeza del árbol, Teresa del
Valle Salinas, Barataria, Buenos Aires, 2014.
Teresa del Valle
Salinas nació en Chilecito, Provincia de La Rioja. Actualmente, reside en
City Bell, localidad perteneciente al Partido de La Plata. Es abogada y
especialista en Ciencias Políticas. Fue docente universitaria. Como escritora,
cultiva la poesía, la narrativa y el ensayo. Su obra poética publicada
comprende los siguientes libros: Poemario
(Ronda Literaria, 1980); Alas en mi mundo de arena (Amaru, 1986); Detrás de la memoria del Ángel (El
Francotirador Ediciones, 1999); La mirada
de Orfeo (Cuadernos de Sudestada,
2001, 2005); Con los labios líquidos
(Ediciones del Copista, 2004); La tierra paralela (Último Reino, 2006); Cantos de Erato (Barataria, 2007); La certeza
del árbol (Barataria, 2014).
Poemas suyos fueron incluidos en varias publicaciones colectivas; entre ellas: Anuario de poetas contemporáneos (1978,
1979, 1980); Chilecito en el canto de
sus poetas (1984); Poesía argentina
de fin de siglo (1997); Antología de
poetas riojanos de fin de siglo (1999); Poetas argentinos del año 2000 / Inventario relacional de la poesía en español (Madrid, 2001); Cien poetas del mundo (México, 2006). En
2014, Bauprés Ediciones Independientes dio a conocer su libro de
relatos La abuela Matilda. Participó
en encuentros y simposios de literatura en Uruguay, Chile, Venezuela, México y
Bolivia. Colabora con revistas nacionales y extranjeras.
Foto: Teresa del Valle Salinas. Fuente: La certeza
del árbol, Teresa del Valle Salinas, Barataria, Buenos Aires,
2014.
Qué buenos poemas. Después de leerlos me quedé con la sensación de que cada poema tiene una palabra como cuchilla que desmaleza y deja solo lo que sirve.
ResponderEliminarSaludos poeta y fuerte abrazo César
Gracias por tu comentario, Fernando. Otro abrazo para vos.
EliminarHola, Teresa!! Muy bueno lo tuyo. Hace un tiempo nos conocimos en un encuentro de poetas y a partir de unos versos tuyos hice unos mios...la magia de la poesía!!
ResponderEliminarUn abrazo y gracias!!
ResponderEliminarQué lindo escribís !!!!!
ResponderEliminarte quiero mucho.
Niña patri
Hola quisiera conseguir el libro que tiene el poema voces interiores ,el poema habla sobre aves de lirio yo cree ese nombre para mí grupo de rock
ResponderEliminar¡Hola! No recuerdo el poema "Voces interiores".Tendría que saber quién es el autor para poder ayudarte.
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