“Si quieres imaginarte el
infierno no necesitas pensar en
tormentos inacabables. Más
bien diría: ¿sabes qué horrores
indecibles es capaz de
soportar un ser humano? Piensa en ello y
sabrás lo que es el
infierno aunque no intervenga la duración”
Ludwig Wittgenstein
Movimientos del pensar
No hay más lugar que el silencio en soledad, lamerse las heridas como un
perro sarnoso, digo... Cuando todo esto ocurre una ya tiene que retirarse
elegantemente de la falsa idea de que algo pueda remediar el vital sentido de
inadecuación.
...Lo demás está en el orden de comerse doscientos gramos de granola de
oriente sin agua, ir al gimnasio dos veces por día, al analista tres veces por
teléfono, hacer el amor para quemar calorías... Esperar el solsticio para
rogarle al árbol sagrado que por favor cumpla con la rogativa del año anterior:
“completas, equilibradas y felices”.
La tierra rotó y roto tiene todo menos la piedra dura del malestar.
2 - B
Las percas son puercos acuáticos, nunca he
visto una pero suenan así. Los puerquitos son tiernos rosados y se duermen
tiernamente en la materia fecal de la madre. Si caminamos en el chiquero nos
acostumbramos. Los chacinados son exquisitos picadillos de esa carne curada en
sal. En el campo los matan con un cuchillo que entra por el cogote hasta el
corazón y la sangre cae en unas bateas para hacer la morcilla, muy recomendable
para gente con hemorragias por anemia.
Las percas no se comen. Los pescadores
despuntan el vicio y si no las descabezan, las devuelven para que sigan
aportando al genoma de las percas. Tienen corazones rojos como los de los bebes
que se ven en las incubadoras. Aquellos que con apenas cinco meses, los médicos
salvan contranatura sensibilizados ante el reflejo de prensión –reacción
automática ligada a la sobrevida. Digo el dedo del médico y/o enfermera; y todos
compungidos extraen ese feto que apenas tiene piel para pasar el invierno y lo
meten en esa máquina. Para luego ser sordo ciego y en el mejor de los casos
parlante. Yo prefiero el corazón de pollo para un buen rissoto.
Del limbo al Averno
¿Caronte dónde estás? ¿Quién me conducirá por
este magma donde los eritrocitos se comen a los que dejaron de nacer? El
poliéster no previene las quemaduras de tercer grado.
El destello del iris refracta el metraje
enloquecido de las vidas que se están por ir.
Necesito la duermevela llena de historias
junto a mis abuelas para no soñar con tarántulas. Las lágrimas no eran de
mercurio. Ahora que no las tengo me acosan las pesadillas con colas de
lombrices largas, de ésas que se enrulan en el intestino y dan ganas de comer
sólo chocolate. Una se fue en el vértice del viento de agosto con su cara de
india. Estuvo ensillando caballos hasta la extremaunción. La otra, dulce como
las manzanas Moño Azul, se elevó con la Rosa Mística, impregnando el ambiente
con olor a su talco Veritas. Mucho antes, mi bisabuela serrana que se calentaba
los sabañones con el perro pila, me dejó la moldura de su diente de arsénico
(el agua de la zona tiene ese problema). Las tres huyeron tempranamente de la
infancia. No conocieron las cocinitas de aluminio ni el make up.
3 - B
Este río helado no deja avanzar la canoa,
Caronte de dientes podridos. No me das tiempo para despedirme de los seres que
aún quiero. A no quejarse que más se perdió en la guerra, decían los pocos que
quedan hoy de los que verdaderamente estuvieron en una. Se comían los piojos,
fuente de hemoglobina y rasqueteaban el sebo de la ropa para hacer caldo. ¿Cuál
es el sentido trágico de nuestra vida? Quizás el monitor estalle en gotas de
aceite y nos deje ciegos. Pero en el país de los ciegos el tuerto es rey
irresponsable que debería arrancarse el otro ojo. Ya no me perturba nada.
Encallé en el fondo más seguro, oscuro y profundo donde no se escuchan ni los
gases estomacales. ¿Qué me hace falta? Poner las cervicales una sobre otra y
mirar para arriba a ver si algún rayo de sol corta esta oscuridad helada porque
es necesaria una distinción cuando una se cose las medias de punto en la carne
viva.
Hoja de ruta
2
Va a llover. Eso le encanta. Las plantas se preparan. Abren los estomas
y renuevan la circulación como ella los linfocitos. Cuando explotó por exceso
de monóxido mutó en una especie delicuescente.
El silencio de él es tan contundente como las palabras que ese silencio
preanuncian. Esto es demasiado para mí. Víctima de rasgaduras múltiples porta
espolones venenosos. No quiere meterse en esa cueva. Parece todo muy muy
oscuro.
Ella sabía lo que hacía cuando deshacía la
trama del tejido. Cuando se armó la lengua con arpones.
Los cuchillos volaron y dieron en el centro
neurálgico. Los gatos ya no la siguen. Cuando pasa por una esquina su hija le
pregunta ¿ellos son muy pobres? La precariedad de la respuesta no tiene que ver
con la profundidad de la pregunta. Son preguntas que pespuntean la mirada. De
chica era más vieja que su abuela. Roía las mentiras. Fraudulenta, dormía
acunada en los brazos sutiles pero peludos de ese hombre que oscurecía su
mirada.
El tiempo arrasa ciudades. Escucha palmotear
la devastadora pena de los sobrevivientes. El holocausto de las vacas con los
ojos desmesurados. Gancho nuca hoy la lleva de una esquina a la otra.
Pero. ¿Qué es eso? El pasado y el presente se
le juntan en el vértice. En las hojas impolutas de los libros que nunca leyó,
en las trampas escolares por lo cual no aprendió más que la suma y la
multiplicación. De dividir ni hablar. Hoy suma. Agrega. Aglomera. Concatena
contendientes.
Se mira en el monitor y se dice sobreviví a carencias más prolongadas.
Inspira pegando el diafragma a las costillas. Exhala. Para que el aire se
renueve uno debe saber sacarlo.
Hambre
Es imposible anclar en sitio alguno todavía.
Gente y gente. Con mirada hueca y expresión de estampida. Nadie sabe leer ni
escribir.
Se ha perdido el hábito de hablar. Todos
corremos. Las mujeres ligeras de ropa con huesos livianos seguimos la huella de
las otras a gotas de sangre menstrual.
La falta de regulación es la regla. Los
hombres esperan órdenes. Se reúnen por ahí junto a los tambores de fuego y
fuman cigarros de afrecho. El olvido se consigue durante el sueño cuando los
cuerpos, detenida la carrera, se desploman. Lo he buscado te lo puedo asegurar.
Desde que llegué lo estoy buscando pero nadie comprende el gesto de una
fotografía.
Aquí no representan nada. No se busca la
buena forma. Se detienen en algún rasgo aislado, en la arruga de la camisa de
frisa, por ejemplo. La violencia es real. El agua escasea. Si encontramos algún
vegetal carnoso, se mastica. Ayer me encontré con un Office Service. Son aquellos que se encargan de cuidarte de no ser
violada simulando ser tu pareja. La denominación es un relicto de la vieja
tecnología. De contextura grande y contundente, se ofreció a pasar la noche
conmigo a cambio de un poco de harina. Yo como lo suficiente para mantenerme en
pie. Aquí el hambre es una forma de supervivencia. Te mantiene alerta. Motor
poderoso. Como sabés, para mí la masticación no convive bien con el
entendimiento. La digestión enceguece. Esto es más árido y silencioso que allá,
te lo puedo asegurar.
Fuente: La
construcción de lo desagradable, Fernanda Castell, Vela al Viento Ediciones
Patagónicas, Comodoro Rivadavia, 2014.
Fernanda Castell nació en Coronel Dorrego en 1965. Reside en
La Plata. Es antropóloga egresada de la UNLP. Fue docente universitaria y,
actualmente, coordina talleres de creatividad en el Departamento de Psiquiatría
de Cemic, en Buenos Aires. Publicó los siguientes libros: En el Abras (Siesta, 2003), Peces
de agua (Tema, 2004) y La
construcción de lo desagradable (Al Margen, 2010), reeditado este año por
Vela al Viento Ediciones Patagónicas. Entre las distinciones obtenidas, cabe
consignar: finalista del Premio Provincial de Poesía Dr. Carlos Auyero (1999),
segundo premio en el Concurso Provincial de Poesía López Merino (2001), tercer
premio en el concurso de poesía de la Fundación Octubre (2001), mención en el
concurso de novela Lamás Médula por “La pena de A” (2012) y primer premio en el
concurso de cuento digital Itaú por “Hipermetropía” (2013). Acerca de La construcción de lo desagradable,
escribió Sandra Cornejo: “Vital sentido
de inadecuación. Esta frase o verso cierra el primer fragmento de ‘La
construcción de lo desagradable’, libro en el cual, para seguir un camino de
pensamiento, atiendo en primera instancia a lo que Fernanda Castell consigue o
pretende con su escritura: incomodar. La poesía, magma o resultante de ese acto
creador que, de alguna manera, para su autor es inevitable (visceral) pone en
juego una tremenda pulsión irracional; sin embargo, para que la poesía logre
inmiscuirse en el otro, alcanzarlo, su autor ha tenido que hacer del rigor uno
de los elementos fundamentales para la elaboración de su texto. La poesía,
polisémica, plural, inclasificable, en general, para nuestras pretensiones
enanas de clasificar un “género”, encarna aquí mucho más que en otras poéticas,
claves indispensables: irracionalidad reflexiva, libertad creativa rigurosa. Lo
otro, lo que queda o se toma, es el libro”.
Foto: Fernanda Castell. Fuente:
http://www.despertandoalilith.org/